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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La amenaza del petróleo

El conflicto de Oriente Próximo, al margen de las graves repercusiones políticas y sociales que encierra en sí mismo, ha venido a gravar el precio del crudo en las últimas semanas con una prima de riesgo que ha hecho saltar las alarmas por la amenaza que representa para la incipiente recuperación económica. Los temores son tan fundados que el propio presidente de EE UU, George Bush, tuvo que abandonar su aislamiento de la política internacional para pedir a Israel que modere su ofensiva sobre los palestinos y anunciar que el secretario de Estado, Colin Powell, viajará a la zona para intentar una negociación entre ambos. El efecto de las palabras de Bush fue inmediato: el precio del barril de brent pasó de 28,5 a menos de 26 dólares en poco más de 24 horas.

El recrudecimiento de la ofensiva israelí sobre la Autoridad Palestina ha enconado las posiciones de los países árabes y ha resucitado la amenaza de cortar el suministro de petróleo a las economías occidentales. Una escalada del precio del crudo introduciría tensiones inflacionistas que podrían forzar a los bancos centrales a subir, antes de lo previsto, los tipos de interés y mermar la capacidad adquisitiva de consumidores y empresas en este primer estadio de la reactivación. En su última intervención ante el Congreso, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, advirtió que la evolución de la recuperación y de la política monetaria en EE UU estaría supeditada en buena medida al precio de la energía. Algo a tener en cuenta en Europa, que basa sus expectativas de recuperación en la estela de la reactivación estadounidense.

El presidente del BCE, Wim Duisenberg, ha sido muy explícito al respecto y admitió que el encarecimiento del crudo representa 'claramente' un riesgo para el crecimiento de la zona euro, al frenar el consumo privado y las inversiones de las empresas. La recuperación de las economías de la zona euro es incipiente, pero rodeada de incertidumbres, en particular en una coyuntura de subidas de los precios energéticos.

El Gobierno español, sin embargo, no parece consciente de esta amenaza. El vicepresidente económico, Rodrigo Rato, reconoció el martes que el encarecimiento del petróleo introducirá 'tensiones inflacionistas' en los costes de la energía, pero aseguró que este factor no va a impedir la recuperación de los países de la OCDE. Menos de 24 horas después, su secretario de Estado le contradecía y mostraba su inquietud por la escalada del crudo, que calificó de 'preocupante' y generadora de tensiones en los precios. José Folgado expresó su deseo de que la situación 'no vaya a peor y provoque problemas para el crecimiento económico'.

Aun así, Rato se ratificó ayer en su opinión sin excesivos matices. Restar dramatismo a la situación puede ser una baza política para infundir tranquilidad, pero cerrar los ojos a la evidencia en un país con una dependencia tan elevada del crudo como España puede resultar peligroso.

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