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Petróleo

El encarecimiento del crudo un 40% en el año amenaza la reactivación

El precio del barril de brent, el de referencia en Europa, acumula una subida próxima al 44% en lo que va de año, en buena medida por las expectativas de un conflicto bélico en el golfo Pérsico. Pero el mercado cree ahora que 'la guerra está más próxima de lo que pensábamos', según los analistas. Ello llevó al crudo a tocar los 28 dólares, el máximo desde el 11-S, aunque luego cayó a 27,4 dólares por barril.

El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, justificó el lunes el ataque a Irak ante la posibilidad de que el régimen de Sadam Husein se haga 'en breve' con armas nucleares, y advirtió que el riesgo de 'inacción es mayor que el de un conflicto'.

Cheney se hacía, así, eco de la amenaza nuclear que pesa sobre una de las regiones más conflictivas del planeta. En las últimas semanas Israel ha reiterado que no será la primera en utilizar armas nucleares, pero no descartó su uso.

Los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se encuentran divididos entre quienes se oponen a un conflicto con Irak, como Arabia Saudí, y quienes apuestan por premiar el ataque con una producción adicional de crudo, como Kuwait. La organización discutirá el próximo 19 de septiembre en Osaka (Japón) el nivel de producción para el cuarto trimestre, sin que en este momento se aprecie un acuerdo al respecto.

La OPEP ha fijado las cuotas de producción más bajas de la última década, con 21,7 millones de barriles diarios, aunque admite que se superan esos límites en unos 1,5 millones de barriles cada día. Rusia ha aprovechado el momento para ganar cuota de mercado y aumentar sus exportaciones, a las que destina el grueso de su producción. Pero el Gobierno quiere limitar desde septiembre las exportaciones al 20% de la oferta para garantizar el abastecimiento interno ante la llegada del invierno. Otro factor que puede introducir tensiones en los precios en la recta final del año.

Buena parte de las divisiones de la OPEP se deben al cambio que se está produciendo en la política exterior de EE UU hacia el mundo árabe. La Administración de George Bush ha adoptado un papel más sesgado y distante que sus predecesores en el conflicto de Oriente Próximo, con un apoyo total hacia Israel y, por ende, enfrentado a muchos de sus tradicionales aliados.

Washington, por ejemplo, suspendió la semana pasada un programa de ayuda a Egipto con la excusa del encarcelamiento de un activista de derechos humanos en El Cairo. Pero lo cierto es que el presidente egipcio, Hosni Mubarak, ha criticado el papel de EE UU en el proceso de paz en Sudán y ayer mismo insistía en que 'no es necesario' un ataque a Irak porque, a su juicio, 'traería el caos a la región'.

Tampoco las relaciones con Arabia Saudí pasan por su mejor momento y los fondos saudíes han llegado a amenazar este verano con retirarse de las Bolsas estadounidenses. Este factor encendió las alarmas de la Casa Blanca y llevaron a Bush a reunirse ayer con el embajador saudí en EE UU, el príncipe Bandar bin Sultan, en su rancho de Crawford (Tejas). El nuevo posicionamiento de EE UU también afecta a Marruecos, con el que el Gobierno quiere cerrar en breve un acuerdo de libre comercio en reconocimiento de su papel estratégico.

Este cambio desde los ataques defensivos, la política de la guerra fría, hacia los ataques preventivos que anticipa EE UU no cuenta con el beneplácito de sus socios occidentales, salvo Reino Unido. Un escenario que amenaza con lastrar la débil recuperación económica.

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