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Quiebra

La crisis de Babcock lastra en España a su filial, que pierde contratos con Endesa

La protección judicial a la que se ha acogido Babcock Borsig, considerada meramente técnica por sus gestores, ha pillado también a su filial española. La antigua Babcock Wilcox Española (B&W), una sociedad que la multinacional alemana recibió en octubre de 2001 con un balance saneado tras ser oxigenada por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), su anterior propietario, verá afectada su cartera de trabajo por la situación financiera de la compañía cabecera.

La compañía alemana no podrá cumplir con los compromisos adquiridos con la SEPI cuando compró B&W, por 45 millones de euros, y que fijaban, entre otras condiciones, la aportación a su filial española de una importante carga de trabajo. Esta estrategia se desvanece, de momento, al perder los contratos con Endesa que le iban a permitir aumentar considerablemente su negocio. La decisión de la compañía eléctrica española de paralizar la adjudicación se tomó hace varias semanas ante el temor de que los problemas financieros de Borsig impidieran cumplir los contratos de entrega en plazo.

Salida de la órbita pública

La SEPI no se siente preocupada por los problemas que afectan a B&W, según aseguraron ayer portavoces del grupo público. Así, manifestaron 'que hay un compromiso [por parte de Borsig] de mantenimiento del empleo durante los próximos cincos años'. El equipo dirigido por su anterior presidente, Pedro Ferreras, fue el encargado de que la compañía española de bienes de equipo saliera de la órbita pública y también de haber destinado importantes recursos financieros que se pueden cifrar en 1.275 millones de euros en los últimos años. Algunos de esos ejecutivos todavía permanecen hoy en la SEPI.

En el proceso de privatización, la SEPI dejó a la compañía sin deudas, unos fondos propios de 153 millones de euros y una plantilla ajustada de 650 trabajadores, tras asumir un coste laboral que afectó a 500 personas. Babcock Borsig, por su parte, se comprometió a aportar una importante cartera de pedidos, invertir 135 millones de euros y realizar importantes transferencias de tecnología. Además, reservaba para su filial española el mercado de la Península Ibérica, Latinoamérica y algunos países del norte de África.

En el dibujo realizado por Babcock Borsig para su filial española, también situaba sus ventas en 252,5 millones de euros a partir del primer año y colocaba su beneficio en cuatro millones de euros a partir del 2005. Pues bien, parece que ninguno de estos objetivos se vaya a cumplir.

Privatizaciones fallidas

La salida de Babcock Wilcox Española del paraguas público tuvo dos intentos fallidos antes de acabar en la órbita de Babcock Borsig. El grupo, presidido entonces por Ferreras, llegó hace casi cuatro años a un principio de acuerdo para vender B&W a Kvaerner. La operación se paralizó cuando la multinacional anglo-noruega entró en suspensión de pagos. Posteriormente, la norteamericana McDermott fue la candidata a la compra de la empresa española, pero no se materializó por las discrepancias en el capítulo relativo al ajuste de plantilla. Al final entró en liza la alemana Borsig, que tenía 'una buena oferta industrial, financiera y tecnológica' para B&W, según aseguraron los responsables de la SEPI para validar sus tesis sobre la bondad de la operación cerrada con los alemanes.

B&W ha visto disminuida su plantilla en los últimos 20 años y pasado de tener 4.800 trabajadores en nómina a contar ahora con 650 personas.

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