El grupo alemán Babcock Borsig espera 200 millones que lo rescaten de la quiebra
El grupo Babcock Borsig está al borde de la suspensión de pagos, a la zaga de los que han dominado el panorama industrial de la posguerra en Alemania, como la constructora Philipp Holzmann, la aeronáutica Farichild Dornier y el grupo de comunicación KirchMedia.
Bancos, grandes accionistas, trabajadores y políticos germanos han estado toda la semana buscando una solución financiera para evitar la suspensión de pagos del constructor de maquinaria y accionista de los astilleros HDW, que necesita urgentemente 200 millones antes del martes para pagar los sueldos de sus 22.000 empleados en todo el mundo. Entre los bancos acreedores con los que negocia Borsig están WestLB, Deutsche Bank, Commerzbank y BHF, que sólo concederían nuevos créditos mediante un aval y sacrificios de la plantilla y los grandes accionistas.
Dos de sus principales accionistas, el grupo turístico Preussag y el banco WestLB, con un 8,9 y 8,5%, respectivamente, estarían dispuestos a salvar a Borsig mediante una ampliación de capital, según fuentes cercanas a la empresa. Como condición, las entidades financieras han exigido que el Estado federado de Renania del Norte-Westfalia, donde está la sede de la compañía, presente un aval bancario.
El comité de empresa de los trabajadores se ha manifestado dispuesto a contribuir para salvar Borsig con el apoyo a un programa de reestructuración con el que aportarían 50 millones de euros al saneamiento de la firma y renunciarían a aumentos salariales de 36 millones de euros.
Su crítica situación financiera se ha reflejado en el precio de sus acciones, que hoy han llegado a caer más del 55%, cotizando a sólo 1,80 euros, mientras que a finales de mayo se pagaban a 5.