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Coyuntura

La confianza de los estadounidenses se desploma en agosto

Una tasa de paro del 5,9% y la negativa evolución de los mercados siguen afectando la percepción de los consumidores. La caída del índice elaborado por el Conference Board en agosto no sólo es la tercera consecutiva sino también la más acusada, dejando muy lejanas las previsiones de los analistas de 'una modesta bajada'.

La encuesta no refleja grandes variaciones respecto a la gran cuestión del empleo, ya que, a la pregunta de si es más difícil ahora conseguir un puesto de trabajo, el 23,9% responde afirmativamente, un porcentaje similar al de pasadas consultas. Los analistas creen ver en estos datos (uno de los más volátiles), y en el hecho de que las nuevas contrataciones son efectivamente menores, una llamada de atención sobre la futura evolución del consumo que supone dos tercios de la economía estadounidense y que hasta ahora y pese a la crisis se ha mantenido robusto.

En este sentido, ayer Merrill Lynch rebajó las recomendaciones de 16 comercios minoristas. 'Crece la preocupación debido al temor por el efecto negativo de la Bolsa en la creación de riqueza, el dudoso estado del mercado y la caída real de los salarios y la confianza de los consumidores', comenta Merrill Lynch en su informe.

En caída libre

'Las últimas caídas mensuales de la confianza muestran de forma contundente que todavía no se ha llegado al punto de inflexión', aseguraba la directora de investigación del Conference Board, Lynn Franco. Según esta economista, también se hace evidente que el aumento del gasto en consumo no va a ser inmediato, aunque de los actuales niveles se puede deducir una 'continua pero lenta expansión'.

La Bolsa, descontando escenarios futuros, reaccionó a la baja al conocer el dato del Conference Board y el dólar perdía posiciones frente a las principales divisas. El euro cotizaba ayer a 0,982 centavos, frente a los 0,973 del lunes. En el parqué apenas hicieron efecto los datos récord de ventas de viviendas conocidos el lunes y la confirmación de la fortaleza presente del consumo que se reflejó en el informe sobre los pedidos de bienes duraderos en julio que ayer hizo público el Departamento de Comercio. Según las estadísticas de esta oficina, los pedidos para productos como coches, ordenadores o electrodomésticos mejoraron el pasado mes un 8,7%. La subida está muy por encima de las previsiones de los analistas y es el mayor aumento en nueve meses.

Esta misma estadística oficial hacía una revisión a la baja de los datos de junio, cuyo descenso del 4,1%, según el cálculo inicial, se ha ampliado hasta el 4,5%.

Pero las revisiones a la baja más llamativas hoy han sido las efectuadas por la Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO, en sus siglas en inglés). La oficina de Washington ha rebajado las previsiones de la Casa Blanca en cuanto a los déficit presupuestarios y ha aventurado que los superávit no volverán hasta 2006. Los cálculos no pueden ser peores para el presidente George Bush y para el diseño de la política de gasto que pueda hacer el Congreso, una vez que comience el periodo legislativo, tras el receso vacacional y previo a las elecciones del 5 de noviembre, en las que se renovarán parcialmente las Cámaras y se elegirá a 36 gobernadores.

En esencia, la CBO ha dicho que en el presente año fiscal el déficit presupuestario será de 157.000 millones de dólares por la caída de la recaudación y el aumento del gasto público. Para el año fiscal 2003, que comienza el 1 de octubre, esta cifra será mejor pero aún rondará los 145.000 millones de dólares en un presupuesto de 2.100 billones de dólares. El superávit del presupuesto de 2001 fue de 127.000 millones.

La Casa Blanca previó el pasado mes un déficit mayor para este año (165.000 millones de dólares) pero significativamente menor para 2003: 62.000 millones, según el presupuesto de Bush.

Con todo, estas previsiones del CBO, que hace sólo seis meses abogaban un superávit de 5.000 millones este año y 10 ejercicios más en cifras positivas, pecan de optimistas. Los cálculos de esta oficina se basan en gastos ya aprobados y excluyen los dedicados a defensa y la Oficina de Seguridad Nacional (el superministerio de seguridad). Tampoco se incluyen las rebajas fiscales para inversores que el presidente Bush quiere que se aprueben en los próximos meses. Así las cosas, los economistas del Wall Street creen que el déficit puede ser mayor y llegar el año que viene a los 200.000 millones de dólares.

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