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Fondos

Japón aguarda el momento

El optimismo económico impulsó la Bolsa japonesa un 20% entre febrero y mayo. Los gestores, sin embargo, mantienen la cautela hasta que las reformas estructurales tengan efecto

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orprendentemente, y entre las fuertes caídas de los mayores índices bursátiles del mundo, la Bolsa de Japón inició el pasado 6 de febrero un rebote desde mínimos que alcanzó el 20% en tres meses. Gracias a ello, el Nikkei 225 se encuentra actualmente, con una leve pérdida de poco más del 1% desde enero, entre los mejores índices de entre las mayores economías del mundo. Muchos fondos que invierten en Japón se situaron hasta mayo entre los mejores del año. Aquella reacción alcista sorprendió a muchos gestores y analistas, pues la crisis japonesa no es coyuntural, sino estructural. Se teme que todavía vaya para largo, porque son muchas las transformaciones que necesita el sistema para reiniciar la bonanza económica. Entretanto, los gestores más duchos en la renta variable japonesa recomiendan la selección de valores como medida para lograr ganancias.

'Este tirón positivo [desde los mínimos del 6 de febrero] reflejó en gran medida los indicios de mejora de los fundamentales macroeconómicos', explica en un informe Peter Phillips, director de inversiones de Fidelity en Japón. 'El volumen de exportaciones de Japón ha ido remontando paulatinamente en respuesta a la buena evolución de la economía estadounidense. Así, la recuperación de las exportaciones junto con el rápido progreso en los ajustes de existencias han llevado a una recuperación de la producción', añade. A este factor coyuntural se le añaden otros de carácter técnico, como son la implantación por parte del Gobierno japonés de normas más estrictas sobre la venta de acciones al descubierto, así como el anuncio por parte del Ejecutivo de que la partida del presupuesto para pensiones estatales se asignará a renta variable japonesa antes de lo previsto.

Todo ello contribuyó a mejorar el sentimiento de los inversores a partir de febrero, si bien el empeoramiento de las perspectivas económicas globales ha vuelto a herir a la Bolsa japonesa durante el mes de junio, periodo en el que acumula una caída cercana al 6%.

La recuperación japonesa, en última instancia, no depende tan sólo de la evolución de la economía global, sino también, y en mayor medida, de las reformas internas que ya está impulsando el equipo del primer ministro Junichiro Koizumi. Entre ellas, las compañías japonesas se han visto obligadas a adoptar los estándares internacionales de contabilidad (IAS), frente al valor de los libros que se utilizaba antes y que permitía a las empresas disimular en sus cuentas activos sin ningún valor. La nueva contabilidad, más realista, permite valorar a las compañías según el precio de mercado, lo que contribuye a una mayor transparencia.

Paralelamente, se ha ido reduciendo el complejo entramado de participaciones cruzadas que mantenían los bancos y las empresas. Muchas compañías han quebrado, saneando de alguna manera todo el sistema, y los bancos han comenzado a llevar a pérdidas muchos créditos impagados, que suponían un lastre para el sector.

'Gracias a la mejora actual del clima de negocio, creemos que el índice Topix podría alcanzar un máximo cíclico entre 1.600 y 1.700 puntos en el verano de 2003, frente a unos niveles actuales de 1.100', sostiene Toru Ohara, gestor de Franklin Templeton. 'Mirando más hacia el futuro, creemos que el Topix podría en algún momento subir bastante más debido a los cambios que están sucediéndose en Japón, incluidos los pasos dados en la economía doméstica para mejorar la eficiencia', añade.

Pero estas transformaciones no han hecho sino comenzar, y son muchas las compañías que todavía deben quebrar antes de que el sistema esté totalmente saneado. De ahí que la cautela se imponga a la hora de gestionar la renta variable japonesa. 'Aunque la economía japonesa debería beneficiarse del giro alcista cíclico global, es probable que se retrase respecto a otras economías importantes debido a los problemas estructurales no resueltos', afirma Marc Desmidt, gestor de Merrill Lynch Investment Managers. 'Por lo tanto, nuestra estrategia se mantiene prácticamente inalterada, concentrándose en las compañías globales de calidad y en determinadas apuestas por la reestructuración en el mercado interno'.

La particular situación económica de Japón hace aconsejable la selección exhaustiva de valores, y ésa es precisamente la estrategia que mantienen muchos gestores. Los expertos buscan compañías en fase avanzada de reestructuración, con buenas perspectivas de beneficio y a precios razonables. Dentro de esta estrategia, no se descarta la inversión en compañías de corte cíclico que se beneficien del aumento de la actividad global, así como en aquellas empresas exportadoras que se están beneficiando de la debilidad del yen frente al dólar.

Igualmente, las pequeñas empresas pueden comportarse mejor que las grandes corporaciones. 'Muchas de las nuevas compañías que crecieron después de la burbuja pueden encontrar y disfrutar de nuevos nichos de negocio sin la competencia de los grandes grupos', afirman en BNP Paribas. 'Mientras que las grandes empresas se esfuerzan en reestructurarse para volver a ser rentables, muchas pequeñas empresas han ido creciendo más rápidamente gracias a sus ventajas nicho en nuevos productos', coinciden en Fidelity.

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