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Liberalización

La inflación limita la competitividad que gana España con el tipo de cambio

Desde el año 1995, la economía española ha perdido un 5,4% de competitividad frente al resto de los países de la Unión Europea (UE) vía precios de consumo, siendo el aumento más significativo el que se produjo en el año 2000 como consecuencia del fuerte incremento que registraron los costes energéticos, lo que llegó a disparar la tasa de inflación en España por encima del 4%, el doble del objetivo establecido por el Banco Central Europeo (BCE) para la zona euro.

Durante el pasado ejercicio, las tensiones inflacionistas retomaron la tendencia a la baja, una vez que el precio del petróleo volvió a niveles más moderados y se situó en el entorno de los 22 dólares por tonelada.

No obstante, España, pese a haber recortado sensiblemente su diferencial de precios con la Unión Monetaria (que ha llegado a superar un punto de inflación), en febrero pasado volvió a duplicarlo desde el 0,4% al 0,8%. Y lo que es más preocupante, en opinión de todos los expertos, es la situación de la inflación subyacente, aquella que excluye los precios de la energía y alimentos sin elaborar, que el mes pasado se situó en un alarmante 3,7%, cada vez más lejos del índice general, que permanece en el 3,1%.

Es ésta la causa fundamental que explica que, aunque a diferentes velocidades, la pérdida de competitividad frente al resto de países de la UE desde 1995 no haya hecho otra cosa que aumentar. 'También es preocupante el diferencial medido en los precios de producción y si comparamos el apartado de los costes laborales unitarios en España con su entorno europeo más inmediato', señalan desde Analistas Financieros Internacionales.

Nuevo empeoramiento

La conclusión a la que llegan los analistas consultados revela que todo lo ganado en competitividad por el tipo de cambio, sobre todo frente a los países que no pertenecen a la UE, se ha perdido en la comparación vía precios.

En este sentido, durante el tercer trimestre de 2001 el indicador de competitividad- precio frente a los países de la OCDE experimentó un empeoramiento del 0,9%, al aumentar su valor de 83,1 en el segundo trimestre de 2001 hasta el 83,9 en el tercer trimestre. Según sostiene el Ministerio de Economía, esta ligera pérdida de competitividad de la exportación española se produjo como consecuencia del efecto combinado de la apreciación del euro frente a las monedas de la mayor parte de los países de la OCDE no pertenecientes a la eurozona y del incremento del indicador de precios relativos (IPR) del 0,6%.

En concreto, el euro se apreció en el tercer trimestre del año con respecto al segundo frente al dólar estadounidense un 2%; frente al dólar canadiense, un 2,1%; contra la libra esterlina, un 0,8%; frente a la corona sueca, un 3,1%, y contra el yen japonés, un 1,2% Todo ello supuso un aumento del índice ponderado de la peseta (IPX) del 0,4%. La mayor fortaleza del euro frente al dólar fue consecuencia directa de la atonía de la economía estadounidense, agravada por la incertidumbre generada por los acontecimientos del pasado 11 de septiembre.

El IPR, que mide el diferencial de inflación de España con respecto a los países desarrollados, registró también un empeoramiento del 0,6%, lo que significa que el aumento de los costes en España continúa situándose por encima del de los precios medios de la OCDE en su conjunto. Merced a ese aumento en los precios, con relación a los países de la Unión Europea, la competitividad-precio de las exportaciones españolas experimentó una nueva pérdida del 0,7% en el tercer trimestre de 2001.

A pesar de que el Gobierno ha manifestado en numerosas ocasiones su intención de abordar nuevas reformas estructurales para liberalizar los mercados que aún operan bajo regulación, los expertos insisten en que no deben demorarse las medidas, ya que sus efectos sobre los precios serán a medio plazo.

Uno de los mercados donde es más urgente la reforma, a juicio de los analistas, es el laboral, donde se hace imprescindible una mayor flexibilización del despido, de las cuotas a la Seguridad Social y una fuerte remodelación de la negociación colectiva.

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