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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España elude la recesión

La actividad económica está en un punto ciertamente crítico en todo el mundo, en lo que es uno de los primeros ensayos de la globalización geopolítica y sus efectos. Una amenaza de guerra paraliza las decisiones de inversión en la comunidad internacional de los negocios, justo cuando el calendario cíclico tenía marcado el inicio de una nueva recuperación, al menos en Estados Unidos y en Europa. El perfil diseñado para 2002 (recuperación en el segundo semestre del año) se ha trasladado a 2003, pero ahora con los condicionantes que añade un conflicto bélico: parálisis de decisiones, temor a un enquistamiento de la crisis, etcétera. Por tanto, nadie se atreve a apostar hoy ni un euro sobre cuándo llegará la recuperación de la inversión empresarial, del consumo privado o de los precios de las acciones.

La mejor muestra de esta incómoda tesitura es la encuesta que entre más de 96.000 empresas hacen las Cámaras de comercio e industria en toda la Unión Europea, y que aventura un 2003 peor aún que 2002, con lo que eso supone para países que ya coquetearon con la recesión técnica el año pasado. En el caso de España, con 8.462 empresas que aportaron su opinión en el vasto sondeo cameral, la conclusión es la misma, pero con la particularidad de que manejan un margen considerable como para mantener un notable crecimiento.

Admiten que habrá un recorte en la cifra de negocio, al menos si no se despeja la losa de la guerra, que habrá menos inversión empresarial y que habrá peor comportamiento de la ocupación. Pero no dibujan un paisaje recesivo ni mucho menos. Y no lo hacen porque la economía española ni siquiera en un ejercicio crítico como 2002 ha dejado de crecer de forma significativa.

El Banco de España dio ayer la primera versión sólida sobre el comportamiento de la actividad en 2002. Asegura que la economía creció un 2% en el año, con un último trimestre que ha remontado la tendencia de desaceleración que mostraba la economía en los trimestres anteriores. Por tanto, la economía española ha hecho abstracción del panorama contractivo del exterior y ha logrado mantener un diferencial de crecimiento que ha permitido incluso la creación de empleo neto (1,3%). Ha sostenido la actividad exclusivamente con factores internos, como la actividad constructora o el consumo doméstico, pero ha sido capaz, por vez primera en muchos ciclos, de resistir las embestidas de una crisis global que ha hecho daño incluso a nuestros vecinos más próximos y tradicionalmente más resistentes.

En ello algo tendrán que ver las condiciones de financiación desconocidamente favorables generadas por el ingreso en la moneda única, y algo que ver las políticas económicas que lo facilitaron. Los peligros para no alterar este ritmo siguen estando, desgraciadamente, también en las políticas. Ayer lo recordaba el Banco de España: riesgo de pérdida de competitividad por una inflación cuasi estructural anclada en el 4% y agotamiento del recorrido económicamente permitido del endeudamiento privado.

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