España dio ejemplo fiscal, pero no pudo salvar el objetivo de déficit cero en la UE
Ha sido un semestre en el que las grandes economías empezaron a repuntar tras la fuerte desaceleración de 2001, la derecha ganó terreno en las elecciones europeas y la tensión aumentó varios grados en Oriente Próximo y Cachemira. España logró reactivar el proceso de reformas liberalizadoras de Lisboa durante el Consejo de Barcelona. Pero el calendario de negociaciones para la ampliación de la UE, que era la principal tarea para 2002, está encasquillado por discrepancias sobre las ayudas agrícolas.
España ha cumplido el compromiso de déficit cero asumido por los Quince en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Sin embargo, durante su presidencia semestral se ha pasado del rigor más estricto a una laxitud generalizada en el cumplimiento del objetivo fiscal de dicho pacto.
Alemania y Francia han condicionado su calendario de ajuste fiscal a la consecución de ritmos de crecimiento económico del 2,5% y el 3%, respectivamente. Además, ambos han conseguido que se les permita incumplir el objetivo de déficit cero en 2004 y baste con que coloquen sus presupuestos 'cerca del equilibrio' (una frase que, según la Comisión Europea, equivale a un déficit del 0,5% del PIB).
Portugal, que escapó por los pelos a una reprimenda del Ecofin el pasado mes de febrero, puede convertirse en el primer país de la UE sancionado por superar el tope de déficit público del 3%. Según anunció el primer ministro José Manuel Durao Barroso, el desequilibrio fiscal de este país puede alcanzar el 3,9% este año.
Italia también quiere que se 'reinterprete' el Pacto de Estabilidad, aplicando fórmulas tan imaginativas como la exclusión de los gastos en Defensa o infraestructuras a la hora de calcular el déficit sujeto al límite del 3%.
En Reino Unido, el propio Tony Blair declaró ante el Parlamento la semana pasada que el Pacto de Estabilidad debe aplicarse de manera 'flexible' para responder a ciclos de menor crecimiento. El Gobierno británico, que planea cuantiosas inversiones para mejorar los servicios públicos, sostiene que los límites de endeudamiento deben adaptarse a las condiciones económicas de cada país.
Bruselas confiaba en que la recuperación económica permitiera a los socios comunitarios cumplir sin demasiados problemas sus compromisos de reducción de déficit. Sin embargo, la reactivación está siendo bastante lenta (el PIB de los Doce creció un modesto 0,2% en el primer trimestre del año) y ello se está cobrando peaje en los ingresos fiscales.
Promesas electorales
Además, el calendario electoral europeo está bastante apretado este año. Y muchos Gobiernos han hecho generosas promesas de bajadas de impuestos para asegurarse el triunfo en las urnas.
En Francia, el nuevo Gobierno de centro-derecha acaba de anunciar que el déficit presupuestario oscilará este año entre el 2,3% y el 2,6%, en lugar del 1,8%-1,9% que auguraba el equipo del socialista Lionel Jospin. A pesar de ello, el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin mantiene su promesa de bajar este año un 0,5% el impuesto sobre la renta.
Raffarin sostiene que colocará el equilibrio 'cercano al equilibrio' en 2004 pese al modesto ritmo de crecimiento de la economía francesa (1,3%-1,4% para este año). Y culpa a los socialistas de haber provocado esta desviación en las cuentas públicas a base de excesivo gasto y previsiones de crecimiento demasiado optimistas. El portugués Durao Barroso tampoco ha dudado en culpar al equipo del socialista Antonio Guterres del desvío detectado en la evolución del déficit fiscal.
En Italia, Silvio Berlusconi también prometió a los electores importantes bajadas de impuestos, pero la balanza fiscal italiana cerró 2001 con un déficit del 1,4% del PIB y las previsiones apuntan a que este año no logrará reducirlo.
Todo ello no impidió a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE culminar la Cumbre de Sevilla con un comunicado en el que reafirman su compromiso de alcanzar el equilibrio fiscal en 2004. Un documento en el que los Quince dictaminan que 'la reciente desaceleración de la actividad económica ha terminado' y 'la economía europea está lista para obtener los beneficios de sus políticas sanas y sus ambiciosas reformas económicas'.
Eurogrupo
El programa de la presidencia española afirmaba que 'en la práctica, se promoverá el papel del Eurogrupo [foro informal de los ministros de Economía de la zona euro], se fortalecerán las orientaciones generales de política económica y se apoyará la evaluación conjunta de la situación económica'. Sin embargo, el ministro Rodrigo Rato no sólo permitió que en Ecofin celebrado el 20 de junio en Madrid (en plena jornada de huelga general) se diluyeran los objetivos fiscales de las orientaciones, sino que además consiguió eclipsar durante todo el semestre las reuniones del Eurogrupo.
Rato acabó con el legado del presidente anterior, el ministro belga Didier Reynders, cuyas continuas apariciones en público y comunicados lograron potenciar la imagen del Eurogrupo. Este cónclave, que está llamado a convertirse en el auténtico interlocutor económico de la política monetaria del Banco Central Europeo, se ha convertido durante la presidencia de Rato en un grupo abstruso, con ruedas de prensa casi clandestinas a altas horas de la noche o suspendidas sin previo aviso en el último momento.
En sus reuniones, sin embargo, se han fraguado los enjuagues fiscales para Francia, Alemania o Portugal que después ratificaba el Consejo formal de Ministros (el llamado Ecofin), con la presencia ya aquiescente de los tres Estados que no pertenecen al euro (Reino Unido, Dinamarca y Suecia).