Ahorros sin frontera fiscal
Los dirigentes de la UE se devanan los sesos hace años sobre cómo promover la movilidad laboral que exige el buen funcionamiento de una unión monetaria. En EE UU, el impacto de las crisis en una zona no se supera sólo con mayor trasvase de fondos federales, sino también con un ajuste geográfico de la mano de obra que mitiga el bache temporal. En Europa, los programas de intercambio universitario contribuyen hace 15 años a formar una generación cuya experiencia en otros países les ha facilitado la colocación lejos de su residencia habitual. La mejora en la enseñanza de idiomas también ha contribuido a que cada vez más jóvenes busquen salidas laborales en la zona de Europa que mejor remunere o dé más posibilidades a su cualificación. Pero la movilidad laboral sigue sufriendo lastres que, quizá, esfuerzos como el del doctor Rolf Dieter Danner aliviarán más que cualquier iniciativa comunitaria.
Danner consiguió el jueves que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea le reconozca el derecho a deducir en su país de residencia (Finlandia cuando presentó el recurso) las contribuciones que realizó a un fondo de pensiones complementario en Alemania. Las autoridades finlandesas enmendaron su legislación tan pronto como el país se incorporó a la UE (1996) para excluir, precisamente, de casi todos los beneficios fiscales los planes de pensiones con una entidad financiera radicada en otro país comunitario. Todo un ejemplo de obstaculización a la libre circulación de trabajadores.
Por desgracia, más que la excepción, es la norma. En la mayoría de los casos, ni los trabajadores europeos pueden llevar consigo el plan de pensiones a otro país de la UE ni las empresas pueden gestionar de modo unitario los planes que ofrecen a su plantilla en diferentes Estados miembros. Para las empresas, el ahorro de la gestión unificada supondría 40 millones de euros anuales. A los trabajadores, la fragmentación fiscal les supone en ocasiones doble imposición y casi siempre una merma en los beneficios del plan de pensiones. La mayoría de estos productos recompensan la fidelidad, algo que resulta imposible para los nómadas laborales.
La sentencia del Tribunal de la UE sienta un precedente fundamental cuando los Quince se esfuerzan por completar la integración de los mercados financieros antes de 2005. El plan incluye la dotación de pasaporte europeo para las gestoras de fondos, de modo que puedan comercializar sus productos en toda la UE una vez obtenida la autorización de sus autoridades locales. El sector ha agradecido la iniciativa, pero ha insistido, con tino, en que su efectividad está limitada por barreras fiscales. El tribunal ha derribado una. Y la Comisión insta a los Estados a eliminar las otras. Bruselas no persigue fiscalidad idéntica en todos los países, sino que se reconozca la libertad del inversor para buscar el mejor rendimiento. El intercambio de información entre autoridades fiscales debe bastar para garantizar la tributación de los depósitos o las inversiones en otros Estados, como afirma el tribunal. Gracias al doctor Danner.