Bush propondrá penas de cárcel para los ejecutivos que falseen la contabilidad de las empresas
George W. Bush, aseguró hoy que las medidas que presentará mañana en Nueva York buscan castigar a los culpables de los escándalos financieros y cómo devolver la confianza en el sistema. En una conferencia de prensa convocada de forma inesperada por la Casa Blanca, Bush no quiso divulgar las duras medidas, pero sí afirmó que perseguirían vigorosamente a la gente que viole las leyes.
Bush presentará sus medidas mañana, en un discurso en Nueva York ante ejecutivos y financieros de Wall Street, a los que pedirá responsabilidad en nombre de la sociedad, pero también anunciará medidas más duras para los transgresores.
"Creo que la vasta mayoría de dirigentes empresariales de EEUU son gente honesta", afirmó el primer mandatario, quien también defendió la labor del presidente de la Comisión del Mercado de Valores, Harvey Pitt, cuya dimisión ha sido pedida por destacados miembros del Congreso.
Penas de cárcel
En la Casa Blanca se ha mantenido por ahora un mutismo riguroso, excepto la filtración de que Bush propondrá que los ejecutivos que den información financiera falsa o incorrecta a sabiendas sean equiparados a los casos de fraude y puedan ir a la cárcel.
Otra de las medidas que ya fueron formuladas en marzo, será la prohibición de que ciertos ejecutivos vuelvan a ocupar puestos de dirección en empresas.
El presidente afronta esta auténtica crisis del sistema financiero en una posición complicada, ya que llegó a la Casa Blanca como el primer presidente del país con un título MBA en gestión de empresas y presumió de que su estilo de gobierno iba a ser el mismo que el de un ejecutivo.
Además, Bush, quien presumía de su bagaje corporativo, incluyó en su Gobierno a numerosos altos cargos de grandes compañías y, en sus decisiones y proyectos legislativos, su Administración tomó un rumbo claramente a favor del sector empresarial.
Ahora, la repetición de los escándalos ha quebrado la confianza de los inversores y se ha convertido en un obstáculo a la incipiente recuperación económica, según ha reconocido el propio Bush en varias ocasiones.