La vida sin el 'corralito'
Argentina vivió ayer el primer día sin el corralito, según palabras de un miembro del Gobierno, después de todo un año de restricciones a las retiradas de depósitos. Los ciudadanos formaron largas colas delante de los bancos para retirar efectivo de sus cuentas corrientes sin que ello provocara automáticamente una depreciación del peso. La intervención del Banco Central contribuyó a controlar la cotización de la divisa en el mercado libre, aunque los analistas esperan una ligera caída del peso en los próximos días, a medida que los 21.000 millones de pesos (5.880 millones de euros) atrapados en el corralito entren en circulación en el mercado monetario.
El Gobierno sostiene que, con esta medida, la incipiente recuperación de la economía argentina se verá asentada, pero la realidad del país apunta a que eso no son sino buenos deseos de las autoridades. Con todo, la medida contribuye a la normalización de una economía en graves dificultades, políticas y económicas.
La verdadera prueba de fuego de la situación argentina pasa por la sentencia de la Corte Suprema respecto a la posible dolarización de los depósitos a plazo fijo, que daría al traste con los planes económicos del Gobierno y pondría en un grave aprieto a las entidades financieras. Es el denominado corralón, que retiene 16.000 millones de pesos (4.480 millones de euros) en depósitos a plazo fijo.
Como han reconocido los propios bancos, el grueso de los depósitos de las filiales de BBVA (Banco Francés) y SCH (Banco Río) son amortizaciones a plazo fijo que, por decisión del Gobierno tras la devaluación del peso aprobada en enero, serán devueltos progresivamente en pesos a partir de enero según un calendario fijado. Si la Corte falla contra la pesificación, las entidades tendrán que devolver los depósitos en la moneda en que fueron denominados, mayoritariamente en dólares. Y eso, con un tipo de cambio que ayer se situaba en 3,6 pesos por dólar, encarecería considerablemente la devolución y golpearía aún más las resentidas cuentas de resultados de las entidades.
El fin de año se presenta agitado en Argentina. A los estragos sociales y humanitarios causados por la crisis, se suma la discutida subida de las tarifas de los servicios públicos (insuficiente para las empresas, excesiva para los ciudadanos) y la ausencia de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.