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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

O'Neill viaja a Latinoamérica

La gira relámpago del secretario del Tesoro de EE UU por Brasil, Uruguay y Argentina, los tres focos de la crisis económica de la región, ha generado importantes expectativas. Pese a ello, el hecho de que Paul O'Neill haya desatado la polémica antes de salir -dijo que toda ayuda financiera puede terminar en cuentas en bancos suizos- no ha sido el mejor billete de ida para un viaje en el que EE UU trata de reparar las deterioradas relaciones con la zona y demostrar que la Administración Bush no está abandonando la región a su suerte.

Como tarjeta de presentación, EE UU ha optado por una decisión poco comprometida. Ha facilitado un préstamo puente de 1.500 millones de dólares a Uruguay para posibilitar la reapertura de los bancos. Es un respiro para Uruguay y sólo un adelanto de las ayudas previstas por el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. También es la primera vez que la Administración Bush aprueba una ayuda de esta naturaleza a un país en crisis. ¿Se trata de un cambio de política? No parece. Sencillamente, era inimaginable al secretario del Tesoro de EE UU de visita en un país con los bancos cerrados por decreto.

Lo que sí ha variado es el mensaje de la Administración Bush, frontalmente contrario hasta ahora a los rescates financieros del FMI de economías en crisis. Ayer, en su primera escala, O'Neill aseguró que su Gobierno otorga 'un fuerte apoyo' a la política económica de Brasil y sus negociaciones con el FMI. No obstante, con las elecciones brasileñas a la vista, dos líderes populistas destacados en las encuestas y las extemporáneas opiniones previas del propio O'Neill, siempre quedará la duda sobre la sinceridad de la afirmación.

De todas formas, el intento del secretario del Tesoro de Estados Unidos de restaurar la confianza de los inversores en la región choca con un obstáculo casi insalvable, las diferencias existentes entre la Administración Bush y el Gobierno argentino respecto a las reformas adoptadas por el equipo del presidente Duhalde para intentar contener la crisis que tiene al país a un paso del estrangulamiento, germen en buena mediada de la endeble situación de la región. Si O'Neill no consigue, en su visita a Buenos Aires, desbloquear la situación y facilitar las vías para que el FMI acepte liberar ayudas para Argentina, los logros de su viaje pueden quedar reducidos al ya aprobado adelanto de la ayuda a Uruguay y a un conjunto de buenas palabras.

El comportamiento ayer de las Bolsas latinoamericanas no auguraba, precisamente, mucho optimismo. Dieron la espalda a los mensajes solidarios del secretario del Tesoro de EE UU y siguieron la pauta bajista que marcaba Wall Street. Queda por saber si el deseo de Bush de impulsar las negociaciones sobre el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), ahora que ya cuenta con la Autoridad para la Promoción Comercial, figura en la maleta de O'Neill en forma de varita mágica que permita superar problemas hasta ahora irresolubles y transmitir confianza a los inversores.

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