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Golf

La última oportunidad

El torneo US PGA pone fin al Grand Slam de 2002. Nuevo duelo entre Woods y García

Es la última oportunidad. El US PGA, el campeonato de la asociación de profesionales de EE UU pone mañana el cerrojo al Grand Slam que, una vez más, nadie ha sido capaz de conquistar. En el Hazeltine National Golf Club de Chaska, en Mineápolis, se han reunido 156 jugadores entre los que figuraban los 100 primeros de la clasificación mundial, y entre ellos dos españoles: Sergio García y José María Olazábal.

Es un torneo negado a los europeos, el último que lo ganó fue Tony Jacklin, en 1970. Una estadística que Sergio nunca mira. Desde entonces el golf se ha universalizado y él juega más en EE UU que en Europa. Para él es un handicap a superar cuanto antes. El castellonense se ha convertido en uno de los grandes de la temporada. Después de Tiger Woods, el público americano se decanta por Sergio, al que animan para que dé caza al Tigre. Los aficionados le han perdonado el feo gesto que hizo en el último US Open y apuestan por él como el principal enemigo del número uno.

García lleva una temporada impresionante que en Estados Unidos le ha permitido superar los dos millones de dólares en premios. Pero el dinero, para los cien primeros del mundo, no es lo primordial. Lo que cuenta para ellos es el palmarés y más para los que aún no saben lo que es capturar un grande. Y es que en el golf el prestigio cuenta mucho. El Niño, en los tres grandes que hasta ahora se han disputado, siempre se ha clasificado entre los 10 primeros. Fue cuarto en el US Open y octavo en el Masters y en el British. Sólo otro jugador ha cuajado una actuación similar, el irlandés Padraig Harrington, aunque, a diferencia del español, nunca ha rondado la victoria con la claridad de éste. El otro favorito es Phil Mickelson, ganador en 21 ocasiones en el circuito americano, pero con una bien ganada fama de blando en los grandes.

Sergio ha sido el único jugador que ha vencido a Tigre en La Batalla de Bighorn, el torneo amistoso que hace tres semanas volvió a disputarse en Palm Desert. También fue él quien en 1999, en el campo de Medinah, en Chicago, hizo sufrir a Tiger hasta el mismo hoyo final tras dar un golpe de dibujos animados desde detrás de un árbol en el hoyo 16 y que forma parte de la antología del golf. Se ha preparado a conciencia para llegar a mañana con opciones y esperar que le salga la cuarta vuelta que necesita quien aspira a levantar el Wanamaka Trophy, una enorme y hortera copa de plata que distingue al ganador del PGA. El defensor del título, el estadounidense David Toms, apenas aparece. Han vendido el PGA como un cara a cara entre Sergio y Tiger, un jugador con un palmarés asombroso tras haber ganado ocho de los trece últimos grandes en los que ha intervenido.

El principal enemigo de Sergio es su impaciencia. Ha participado tantas veces en el desenlace de un grande sin que la fortuna estuviera de su lado que en algún momento duda de sus fuerzas. El año pasado, cuando ganó dos torneos del circuito americano, reconoció que se había quitado un peso de encima. 'Creía que nunca lo podría conseguir, que no sería capaz, estaba intranquilo. En el momento de ganar sentí una enorme tranquilidad que me ha permitido vencer más veces', señaló. En todo siempre hay una primera vez.

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