Déficit amenazante
Los bonos a 10 años de EE UU registraron ayer su mayor caída en las últimas tres semanas. ¿El motivo? El aumento de oferta de títulos de deuda pública que la Administración estadounidense deberá afrontar para pagar el fuerte incremento del déficit público previsto hasta 2004. Este movimiento evidencia el gran riesgo que afronta la economía estadounidense: la ampliación del doble déficit (el de cuenta corriente y el presupuestario) en medio de un escenario de desaceleración, bajos precios y debilidad de la divisa. Desde luego, no son buenas noticias para la economía mundial.
Pese a lo abultado de los números, el deterioro de las cuentas públicas no es lo más preocupante del proyecto enviado al Congreso. De hecho, ese déficit previsto representa el 2,7% del PIB, lejos de los máximos históricos registrados bajo la era Reagan (6% del PIB) y por debajo de los niveles alcanzados por Francia o Alemania el año pasado, con cifras en torno al 3% y al 3,7% del PIB, respectivamente.
La Casa Blanca calcula un déficit fiscal para 2004 de 307.000 millones de dólares, el mayor en términos nominales de la historia de EE UU. Esos números rojos son consecuencia de un aumento superior al 4% del gasto en defensa y en seguridad nacional y de los planes millonarios de recortes de impuestos. Las cifras, sin embargo, no incluyen el coste de la previsible guerra contra Irak, lo que disparará aún más el desequilibrio presupuestario. Desde este punto de vista, los presupuestos no resultan creíbles incluso antes de iniciar su larga andadura por el Congreso.
George Bush justificaba ayer sus propios presupuestos aludiendo a 'la recesión y a una guerra que no hemos buscado'. Sin embargo, el presidente estadounidense sí es responsable del fracaso de sus políticas para estimular a corto plazo el crecimiento que, contrariamente al ideal económico, han acabado hipotecando la actividad a largo plazo, con el fuerte aumento del endeudamiento y de las necesidades de financiación.
Como denuncian la mayoría de los analistas, los demócratas y buena parte de los republicanos, la eliminación de la doble tributación de los dividendos estimularía la Bolsa si las perspectivas empresariales mejoraran. Pero la amenaza de guerra está frenando, como reconoce la propia Reserva Federal, los planes de inversión de las empresas y, con ello, el propio crecimiento de la economía. Además, la fuerte financiación que necesita el Estado, en una etapa de incertidumbre como la actual, resta recursos disponibles para el sector privado, lo que se traduce en un alza de los tipos de interés a largo plazo para financiar proyectos de inversión.
Los planes presupuestarios de Bush se tornan así en un mal punto de partida para una economía mundial en pie de guerra. Claro que otras regiones también deberían contribuir al crecimiento global.