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Acuerdo

EE UU estudia cambiar las directrices económicas para la región

Sólo la prensa latinoamericana se hacía eco de la reunión entre el economista neoliberal argentino Martín Redrado y Richard Haas, director de Planificación Política del Departamento de Estado de EE UU, la semana pasada en Washington. Haas y el subsecretario de Estado, Richard Armitage, han mantenido reuniones con otros expertos latinoamericanos.

El objeto de estas reuniones es discutir posibles cambios en el denominado Consenso de Washington para ofrecer una 'versión social' del mismo. La prensa brasileña, por su parte, aseguraba que el objetivo de EE UU es presentar la nueva versión en la reunión anual que el BID celebra en marzo y que este año se celebrará en Milán.

De cumplirse, el consenso que adoptó George Bush padre será reformado por George Bush hijo.

El interés de los países latinoamericanos por este consenso es comprensible. Las directrices recogidas en este plan de 10 puntos, que se diseñó a finales de los ochenta, son las que han regido las relaciones de los organismos multilaterales con la región desde entonces. Es la ortodoxia neoliberal que se ha venido aplicando desde México a Argentina por más de una década, con pocos resultados.

Políticas complementarias

Su autor, John Williamson, miembro del Instituto para la Economía Internacional de Washington, admite que el plan tiene deficiencias y que debe aprobarse una serie de medidas 'complementarias', ya que, pese a las crisis que han asolado la región, sostiene que el plan tiene plena vigencia.

'Las ideas básicas del Consenso de Washington han ido ganando aceptación a lo largo de los años, hasta el punto de que el propio Lula Luiz Inácio da Silva, presidente de Brasil ha tenido que adoptar muchas de ellas para ser elegido', asegura.

Williamson rechaza que sus recetas sean culpables de las sucesivas y constantes crisis de la región a lo largo de los noventa. Pero admite que el plan debería incluir 'sugerencias' sobre cómo evitar crisis financieras, aunque no aporta soluciones propias.

Asimismo cree necesaria la adopción de 'una segunda generación de reformas' que permita sacar pleno provecho a las liberalizaciones adoptadas en este tiempo. Esa nueva ronda reformista debería incluir, a su juicio, un claro reforzamiento de las instituciones que dé más garantías de seguridad jurídica.

Por último, el economista reconoce que el plan inicial era 'corto de miras' respecto a las necesidades de la región y que es necesario adoptar medidas para mejorar la distribución de las rentas, eso sí, 'sin dañar el crecimiento'.

Williamson hace especial mención del caso argentino. A su juicio, el país hizo muchas buenas reformas, pero cometió dos errores 'fatales', que le exime de responsabilidad.

Por un lado, la convertibilidad, que igualó el valor del peso al del dólar durante más de 10 años, impuso un tipo de cambio que impedía la competitividad de los productos argentinos. Y, por otro, ese tipo de cambio hubiera exigido la aplicación de políticas fiscales estrictas por parte del Gobierno, que no aplicó. 'Sin duda alguna, es equivocado culpar al Consenso de Washington de la tragedia de Argentina', dice.

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