Crece la contestación en el PP a la estrategia pro Bush de Aznar
El bache por el que atraviesa el PP en las encuestas está sirviendo de pretexto a algunos de sus dirigentes para criticar la apuesta de José María Aznar por los intereses que mueven a la Administración estadounidense en el conflicto de Irak.
No es normal en un partido como el nuestro que nadie se atreva a alzar la voz en el comité ejecutivo o en la junta directiva para matizar e, incluso, contradecir algunas interpretaciones del presidente, sobre todo, a la luz de los errores que ha cometido en el último año', afirma desde el anonimato un dirigente provincial del PP, portavoz voluntario de quienes consideran llegado el momento de que José María Aznar comparta su estrategia política con la dirección del PP en un periodo decisivo como éste, en el que se va a decidir el poder central, autonómico y local en poco más de 14 meses.
De momento, en las reflexiones que discurren por el circuito cerrado de las circunscripciones provinciales y del Grupo Parlamentario Popular se tienen muy en cuenta no sólo el talante del presidente del Gobierno, decidido a retomar la iniciativa política con el viento de las encuestas de frente, sino también los errores que han llevado al PP a perder buena parte de la distancia electoral de 10 puntos que le separaba del PSOE hace sólo un año.
En esta lista de equivocaciones figura desde la reforma frustrada de las prestaciones por desempleo, generadora de la huelga general de junio, a la derrota que José Luis Rodríguez Zapatero infringió a Aznar en el debate del estado de la nación, sin olvidar la que llegó más tarde con el duelo presupuestario, la deficiente gestión de la crisis del Prestige y, ahora, la polémica conducción del conflicto con Irak.
'Este curso político puede acabar para nosotros muy mal, con un partido dividido y angustiado por la sombra de lo que ocurrió con UCD o, por el contrario, con una nueva mayoría absoluta. Una de las claves estará en la evolución de la guerra y en cómo podamos remontar la situación de aquí a un año', concluye otro destacado dirigente del PP.
La herencia del sucesor
Para evitar el primer escenario, hay una corriente de opinión bastante concurrida dentro y fuera de Génova, 13, favorable a que Aznar comparta sus criterios y sea permeable a las opiniones del núcleo estable del Gobierno, en especial a las de los dos vicepresidentes, Mariano Rajoy y Rodrigo Rato, los mejor colocados para el proceso de relevo en el cartel electoral. 'Lo que sería difícil de digerir por el sucesor, con independencia de quién sea el elegido', afirma la misma fuente, 'es que tome el relevo después de una derrota en las elecciones de mayo y reciba una herencia que regale a Zapatero la ventaja que él, por sus propios méritos, no habría sido capaz de obtener'. En el entorno del área económica del Ejecutivo se comparte ampliamente la opinión de que las últimas grandes decisiones de Aznar han sido equivocadas, sobre todo la de apostar tan fuerte desde el primer momento, sin una cobertura de comunicación adecuada, por el apoyo a Estados Unidos en el conflicto con Irak.
Como demostración de ello se alude a la campaña 'Por la paz, por nuestra seguridad', promovida por la dirección del PP sólo 48 horas antes de las manifestaciones multitudinarias celebradas el pasado fin de semana en toda España en contra de la guerra.
Los reproches internos a Aznar se ven acompañados de crecientes recelos hacia el equipo de asesores que le rodea en La Moncloa, al que se acusa de fabricar una especie de burbuja impermeable que impide al presidente conectar con los anhelos del ciudadano medio. 'No sólo fallan las estrategias, también las formas, ese gesto tan arrogante, a veces antipático, que impide que llegue a la gente el mensaje final', sostiene un parlamentario popular.
La inquietud en el PP ha aumentado tras comprobar que la 'catarata' de medidas anunciada por Aznar para recuperar la iniciativa ha quedado eclipsada por la postura ante el conflicto iraquí.
Cada vez más lejos del Consejo Europeo
La insistencia con la que en los últimos meses se han acentuado desde el Gobierno las posibilidades de que José María Aznar se convierta en futuro presidente del Consejo Europeo, organismo cuya creación apoyan Francia, Italia, el Reino Unido, Alemania y España, entre otros países, contrasta con la opinión cada vez más compartida dentro del PP de que el presidente está muy lejos de conseguir este supuesto objetivo. Las razones que se esgrimen para llegar a esta conclusión son obvias. A un cargo necesitado de amplio consenso en el seno de la Unión es difícil llegar sin una sólida demostración de neutralidad, rota por Aznar con las iniciativas que ha tomado desde que mostró su firme defensa de la postura de EE UU en el conflicto con Irak.No obstante, las directrices de La Moncloa a los distintos ministros no han variado. Insisten en las posibilidades de Aznar para auparse a esta futura responsabilidad y en el amplio apoyo que obtendría su hipotética candidatura.