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La Atalaya
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La fractura de Venezuela

Que en la Venezuela de Chávez se mascaba la tragedia era algo cantado. En sus tres años largos de presidencia desde su elección abrumadora en diciembre de 1998, Chávez había conseguido enemistarse, gracias a una mezcla de populismo y demagogia que hundió la economía del cuarto productor mundial de petróleo, con casi todos los sectores del país, desde la patronal a los sindicatos, pasando por la Iglesia católica, los medios de comunicación, las clases medias y una parte de la oficialidad. Más de medio millón de personas participaban el jueves pasado en una manifestación pacífica para protestar contra la política autoritaria y excluyente de Chávez horas antes de su destitución, provocada por los asesinatos de una quincena de manifestantes a cargo de los matones gubernamentales.

Lo ocurrido después pertenece ya al dominio público. Los altos mandos militares se indignan con la muerte de civiles inocentes, fuerzan la salida de Chávez, a quien hacen prisionero, e instauran una junta cívico-militar, presidida por el líder de la patronal, Pedro Carmona, con el fin de convocar elecciones inmediatas. Carmona no entiende el mensaje y desmonta a golpe de decreto las instituciones discutibles, pero democráticas, y retrasa los comicios para dentro de un año. Tal desatino provoca dudas entre los militares, que, entretanto, no han conseguido arrancar la renuncia de Chávez. 24 horas después el destituido presidente vuelve al Palacio de Miraflores tras haber sido liberado por los paracaidistas de su antigua unidad golpista y ante el delirio de sus partidarios que convergen en el centro de Caracas y compaginan el entusiasmo con el saqueo de los comercios. Todo, golpe y contragolpe, es una chapuza descomunal, que produce vergüenza e indignación a los que deseamos lo mejor para las naciones hermanas de Iberoamérica. El espectáculo de un Chávez llamando a la reconciliación nacional con un crucifijo y una edición de bolsillo de la Constitución durante su primera rueda de prensa, sólo para los medios internacionales, es antológico.

La realidad es que Chávez ha conseguido polarizar y dividir a Venezuela y que la soldadura de esas dos mitades va a resultar casi imposible, si el antiguo teniente coronel se empeña en imponer esa imposible Revolución Bolivariana, que hasta ahora sólo ha servido para incrementar la pobreza y las desigualdades. La realidad es que Chávez sólo tiene un amigo verdadero en Latinoamérica, Fidel Castro, lo que ahora no resulta precisamente recomendable en un Hemisferio Sur, donde todos los países, salvo Cuba, están gobernados por regímenes democráticos. La condena hecha por el Grupo de Río y la Organización de Estados Americanos al intento de golpe por 'interrumpir el proceso constitucional' constituye una advertencia a Chávez para que respete la pluralidad política. Si el restituido presidente no convoca al país a las urnas en breve, los disturbios volverán a repetirse y la tensión se volverá a disparar. Chávez también tiene que cambiar una política exterior dirigida a cortejar a regímenes que sólo producen irritación en Washington, como Cuba, Irak y Libia, y tiene que poner fin a las relaciones de algunos miembros de su Gobierno con la guerrilla colombiana, una de las principales causas del descontento militar y un foco de tensión permanente con Colombia. Atención a la reacción colombiana a ese extraño maridaje, si, como indican los sondeos, Álvaro Uribe se alza en mayo con la presidencia colombiana.

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