Una rica heredera para Heineken
Charlene de Carvalho Heineken es una mujer casada, de 48 años, que vive en Londres dedicada íntegramente a cuidar de sus cinco hijos pequeños. Nunca se le ha visto codearse con la alta sociedad ni vivir con la ostentación de otros multimillonarios.
Pero la humilde Charlene tiene, desde hace un año, una de las mayores fortunas del mundo.Cuando en enero de 2002 murió su padre, Freddie Heineken, el líder y forjador del Imperio cervecero holandés Heineken, Charlene heredó 4.800 millones de dólares, lo que elevó la fortuna familiar a 8.000 millones de dólares. Esta cifra la convierte en una de las mujeres más ricas del mundo, por delante de la Reina de Inglaterra. A su lado, la Reina de Holanda es una humilde pensionista.
Además del dinero, heredó la mitad de las acciones de Heineken, uno de los gigantes mundiales del sector, lo que le arroga la responsabilidad de decidir si mantiene el control de la cervecera en manos de la familia. Si así lo hace, cumplirá los deseos de su padre, que siempre se negó a reducir la participación familiar en el grupo.
Heineken, tal y como la conocemos hoy día, es una obra personal de Freddie Heineken. El padre de Charlene rescató la participación mayoritaria de la familia en la compañía en 1954. Heineken era entonces una modesta cervecera familiar. El abuelo de Charlene había vendido la mayor parte de las acciones de la empresa. Cuenta la leyenda que un joven Freddie, de 23 años, y sin dinero alquiló entonces un Rolls-Royce, lo aparcó delante del banco y, con este golpe de efecto, consiguió el préstamo de 122.000 libras que necesitaba para recomprar las acciones que había vendido su padre. Formado en EE UU, el joven Freddie acababa de poner en práctica las enseñanzas recibidas sobre la importancia que tiene el marketing en el mundo de los negocios. Desde entonces ya estaba acreditado, según sus biógrafos, para convertir el pequeño negocio familiar en la multinacional que es hoy. Pero también se consolidó en su mente la idea de que el negocio no debía abandonar nunca el amparo familiar. Heineken lucha hoy por mantenerse como el segundogrupo del sector, tras la estadounidense Anheuser Busch.
Los empresarios de bebidas de todo el mundo darían media fortuna por conocer la respuesta a esta pregunta: ¿qué va a pasar con Heineken ahora? Los biógrafos del padre de Charlene y el anterior consejero delegado ejecutivo y mano derecha de Freddie, Karel Vuursten, trazan un perfil poco empresarial de Charlene. Muy apegada desde pequeña a su padre, Charlene ha resistido, sin embargo, los intentos de Freddie de implicarla activamente en la dirección de la compañía. Cualidades no le faltan. Estudió Derecho en la Universidad holandesa de Leiden y las pocas personas que la han tratado aseguran que es muy inteligente.
Pero Charlene siempre ha defendido, incluso en conflicto con su querido padre, su elección: cuidar de sus hijos y huir de la vida de lujo y ostentación que llevó el propio Freddie, dueño de un yate que solía prestar a menudo a la familia real holandesa.
Michel de Carvalho
Charlene no estaba echando por la borda con esta decisión el futuro del imperio que con tanto trabajo construyó su padre. Se casó con Michel de Carvalho, un ex actor de padres anglobrasileños (participó en la superproducción Lawrence de Arabia, de David Lean, encarnando a un muchacho árabe) y campeón de esquí olímpico (representó al Reino Unido en los juegos de Invierno de Grenoble en 1968 y en los de 1972 y 1976). Carvalho demostró pronto que estaba dotado para destacar en el mundo de los negocios. Michel de Carvalho es hoy vicepresidente de la firma Schröder Salomon Smith Barney de Londres. Sólo por esa vía están cubiertas las posibles necesidades financieras que se le presentarán a Heineken para seguir compitiendo por una posición de liderazgo.
Pero Michel de Carvalho se ha cuidado de parecer el líder en la sombra. Por el contrario, su esposa, pese a arrepentirse in extremis de dar la rueda de prensa correspondiente a los últimos resultados de la compañía tras la muerte de su padre, asumió la dirección de la empresa. La frase que se le atribuye a continuación no deja dudas sobre sus intenciones: 'Como familia, somos parte del pasado, el presente y el futuro de Heineken'. ¿Quién sostiene realmente los pies del gigante? La lucha entre los partidarios de conservar el poder familiar y los de exponerse a absorciones agresivas para crecer está servida.
El viejo espíritu frente a la selva del mercado
¿Cuál va a ser el futuro de Heineken? Nadie lo sabe aún. De hecho, los máximos directivos de la compañía todavía responden en privado a la pregunta sobre el futuro de la empresa con un lacónico 'nadie sabe qué va a pasar en la compañía'.De modo que sólo los hechos acaecidos desde la muerte de Freddie Heineken pueden arrojar pistas. Lo más significativo ocurrido en el último año en Heineken, compañía que es la primera cervecera de España por cuota de mercado merced a la compra de las españolas El Águila y Cruzcampo, ha sido el relevo del anterior presidente ejecutivo y mano derecha del patriarca, Karel Vuursten, por el segundo de a bordo, Tony Ruys. Una de las pocas declaraciones al respecto de Michel de Carvalho, el marido de Charlene, ha sido que el relevo sólo significa continuidad en la política tradicional de la empresa, lo que ha apostillado con la siguiente sentencia: 'No nos desmarcamos de los principios del viejo'. Los analistas aseguran que, aunque 'no sabemos casi nada de la implicación de Michel de Carvalho en la compañía, sus aportaciones a Heineken la han cambiado ligeramente desde sus fundadores'. Esto no arroja luz sobre las intenciones de Michel de Carvalho y menos de su esposa. Pero lo cierto es que la empresa se debate en un mercado en el que hace falta liquidez para invertir en la adquisición agresiva de marcas, so pena de ser sobrepasada por su máxima rival europea, la belga Interbrewer. Pero, a la vez, el control familiar la libra de ser absorbida por la líder, Andheuser Busch o por la mismísima Coca-Cola.