La Bolsa y las provisiones hunden un 43,4% el resultado de la gran banca europea

Los 15 mayores bancos de Europa (con la excepción de los del Reino Unido, que no publican resultados trimestrales) vivieran una nueva debacle en el penúltimo trimestre del año. La práctica totalidad de la gran banca europea sufrió una merma en el beneficio en el periodo entre julio y septiembre. Esta debacle ha provocado que el resultado conjunto de las entidades se haya desplomado un 43,4% en los nueve primeros meses del año. Ninguna de ellas ha sido capaz de mantener siquiera el crecimiento del resultado, algo a lo que estaban acostumbrados en los últimos ejercicios.

El último en publicar resultados ha sido ING. El grupo holandés anunció ayer que prescindirá de 1.000 empleados después de que el beneficio cayera el 17,8% en el trimestre. En este periodo, el grupo ganó 901 millones. Las cosas le han ido ligeramente mejor si se observan los tres primeros trimestres de forma conjunta: la disminución del resultado en los nueve primeros meses del año se reduce a una caída del 1,4%, hasta 3.629 millones. Los 1.000 despidos anunciados por ING se concentrarán en la unidad de inversión, que perdió un 40% de su resultado en el último trimestre.

Su rival ABN Amro también planea despedir a 2.500 empleados de banca mayorista, aunque explicó que transferirá algunos a la compañía estadounidense de servicios informáticos Electronic Data Systems Corp. Les sigue los pasos el estadounidense Morgan Stanley, decidido a despedir a unos 2.200 empleados en todo el mundo, el 4% de su plantilla.

La profunda depresión bursátil, la recesión económica, los escándalos contables en EE UU y la crisis en Latinoamérica han terminado por agujerear las cuentas de la mayor parte de las entidades. Así, la suma de estos problemas ha afectado por una parte al negocio mayorista, al depender éstos de forma directa de la actividad empresarial. Las malas condiciones económicas han provocado más quiebras empresariales, lo que ha conducido a impagos en los créditos y a fuertes dotaciones para insolvencias.

El negocio de inversión en Bolsa se ha resentido, a su vez, por dos vías. En primer lugar, a causa de los menores ingresos por comisiones, al desplomarse la actividad inversora. Pero más importante aún ha sido la pérdida del valor de las participaciones, lo que ha hecho que aumente el diferencial y desciendan los ingresos por compraventa de participaciones. Aparte, claro está, de la caída de la propia capitalización.

Por eso, son las entidades más orientadas al negocio minorista las que han conseguido mantenerse en pie. Es el caso de BNP Paribas, ING o de SCH y BBVA. El talón de Aquiles de las dos entidades españolas han sido, en cambio, las crisis en Brasil y Argentina, sobre todo por las depreciaciones del peso y el real.

La crisis empresarial ha empeorado las calificaciones de riesgo de la mayor parte de las entidades, que se han visto obligadas a llevar a cabo fuertes dotaciones contra posibles insolvencias. Es el caso, en buena medida, de la banca alemana, que ha resultado la peor parada con diferencia. La reorientación hacia la banca de inversión que decidieron los directivos germanos durante el boom tecnológico ha hundido sus cuentas, y no han podido encontrar alivio en un mercado local fragmentado controlado por bancos cooperativos y cajas.

Algo parecido es lo que le ocurre a Credit Suisse. La entidad ha sufrido su política de expansión en los últimos años, que ha esquilmado sus reservas. Además, en lo que va de año, se ha visto obligado a capitalizar repetidamente a su filial aseguradora Winterthur, otra víctima de los mercados.

Los malos resultados pueden mantenerse durante el próximo año, a juicio de los analistas y expertos. No se prevé una mejora de los mercados financieros y la recuperación económica puede hacerse esperar hasta bien entrado el año. Esta circunstancia llevaría aparejada un descenso de los ingresos y un aumento de la morosidad crediticia, que obligará a nuevas provisiones.

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