El largo camino entre la estupidez y la estabilidad
Se suponía que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea, desde hace mucho tiempo descrito como una cámara de tortura medieval, funcionaba gracias a su poder disuasorio (...). Ha fracasado. Francia se ha sacudido la amenaza (...). La tortura medieval parece que en este momento ya no funciona (...).
A lo largo de Europa hay dos respuestas a esta nueva situación. Gordon Brown, ministro británico de Finanzas, sugiere que se prescinda de un arreglo rápido y se prepare con tiempo suficiente un nuevo marco fiscal duradero. Por su parte, Pedro Solbes, comisario europeo de Asuntos Económicos, insiste en que el actual pacto puede remodelarse para hacer frente a los actuales desafíos a los que se enfrenta la Unión Europea.
No debe caber la menor duda de que el primer análisis es el correcto. Los países ya saben que no necesitan respetar las normas del Pacto de Estabilidad. Por lo tanto está muerto (...). Los diferentes Gobiernos europeos deben empezar a concebir una alternativa (...).
El imperativo político es que todos los Gobiernos deseen cumplir las normas porque consideren que va en beneficio de sus intereses económicos nacionales (...). Perder un Pacto de Estabilidad puede calificarse como un signo de mala suerte; perder el segundo parecería una falta de cuidado.
Los europeos no deben hacerse ilusiones: escribir, pactar y aplicar el pacto será extremadamente difícil (...). Los actuales y los potenciales miembros de la zona euro deben empezar a buscar un acuerdo sobre el nuevo pacto. La Unión Europea no tiene muchas más alternativas si desea evitar la repetición frecuente de la recientemente vivida crisis presupuestaria.