El vídeo digital llega a la pyme
La pequeña empresa tiene en el vídeo digital una nueva herramienta para la formación o la promoción de productos
Desde que las videocámaras domésticas irrumpieran en la escena tecnológica, los cambios han ido siendo tan rápidos como cualitativos en todo lo relacionado con la creación y la producción videográfica, pero nunca hasta ahora se había caminado tanto y en tan poco tiempo en el campo de la posproducción. La informática e Internet tienen gran parte de la culpa, por no decir directamente que toda.
En el último año, las videocámaras en formato MiniDV se han abaratado hasta llegar a la cifra mágica y redonda de los 600 euros, que posibilita su acercamiento a la inmensa mayoría. Una reducción de precio que no significa renunciar a cuestiones fundamentales para la manipulación digital de las imágenes, como la conexión de salida DV para trasladar las imágenes registradas en la cinta al ordenador sin pérdida aparente de calidad. A esta evolución se unía, además, el abaratamiento simultáneo de los equipos informáticos y la inclusión por defecto en muchos portátiles y ordenadores de sobremesa de conexiones Fireware o I.Link, que ambas son una misma conexión que permite transferir 400 Mbits por segundo al disco duro. En definitiva, la antesala a un mundo de posibilidades de creación y reproducción audiovisual que sólo parecían destinarse al consumo doméstico. ¿Pero, acaso no son prácticamente idénticos los recursos presupuestarios de una familia holgada que los de una micropyme?
Las posibilidades de videocámaras y ordenadores que se nos presentan cada día en escenarios domésticos pueden ayudarnos en ámbitos empresariales como la formación o la demostración comercial en un mundo radicalmente distinto y productivo. Y mucho más con el advenimiento de Internet.
Grabar una presentación o una charla formativa, comprimirla, editarla y publicarla en una página web es una cuestión de coser y cantar
Lo primero que debemos saber es que no hay ya apenas dificultad en descargar cualquier grabación de vídeo (una conferencia, un curso para empleados que deseamos distribuir a la totalidad de la plantilla, una presentación de un producto...) a un ordenador. Cualquier programa nos puede servir para eso, desde los comerciales como Adobe Premiere o Avid, si nuestro interés es más profesional, o Final Cut si trabajamos con Mac. Pero hay posibilidades múltiples en el ámbito de los programas de libre distribución que nos pueden servir perfectamente sin por ello hacer inversión alguna y descargándolos de cualquier servicio típico de Internet como Shareware. com o Softonic.com. VirtualDub, por ejemplo, soporta captura de vídeo en formato AVI y realiza el procesado de captura de modo interno, permitiendo especificar el ancho de banda de escritura del disco duro mientras se realiza la captura, amén de muchas otras mejoras que lo destacan frente a otras opciones más populares.
Una vez que tenemos nuestro vídeo grabado en el disco duro, probablemente en formato AVI, podemos crear un archivo MPEG1, que si alcanzara los 30 minutos y con alta calidad nos ocuparía menos de 500 megas, por lo que cabría en un CD normal. Para convertir la captura original lo mejor es usar un programa como TmpgEncoder (www.tmpgenc.net /e_main.html), de distribución gratuita y con muchas opciones de configuración. De esta forma, se puede pasar un documental de alrededor de media hora de duración a un CD en formato VCD, ocupando algo menos de 500 megas. La calidad conseguida es comparable a la de un vídeo en cinta magnética VHS, aunque se trata de conceptos diferentes de imagen y por ello de calidad, y el formato VCD (o su hermano mayor el SVCD) puede reproducirse en cualquier reproductor DVD, tanto de sobremesa como de ordenador.
Aunque los pasos a dar son simples, requieren de cierto conocimiento sobre lo que estamos haciendo, para lo que serán de gran utilidad sitios como el excelente www.vcdhelp.com o los muchos tutoriales que pueden encontrar en Imagendv (www.imagendv.com/tutorial/vcd.htm), quienes no sean amigos de la lengua del imperio.
Una vez hayamos convertido nuestro vídeo a un formato que quepa en un soporte estándar, como puede ser un CD, podemos realizar muchas otras operaciones que mejoren la calidad del producto, como incluir subtítulos tanto si es la formación el destino final del trabajo como la realización de algún tipo de presentación comercial de un producto. Existen muchos programas, como VideoMax, que es un editor de vídeo que permite añadir subtítulos a los VCD y DVD, disponible en Internet.
El programa permite crear el fichero con los subtítulos y cargarlo después automáticamente cuando introduzcamos el vídeo en cuestión. Los ficheros no son modificados, porque los subtítulos se guardan en ficheros separados, por lo que resulta tremendamente útil tanto para hacer versiones en distintas lenguas como para realizar rotulaciones y otras labores de edición.
El sistema es similar sea cual sea la fuente de obtención de las imágenes, DVD, VCD realizados con anterioridad o provenientes de otras compañías, aunque teniendo siempre, claro está, los derechos de autor correspondientes. En la Red podemos encontrar decenas de opciones para realizar las conversiones entre sistemas de ficheros de vídeo y para reducir el tamaño de esos ficheros hasta que quepan en un CD.
Si a esto unimos la posibilidad de comprimir aún más esos ficheros hasta formatos manejables en Internet, nos encontraremos con la posibilidad de dotar a nuestra empresa de material de formación o presentaciones comerciales al nivel de cualquier multinacional. Grabar una presentación o una charla formativa, volcarla al disco duro, comprimirla y editarla, grabarla en un soporte de distribución estandarizado y colocar una versión de menor peso en la intranet de la empresa o en el web corporativo es ya cuestión de coser y cantar, por más que aún no se haya extendido entre las pymes españolas de menor tamaño.
Ayudas para comprender los formatos
El principal problema al que se debe enfrentar cualquier neófito en la material del vídeo digital es el galimatías de formatos y de terminología que irrumpirá en su vida a renglón seguido de la primera acción de descarga de imágenes.
La transformación de DV a MPEG-1 suele dar problemas si no verificamos que la resolución sea de 352x288, el estándar para VCD (VideoCD) en su especificación PAL (la de nuestros televisores). MPEG (Moving Pictures Expert Group) es un sistema de comprensión que suele llevar parejos 4 números a su lado que marcan el tipo de compresión realizada. El 3 (mp3) es el destinado únicamente a la comprensión de audio y el más popular por muchos motivos.
El MPEG-1 corresponde a una calidad de VCD, el MPEG-2 se acerca a la del DVD y el MPEG-4 tiene tanta potencia que ha llegado a poner en peligro el estándar DVD.
Si queremos información sobre todos estos formatos de los que hablamos hay muchos lugares donde encontrarla en Internet, como los manuales en castellano de VCDSpain (www.vcdsp. com) o muchas otras páginas de todo el mundo hispanohablante (www.instantdvd.com.ar/mpeg. htm). También se pueden encontrar en esta dirección distintos comentarios y guías paso a paso realizadas por otros usuarios que se han enfrentado antes a la misma situación.
Las posibilidades son además ilimitadas, porque una vez que se le coge el tranquillo producir es tan simple como escribir en un procesador de textos. Y lo mejor de todo es que en cualquier momento podemos convertir el producto final a formatos de difusión de vídeo a través de Internet como el WMP (Windows Media Player), el Quicktime de Apple, el de Real Media o incluso el Flash Vídeo. Para difundir la película de vídeo por la Red es tan simple como volcar y esperar.