Bush anuncia un aumento de castigos para los directivos que comentan fraude
Con el anuncio de posibles castigos a aquellos directivos que propicien el fraude, Bush intenta evitar que la desconfianza en los mercados ponga en peligro la vacilante recuperación económica y las crecientes críticas demócratas, que acusan a su Gobierno de ser demasiado condescendiente con las grandes empresas.
El presidente discutió estas medidas, que podría anunciar en un discurso el próximo día 9 en Wall Street, durante una reunión que mantuvo el viernes pasado con sus principales asesores económicos en la Casa Blanca, en la que le presentaron una serie de propuestas.
Entre esas medidas más duras figura la calificación como ofensa criminal de la entrega, a sabiendas, de información financiera falsa o engañosa -aunque sin llegar a fraude- por parte de los ejecutivos.
Estos directivos podrían ser condenados a penas de prisión, siguiendo el modelo de las normas que rigen los mercados de valores.
Actualmente esos actos se castigan con multas y otros castigos de carácter civil, pero no penal, calificación que queda reservada al fraude, que sí es considerado un delito.
"Tengo la intención de aplicar la ley en su totalidad cuando haya engaños en los libros de contabilidad de las empresas", afirmó hoy Bush en un acto de política nacional en Cleveland (Ohio), en el que no hizo una mención específica a las normas que se preparan.
El objetivo de las medidas que se estudian es enviar el mensaje a los empresarios de que "no se tolerarán los abusos a la confianza pública", señaló Glenn Hubbard, presidente del Consejo Económico de la Casa Blanca, en declaraciones que publica hoy The Washington Post.
Hasta ahora, el Gobierno de Bush había respaldado en su actuación los intereses de las grandes empresas (como en las rebajas de impuestos o en su programa de energía), pero el creciente enfado de la población con los repetidos y enormes escándalos financieros de las compañías ha llevado a la Casa Blanca a cambiar de actitud.
Sin embargo, Hubbard dejó claro que dentro de la filosofía republicana no se piensa "legislar en exceso", para que las empresas que respetan las normas no tengan que afrontar más gastos legales.
Además, Bush, como hizo hoy en Cleveland, piensa multiplicar sus llamamientos a la responsabilidad de ejecutivos y empresarios.
"Tenemos que reconstruir la confianza" para que pueda continuar la creación de empleos, dijo.
Las medidas supondrán un aumento de los recursos del Departamento de Justicia para investigación de fraude financiero.
Bush presentó hace algo más de tres meses un plan de reforma de la actuación financiera de las empresas, motivado por el escándalo de la quiebra del compañía energética Enron, e intenta que el Congreso lo apruebe.
Pero desde entonces la sucesión de actuaciones dudosas de ejecutivos de grandes empresas ha empeorado el ambiente y ha forzado al Gobierno a ir un poco más lejos.
Además, la Casa Blanca afronta una oleada de crecientes críticas de la oposición demócrata, encabezada por el líder de la mayoría del Senado, Tom Daschle, que ha acusado al Gobierno republicano, con su política de autocontrol empresarial, de crear "un ambiente permisivo" a estos escándalos de manipulación financiera.
Desde la quiebra de Enron, en diciembre de 2001, se han revelado irregularidades de contabilidad en Xerox, Tyco, Qwest, Global Crossing y Rite Aid, entre otras.
Si el plan de la Casa Blanca se pone en marcha, uno de los problemas que afrontarán las autoridades será demostrar en los tribunales que los directivos encausados tenían conocimiento real de que la información financiera de sus compañías era falsa o engañosa.