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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Agujero en Ahold

Algo muy parecido al miedo recorrió ayer las Bolsas europeas al anunciar Ahold, la segunda mayor cadena europea de supermercados, irregularidades contables y la destitución fulminante de su consejero delegado y del máximo responsable financiero del grupo. La compañía perdió un 63,03% de su valor en Bolsa y fue tal vez la principal razón de que todas las grandes plazas europeas cerrasen con fuertes caídas. Las referencias a los escándalos contables de Enron o Worldcom han sido inevitables y el mercado también castigó a los principales accionistas de Ahold, como ING, Aegon o Fortis.

El grupo holandés de distribución y alimentación, al que sólo superan en el mundo Wal Mart (EE UU) y Carrefour (Francia), reconoció irregularidades contables en su filial estadounidense Foodservice, que infló sus resultados en al menos 500 millones de dólares en los ejercicios de 2001 y 2002, e investiga ¢transacciones cuestionables¢ en su filial argentina Disco. Ahold, que presentó en su segundo trimestre fiscal las primeras pérdidas en 30 años, ha reconocido que el beneficio de 2002 será ¢significativamente¢ más bajo de lo que se esperaba y además actualizará las cuentas de 2000 y 2001.

A falta de muchas precisiones sobre la situación real del grupo, la salida inmediata del consejero delegado, Cees van der Hoeven, da pistas sobre la gravedad de la situación. æpermil;l fue el verdadero protagonista del acelerado crecimiento de Ahold. Desde que accedió al cargo, en 1993, realizó más de 50 compras de empresas ­entre ellas Superdiplo, al SCH, en España, donde el grupo tiene 14.000 empleados y 563 tiendas­. Las agencias de rating no se han hecho esperar y han empezado a castigar la calificación de la deuda del grupo hasta niveles, como ha hecho Standard and Poor§s, de bonos basura.

De este caso, por lo pronto, hay quienes pueden sacar una lección. Muchas autoridades económicas europeas sonrieron cuando estalló Enron en EE UU. En su opinión, el escándalo de la energética, probablemente la mayor farsa empresarial de la historia, sería imposible en Europa, donde el control, decían, es más riguroso. Olvidaban la globalización. Aunque con retraso, como suele ocurrir, la enronitis puede haber llegado a este lado del Atlántico, y de la mano de una filial estadounidense de la firma holandesa. æpermil;se era ayer el temor de los inversores. Las ramificaciones de esta conmoción probablemente sean más limitadas que las provocadas por Enron, pero los operadores no descartan la aparición de otros casos y se han puesto nerviosos.

En Ahold hay dos elementos comunes a Enron: un problema de tesorería por la acumulación de deuda ­12.000 millones­ y que el fraude surgió en EE UU, donde los criterios contables ya quedaron en entredicho con el escándalo del grupo energético. Pero, por lo conocido ahora, hay una diferencia: el auditor estaba cumpliendo con su trabajo. Ahora, una vez demostrado que Europa no está al margen de la enronitis, queda en manos de las autoridades reguladoras conseguir en este caso la máxima transparencia.

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