El repliegue de la gran banca y las cajas de ahorros
Los resultados de los dos grandes grupos bancarios españoles durante 2002 han supuesto un acercamiento a la realidad económico-financiera dominante en los últimos tres años y el abandono del empeño ilusorio y costoso de mantener altas tasas de beneficio contra viento y marea.
La duración del ciclo económico recesivo de los mercados financieros y la crisis endémica de algunos países de América del Sur están sin duda en el origen del modesto balance del ejercicio pasado y, lo que es más importante, de las propuestas de reforzar y reconsiderar algunos aspectos del negocio doméstico y del mantenimiento de la presencia exterior con mayores cautelas que las habidas hasta el momento.
Todo el sistema crediticio español se ha visto afectado por la crisis económico-financiera, ya que, salvo las contadas excepciones de entidades que han recogido los frutos de políticas de saneamiento o de aquellas otras que tienen un ámbito de negocio menos susceptible a la crisis, la gran mayoría de nuestras entidades de crédito han rebajado sus tasas habituales de beneficio.
Es un fenómeno normal, lo anómalo era lo contrario, cuya trascendencia estribará en la capacidad bien para superarlo bien para mantener unas tasas de rentabilidad en el futuro que no menoscaben su solvencia.
Por eso es importante, dentro de ese contexto general, conocer y seguir las políticas que instrumenten nuestros dos grandes grupos bancarios, que son el núcleo duro de su propio sector y cuya evolución tiene una influencia determinante en la economía nacional.
Hasta el momento se conoce el deseo de búsqueda de mayor presencia en el mercado interior, especialmente en la banca minorista, intentando aumentar la cuota de mercado a la par que el aumento de ingresos vía precios. Objetivo difícil porque, a pesar de la presencia dominante de ambos grupos, la competencia de las cajas de ahorros puede ser un factor determinante para equilibrar lo que, en otro caso, podría ser un paseo militar en el mercado doméstico.
Las cajas de ahorros, que representan casi el 50% del sistema financiero, tienen ante sí la oportunidad de demostrar su papel esencial en el mantenimiento de la competencia crediticia en España y reforzar, de paso, su imagen de cercanía con sus ámbitos naturales de actuación. Por otra parte, mientras los dos grupos bancarios han sufrido reiteradas reestructuraciones que les han ocupado casi una década, las cajas de ahorros se han anclado firmemente en el tejido económico-financiero español gracias a su liderazgo en el mercado minorista, sin perjuicio de actuaciones en el terreno empresarial nada desdeñables, y se encuentran en condiciones de resistir e incluso neutralizar, en beneficio de los consumidores, posibles políticas de precios que pudieran alterar significativamente el marco de equilibrio que predomina en nuestro sistema financiero.
Pero el hecho de destacar las dificultades del repliegue anunciado no empalidece la conclusión positiva que se deduce de reconocer la imposibilidad de mantener por más tiempo políticas de negocio y de expansión exterior, cuyo mantenimiento podían poner en peligro los equilibrios de nuestro sistema crediticio.
El aspecto positivo se refuerza además por la constatación de que las cajas de ahorros, a pesar de esas tormentas políticas que se fraguan a su alrededor y de los estereotipos que circulan sobre las mismas, se han convertido en una garantía de equilibrio del mercado nacional, que coadyuvará a hacer más suave para todos la vuelta de los dos grandes bancos nacionales.