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Elecciones

EE UU renueva el Congreso en un clima de deterioro económico

Más que previsiones, ayer se hacían apuestas porque ni siquiera estaba claro para todos que los republicanos se hicieran con el control de la Cámara de Representantes, donde han tenido mayoría en los últimos ocho años (se renueva el total de sus 435 escaños). Con ser ajustada la batalla por la Cámara baja, la del Senado lo es aún más. En la primera parte de esta legislatura, el Senado ha estado dominado por una mínima mayoría demócrata que ha puesto muchos problemas a Bush en asuntos económicos y no tantos en materia exterior, principalmente en asuntos antiterroristas o la crisis con Irak.

La definición de cómo será el Senado depende de las votaciones de apenas seis Estados, entre los que están Minesota, Dakota del Sur, Misouri y Colorado, donde hay una intensa lucha por cada voto y la competencia entre candidatos es real. Por si algo sirven las encuestas en un país tan dividido, la última hecha pública por CNN/Gallup aseguraba que el 51% de los electores tenían la intención de votar por los republicanos mientras que el 45% lo haría por los demócratas. La cadena ABC decía, sin embargo, que el 50% votará por los demócratas, y el 49%, por los republicanos.

De forma cautelar, y tras la experiencia de las últimas presidenciales en las que se tardó 36 días en saber el resultado de los comicios, unos 20.000 abogados de ambos partidos estuvieron ayer de vigilancia continua. A pesar de las reformas hechas en el sistema electoral, no se esperan resultados definitivos hoy.

Las elecciones son un examen informal sobre el presidente Bush quien hasta ahora ha gozado de una fuerte popularidad por su papel en la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, la posición belicista contra Irak cada vez despierta más dudas entre los electores. Máxime cuanto la incertidumbre que ésta supone es un motivo más para que la economía siga sin recuperarse. Aunque los mensajes de Bush han ido mucho más dirigidos a la política exterior, los estadounidense han estado mucho más preocupados por sus bolsillos y ahorros, según señalan las últimas encuestas. La confianza de los consumidores no deja de erosionarse.

En este sentido, y pese a no haber sido una cuestión de primera fila de la campaña, Bush estaría considerando dar un pequeño de cambio en su actual gabinete y puestos económicos. El que más posibilidades tiene de abandonar su cargo es Harvey Pitt, presidente de la comisión del mercado de valores estadounidense, que ayer canceló todos sus actos públicos, y el asesor económico de la Casa Blanca, Lawrence Lindsey.

Lindsey ha perdido el favor del presidente por invadir las competencias de otros consejeros y sacar cuentas del coste de la guerra contra Irak. El puesto del secretario del Tesoro, Paul O'Neill, uno de los más contestados en el equipo económico de Bush, se lo ha asegurado él mismo al ponerse a trabajar en una futura reforma fiscal.

Y mientras la economía espera un nuevo equipo en el Gobierno, ésta sigue debilitándose. Ayer se conoció que el índice del Instituto de Gestión de la Oferta (ISM) de actividad del sector servicios en octubre cayó hasta los 53,1 puntos (53,9 en septiembre), menos de lo previsto pero con retroceso tanto en empleo como en nuevos pedidos.

El deterioro económico hace que la mayor parte de los analistas descuenten mañana la rebaja de tipos por parte de la Reserva Federal, por el aumento del paro y la caída de la confianza de los consumidores.

Salvo Bear Stearns, el resto de las firmas de Wall Street creen que se rebajará el precio del dinero hoy pero algunos piensan que se irá más allá del cuarto de punto para llegar a 50 puntos porcentuales. Tras 11 bajadas el año pasado, los tipos están al 1,75%, el porcentaje más bajo en 40 años. Algunas firmas consideran que si los tipos se quedan en el 1,50% se volverá a rebajar hasta el 1,25% en diciembre.

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