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Tribuna
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El consejo de Lula

Como integrante de una delegación del Comité Económico y Social de la Unión Europea tuve la oportunidad de asistir, a mediados de este mes de febrero, en Brasilia, a la ceremonia de toma de posesión y a la primera reunión constitutiva del Consejo para el Desarrollo Económico y Social (CDES) de Brasil.

Apenas 40 días después de haber asumido la presidencia de su país, Luiz Inácio Lula da Silva ha puesto en marcha, según sus propias palabras, 'una de las cosas más importantes en este mandato de cuatro años'.

Tal Consejo para el Desarrollo Económico y Social de Brasil ha nacido como un órgano de asesoramiento y también como un órgano de consulta de la Presidencia de la República, e igualmente como la concreción de un compromiso con el país que Lula adquirió durante la campaña electoral: el compromiso de definir las principales acciones de su Gobierno en constante diálogo con la sociedad.

El nuevo organismo creado en Brasil intenta sentar las bases del nuevo Estado con un consenso social y político que evoca a los Pactos de la Moncloa Muchos observadores escépticos están ahora de acuerdo en el acierto de las primeras medidas adoptadas por el nuevo Gobierno

Los 82 integrantes del CDES, que son cooptados por el presidente de la República, provienen de distintos sectores sociales: 41 -entre ellos el presidente de Telefónica y el vicepresidente del Banco Santander- provienen de la industria y de otros sectores empresariales; 13 son dirigentes sindicales, de las distintas confederaciones sindicales, así como de algunos sindicatos sectoriales; 11 provienen de los movimientos sociales, como el Movimiento de los Sin Tierra.

Por otra parte, 3 representan a entidades corporativas, como la asociación de abogados; 2 son obispos; 10 entran bajo la rúbrica de 'personalidades', del mundo de la Universidad principalmente; 2 provienen del mundo de la cultura.

Además, integran el consejo 9 ministros -entre ellos el de la Casa Civil, el de Hacienda, el de Trabajo y el de Planificación-, el secretario ejecutivo encargado del CDES -Tarso Genro, antiguo alcalde de Porto Alegre- y el propio Lula, que lo preside.

La agenda de trabajo del Consejo para el Desarrollo Económico y Social de Brasil es del más alto contenido político. Está previsto que debata y ofrezca su opinión sobre las grandes reformas que, en palabras de Luiz Inácio Lula da Silva, 'son ineludibles y que el país no puede en absoluto dejar de hacer; tales reformas tienen la finalidad de crear las condiciones para el crecimiento, no cualquier crecimiento, sino el capaz de asegurar una nueva cohesión social'.

Estas reformas son cinco:

La reforma de las pensiones de la función pública, que tienen enormes privilegios respecto a las del sector privado, además de acumular un déficit multibillonario.

La reforma tributaria. El sistema tributario está centrado casi exclusivamente en los impuestos indirectos y no existe una unificación del sistema fiscal a nivel del Estado.

La reforma laboral y de la estructura sindical. Dos tercios de la población activa es informal y no existe un espacio real para la negociación colectiva.

La reforma política. Más de 70 casos de transfuguismo político de diputados y senadores se han producido en la última legislatura.

La reforma agraria. Uno de los problemas estructurales más urgentes y complicados a los que deberá enfrentarse el nuevo Gobierno.

Aunque en los 'términos de referencia' de la creación del Consejo para el Desarrollo Económico y Social se alude a diversas experiencias europeas de pacto social (en primer lugar, a los Pactos de la Moncloa), el organismo creado en Brasil recoge componentes dispersos de unos y otros modelos.

Entre ellos, el intento de sentar las bases del nuevo Estado mediante un consenso social y político, que evoca a los Pactos de la Moncloa; algo del comité asesor del presidente que, en su día, pretendió crear el canciller Helmut Schmidt; algo de los Grupos de Alto Nivel que suele crear la Comisión Europea; algo igualmente del Consejo para la Concertación Social, con la presencia del Gobierno, como sucede en Portugal; algo también de la elaboración de informes para el presidente de la República y el Parlamento, como los que realiza el Consejo Económico y Social francés...

Probablemente, en el sentido de engarzar sus finalidades, funciones y composición, el Consejo para el Desarrollo Económico y Social de Brasil es todavía un organismo en fase de decantación.

De hecho, en su primera reunión se acordó, en contra de lo que estaba previsto en un principio en el borrador de reglamento interno, que el consejo funcionará por consenso y, en su defecto, se publicarán, sin ser objeto de votación, las distintas posiciones. Es esta una rectificación que puede facilitar el libre debate y el consenso.

La experiencia de participación de las fuerzas sociales representativas que se ha puesto en marcha en Brasil es, por tanto, diferente y original. Como no puede ser de otra manera en un país con historia democrática intermitente y que tiene ante sí desafíos enormes.

Lo importante, sin embargo, es que el consejo recién creado sea, como señaló Lula en su discurso, 'un instrumento de construcción de soluciones', un organismo que coadyuve a establecer, de acuerdo con su función consultiva y con pleno respeto a las prerrogativas legislativas del Parlamento, un nuevo contrato social que garantice, de hecho, la extensión de la ciudadanía a todos los brasileños.

Para ello será indispensable -tal y como se dice en el primer documento publicado por la secretaría del consejo, titulado Crecimiento, empleo e inclusión social: un Brasil para todos- 'promover un gigantesco esfuerzo de desprivatización del Estado, colocándolo al servicio del conjunto de los ciudadanos, especialmente de los sectores socialmente marginados'.

Será también imprescindible, cosa que afortunadamente sucedió en nuestro país en el periodo de transición democrática, un compromiso de corresponsabilidad por parte de las fuerzas sociales.

En ello incidió Viviane Senna (de la Fundación Ayrton Senna, escogida para hablar en el acto constitutivo en nombre de los integrantes del consejo) al decir que 'será preciso adoptar a Brasil como causa (...) y pasar a tener una visión general, dejando de lado los intereses particulares'.

Incluso muchos observadores escépticos están ahora de acuerdo en el acierto de las primeras medidas adoptadas por Lula. La creación de este Consejo para el Desarrollo Económico y Social representativo de las fuerzas sociales es una de ellas, orientada a lograr el consenso social y político respecto a las principales reformas económicas, sociales y políticas que tiene que abordar el nuevo gobierno brasileño.

Pocas dudas puede haber de que lo que pase en Brasil va a ser determinante para el futuro de Mercosur, para América Latina en su conjunto y para la relación norte-sur en el mundo. Si hay consenso social será, con seguridad, más fácil que la experiencia salga bien.

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