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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las lecciones de Worldcom

La suspensión de pagos de Worldcom, la mayor ocurrida jamás, es mucho más que la crisis de un gran grupo empresarial. Es un símbolo en el que se sintetizan todos los problemas que atenazan al mundo empresarial del nuevo siglo. En primer lugar, Worldcom es un ejemplo palmario de los efectos del estallido de la burbuja tecnológica. La segunda telefónica de larga distancia de Estados Unidos creció a golpe de compras y acuerdos -incluso se acercó a Telefónica, cuando estaba presidida por Juan Villalonga- en un movimiento que ha resultado ser sólo una huida hacia delante. Ahora, la época de vacas flacas le ha pasado factura.

Pero ahí no acaban los achaques de Worldcom. Sus directivos también han sucumbido a la tentación de tratar de mantener una brillante cuenta de resultados, aunque para ello hubiera que utilizar los artificios contables. Y vaya si los usaron. Los responsables de la compañía ya han reconocido que inflaron los resultados con cerca de 4.000 millones inexistentes. Ello provocó la intervención de la SEC (órgano regulador bursátil de Estados Unidos) y que el Departamento de Justicia tomara cartas en el asunto.

La crisis de Worldcom, unida a las de Enron y un largo etcétera, amenazan con contagiar a otros sectores económicos, como el financiero. JP Morgan, Citibank, Morgan Stanley o Goldman Sachs son algunos de los rutilantes nombres de las finanzas mundiales presentes en la lista de acreedores de Worldcom. Y en algunos casos no es la primera relación de acreedores en la que aparecen. El principal impacto de la crisis de Worldcom y de todo lo que representa, básicamente desconfianza de los inversores, se ha notado en los mercados. Las Bolsas de todo el mundo han visto desplomarse su suelo tras más de dos años de caídas en una crisis más larga, aunque todavía no tan profunda como la de 1973-74. La necesidad de recuperar la credibilidad en la gestión y el control de las cuentas es vital para el mundo empresarial, pero implica también a los gobiernos, porque hoy los inversores en la renta variable representan una mayoría social en los países más desarrollados, incluida España.

Los mercados sufren el efecto de la 'codicia contagiosa' de finales de los años noventa, tal como la definió Alan Greenspan la pasada semana ante el Congreso de Estados Unidos. Desde marzo de 2000, el Ibex ha perdido un 51%. Francfort y París, el 54%. Londres, casi el 44%. El índice Standard and Poor's 500 ha caído un 46%, y el Euro Stoxx 50, un 54%. El Dow Jones ha limitado las pérdidas a poco más del 33%, pero el Nasdaq ha cedido el 75%. Eso lleva a los analistas a predecir que las Bolsas están tocando el suelo y que la combinación de tipos de interés bajos para la renta fija y la saturación de los mercados de bonos convierte a las Bolsas en la inversión más atractiva. El problema es cómo recuperar la confianza de quienes han perdido buena parte de sus inversiones.

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