Las subastas de cacerías, un lucrativo negocio
Una vez más se abre la temporada de subastas para participar en el peligroso negocio de la caza de especies mayores en África. Más de 300 cazadores blancos llegan, cada mes de abril, al Hotel Meikles, donde beben cerveza servida sobre bandejas de plata y fuman pipas de espuma de mar, mientras sus rifles descansan. Preparan sus calculadoras para cerrar la compraventa de 104 contratos gubernamentales para cazar unos 4.000 especímenes mayores en el valle Zambezi, en Zimbabue.
El precio de los contratos oscila entre los 8.823 euros por una cacería básica de 10 días (que permite matar a un búfalo, diez antílopes y cuatro animales más) hasta los 117.647 euros por un safari de 14 días con posibilidades de capturar las especies favoritas: leopardos, leones, elefantes y búfalos. Los cazadores locales cobran 823 euros diarios adicionales por equipar y acompañar a sus clientes en esta aventura.
'Son inversiones muy extrañas porque no hay protección contra el búfalo africano', advierte Anthony Williams, propietario de African Hunter, una revista en la que se dan consejos sobre cómo sobrevivir en Zambezi sin salir herido. Williams considera que los inversores interesados en este peculiar sector deben saber acertar contra un hipopótamo de 3.000 kilos con un único tiro. En el mercado de Zambezi una opción, a 14 días, para matar a este animal se vende, este año, a un precio de 4.352 euros.
Si el ganador del contrato resulta herido o no logra conseguir su objetivo, las reglas del mercado estipulan que la opción no puede extenderse y que el animal se va a casa.
Antes de ejecutar el contrato, los consejeros de inversión recomiendan a los accionistas practicar con, al menos, 500 rondas de municiones a la semana en un área de 500 kilómetros que se extiende desde las colinas de Chizaria en el este de Zimbabue, hasta las montañas Mavuradohna en el oeste. En opinión del administrador Ian Ferreira 'para entrar en este mercado uno debe ser muy valiente o francamente estúpido'.
Ferreira es un experto en el negocio y las raíces mercantiles de su familia se remontan a 1496, cuando uno de sus antepasados navegó por el río Zambezi en busca de oro junto con el aventurero portugués Vasco da Gama. Ferreira, que ha administrado este mercado durante 27 de sus 61 años, explica que éste desciende del negocio de los colmillos de elefante de Zimbabue, donde los empresarios extranjeros se reunían con los cazadores locales blancos y los líderes nativos para negociar los precios del marfil. A mediados de los años sesenta, el Gobierno prohibió la comercialización y creó un mercado regulado para combatir la caza comercial de elefantes y otras especies en peligro.
Mientras los operadores rodean a Ferreira con ofertas sobre elefantes sin colmillos, fajos de dinero en efectivo cambian de manos. El tesorero envuelve los billetes en papel higiénico, y los deposita en una caja de hierro para trasladarlos al banco correspondiente.
Ferreira abre el mercado con una puja de 8.235 euros para cazar a una leona en un plazo de dos semanas. Asegura que 'este negocio es inmune a todo tipo de riesgos, desde sequías, incendios forestales, inundaciones, malaria y cazadores furtivos armados, hasta picaduras de mosca, serpientes venenosas, ecologistas enfurecidos y escasez de alimentos'.
Ray Townsend, director general de la empresa Chapungu Safaris, que este año invirtió 42.780 euros en un contrato de 14 días para cazar un león, dice que 'en los últimos 14 años he llevado a 60 empresarios cazadores cada ejercicio. Están dispuestos', asegura, 'a hipotecar a su esposa o a vender su casa por la oportunidad de cazar en Zimbabue. Es un mercado movido por lo místico, en donde el dólar estadounidense es el rey'.