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Columna
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Consejo de Bruselas y el futuro de la PAC

El reciente Acuerdo del Consejo de Bruselas ha permitido despejar algunas incógnitas que impedían cerrar las negociaciones de adhesión con los países candidatos y especialmente la correspondiente a las perspectivas financieras para el periodo 2007-2013.

El acuerdo establece, en primer lugar, que el límite máximo del gasto relacionado con la ampliación fijado por el Consejo Europeo de Berlín para los años 2004-2006 deberá respetarse. En segundo lugar, establece que, sin perjuicio de futuras decisiones sobre la PAC después de 2006, ni de los compromisos internacionales que la Unión ha asumido, especialmente la ronda de negociaciones multilaterales comerciales lanzada en Doha, las ayudas directas de la política agrícola común (PAC) se introducirán los 10 países miembros de acuerdo al siguiente calendario de incrementos expresados como porcentaje del nivel de ayudas directas en la UE-15: 25% en 2004, 30% en 2005, 35% en 2006, 40% en 2007 y posteriormente con incrementos anuales del 10% con el fin de garantizar que los nuevos Estados miembros alcancen en 2013 el nivel de ayudas que se aplique en esa fecha en la UE-15.

En tercer lugar, y una de las claves del acuerdo, establece que la convergencia gradual de las ayudas directas de la PAC en los nuevos Estados miembros se hará en un marco de estabilidad financiera, de modo que el gasto total anual en regulación de mercados agrarios y ayudas directas en la UE-25 durante el periodo 2007-2013, no puede superar en términos reales el límite máximo establecido para dicho gasto total para el año 2006 acordado en Berlín para la UE-15 y el límite máximo propuesto para los gastos en tales conceptos correspondientes a los nuevos Estados miembros para el año 2006. la suma global en términos nominales de los gastos de regulación de mercados agrarios y ayudas directas anuales durante el periodo 2007-2013 no podrán superar la cifra de 2006 corregida al alza en un 1%, es decir, por debajo de la inflación prevista (1,5%), lo que significa una pérdida en términos reales.

La pregunta que surge ahora es qué va a pasar con la Revisión de Medio Término de la PAC lanzada por la Comisión en julio pasado y qué futuro le espera a la PAC, y en especial a las ayudas directas a los agricultores, la principal rúbrica del gasto agrícola comunitario. Una primera lectura de acuerdo sugiere que antes de 2006 no se producirá ninguna reforma profunda de la PAC. De hecho, la base del pacto franco-alemán ha sido que Francia ha aceptado la pretensión alemana de congelar el gasto agrícola en términos nominales en los niveles de 2006 y a cambio Alemania ha aceptado la pretensión de Francia de no modificar la PAC hasta 2006, es decir, de aparcar la propuesta de la Comisión de julio de 2002 para revisar en profundidad la PAC. Desde el punto de vista presupuestario, no es necesario abordar ahora una revisión profunda de la PAC en lo que concierne a la reducción de las ayudas directas, pero las negociaciones comerciales multilaterales en curso podrían requerir, si se endurecen, cambios en las ayudas directas en la línea ya apuntada en el documento de la Comisión, es decir, la desconexión total o parcial de las ayudas directas respecto de la producción para disminuir o incluso eliminar nuestra caja azul.

Distinto y mucho más difícil es pronosticar cómo será la PAC después de 2006. Aunque algunas fuentes se han apresurado a pronosticar que no habrá cambios en la PAC en el periodo 2007-2013, ya que el Acuerdo del Consejo de Bruselas permite seguir con las actuales ayudas directas sin necesidad de introducir recortes en ellas (modulación dinámica) tal como propone el documento de la Comisión sobre la Revisión de Medio Término de la PAC, muy recientemente respaldado por el Parlamento Europeo.

Sin embargo, los cálculos apuntan a que a partir de 2009 pueden producirse excesos sobre el techo del gasto agrícola acordado si se mantiene el actual nivel de ayudas directas de la PAC, aunque bien es cierto que se trata de excesos no importantes y que podrían compensarse con los ahorros de años anteriores, aunque ésta es una posibilidad en el aire. Por otro lado, la adhesión de Rumania y Bulgaria, prevista para 2007, podría empeorar la situación.

Pero más allá de la perversión del encaje presupuestario, que para algunos parece ser lo único que importa, hay otros elementos. En primer lugar, las decisiones sobre el futuro de la PAC se tomaran por 25 países y no por 15, y desde luego los intereses de los 10 nuevos Estados no son los mismos que los de los actuales miembros.

En segundo lugar, hay una fuerte presión internacional para desmantelar el proteccionismo agrario de viejo cuño, es decir, aquel que distorsiona el comercio agrario internacional.

En tercer lugar, hay un creciente consenso sobre la necesidad de una política agraria menos centrada en la cantidad y más en la calidad, menos centrada en la producción y más centrada en el territorio, cuya finalidad última sea promover un desarrollo rural sostenible. Por último, las nuevas demandas sociales sobre conservación del medio ambiente y paisaje, bienestar de los animales y calidad y seguridad de los alimentos se están afianzando en la UE.

Todos estos elementos obligarán, sin duda, a emprender profundas reformas de la PAC después de 2006.

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