Freixenet, Codorníu y los Rothschild preparan inversiones en Argentina
Es el momento de entrar en Argentina', dice José Luis Bonet, presidente de Freixenet, el mayor productor de vino espumoso del mundo.
Mientras muchas multinacionales extranjeras abandonan el país latinoamericano, inmerso en una de las peores crisis económicas de su historia, productores de vino europeos estudian ahora penetrar en el mercado argentino y comprar terrenos cultivables. Consideran que la devaluación de la moneda nacional, el abaratamiento de la mano de obra y las características geográficas y meteorológicas del país son en este momento idóneas para los productores de vino extranjeros.
'En estos días, nada supera la relación calidad-precio que existe en Argentina', asegura Xavier Pages, responsable del negocio internacional de Codorníu, el segundo mayor productor de vino espumoso en España. La compañía planea la compra de nuevos viñedos en Argentina, el quinto productor mundial de vino.
Freixenet, que posee bodegas en Francia, México y EE UU, quiere comprar también una bodega en Argentina, según Bonet. En la última década el grupo español se ha pronunciado en varias ocasiones favorable a realizar una adquisición en Argentina, pero hasta el momento sólo ha firmado acuerdos de colaboración en Uruguay y Chile.
Xavier Pages estima que una hectárea de tierra cultivable en la región de Mendoza, la más importante productora de vino de los Andes, cuesta aproximadamente 10 veces menos que un terreno similar en España y 40 menos que en California. 'Uno toma una copa de vino argentino, después ve el precio y entonces quiere comprar muchas botellas', comenta Mark Phillips, director de una empresa estadounidense de catas de vino.
Las compañías españolas no son las únicas que perciben oportunidad de negocio en Argentina. Un grupo de inversores franceses, entre los que se encuentran las familias Rothschild y Laurent Dassault, incrementará su capital de 23,6 millones de euros destinados en 1999 a realizar compras en el país. 'Tras la devaluación decidimos acelerar nuestras inversiones', explica Philippe Schell, responsable del grupo inversor galo. 'Estamos construyendo una segunda bodega y en 2004 construiremos una tercera', añade.
Crecen las exportaciones
En los últimos 10 años Argentina no ha sido un mercado atractivo para los consumidores de vino. La paridad del dólar y el peso hacía más rentable la penetración en otros países suramericanos como Chile.
Ahora, la Asociación Nacional de Bodegas de Argentina calcula que las exportaciones crecerán un 20% en 2002. 'Estamos potenciando nuestros esfuerzos para exportar vino. Por ejemplo, en EE UU una botella de vino argentino se vende por un precio que oscila entre 5 y 10 dólares, mientras que en Argentina se vende entre 1,25 y 4,2 dólares', dice Jorge Apri, gerente de las bodegas Santa Ana y Michel Torino, propiedades de Peñaflor, el mayor productor de vino de Suramérica y propiedad de la división de Credit Suisse DLJ Merchant Banking.
Una dificultad que se encuentran los exportadores de vino argentino es el escaso reconocimiento que aún tienen los caldos del país. 'No hay imagen', cree Michel Rolland, crítico de vino francés. 'Hay que hacer buenos vinos y también buen marketing. Es un trabajo difícil, pero el potencial está ahí', dice.
Rolland y otros expertos opinan que Argentina podría especializarse en la promoción de vinos malbec, una variedad de uvas originaria de la región francesa de Burdeos. Según el crítico, esta uva tiene calidad para competir internacionalmente.