El Fondo Monetario exige a Argentina más esfuerzos fiscales
El organismo impone nuevos cambios en los planes de reforma emprendidos por el Gobierno Duhalde
No se esperaba que la misión enviada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para evaluar las reformas previamente exigidas para iniciar las negociaciones con el Gobierno argentino permitieran grandes avances en el proceso de negociación de la ayuda financiera.
Las soluciones propuestas por el Ejecutivo para la resolución de los problemas del sistema financiero y fiscales no son sólidas ni convincentes, sino más bien todo lo contrario. A pesar de ello la primera evaluación realizada por el organismo multilateral permite ser más optimista de lo que inicialmente se podía presuponer.
Un presupuesto irrealista junto con una ley de coparticipación que no incentivaba una reducción del déficit provincial hacían prever un proceso de negociaciones complejo y dilatado. No obstante, el FMI no fue crítico a nivel estructural, sino que apuntó a una nueva serie de medidas de carácter más bien puntual, que de implementarse permitirían el logro del ansiado e indispensable acuerdo.
La relativa permisividad mostrada por el FMI, frente a sus rígidas declaraciones previas es entendible. Queda claro que tras las primeras declaraciones de Duhalde, que apuntaban a una creciente heterodoxia, intervencionismo y discriminación hacia los inversores extranjeros, el rígido discurso del FMI ha tenido un efecto correctivo sobre el Gobierno.
Sin embargo, exigir soluciones totalmente ortodoxas en las actuales circunstancias sería totalmente utópico. Con un sistema financiero colapsado y una economía en caída libre, cierta laxitud monetaria y fiscal junto con algunas medidas intervencionistas (particularmente en el sistema financiero) parecen indispensables.
No obstante, el organismo debe asegurarse de que su ayuda financiera no será derrochada sin lograr ningún cambio sustancial en la economía argentina. El nivel de emisión actual, derivado del déficit de caja de los bancos y del fisco, desembocaría, sin lugar a dudas, en una hiperinflación. Las nuevas medidas propuestas al Gobierno apuntan en esa dirección. Ante la dificultad de llevar a cabo reducciones al gasto primario en un contexto de crisis económica y social de las actuales magnitudes, el problema fiscal pretende paliarse con la creación de nuevos impuestos.
Para ello, el FMI exige que se eliminen todas los planes de competitividad implantados por Cavallo y todas las exenciones impositivas vigentes. Adicionalmente la propuesta del Gobierno de crear un impuesto de 5% sobre el pago de la deuda favorecida por la pesificación tendría el visto bueno del FMI. Finalmente y con el fin de asegurar que se instrumente la reducción del gasto provincial del 60% acordada con el nuevo régimen de coparticipación, reclama que se fijen medidas concretas y cuantificables para su logro y se cree un mecanismo para limitar la emisión de cuasi monedas provinciales.
Consciente de que esta nueva iteración en el proceso de negociación se produce en un momento en el que el tiempo es apremiante, el FMI ha pedido la rápida implementación de estas medidas.
A primera vista ninguna de las exigencias planteadas parece irrealizable, pero las tradicionales luchas sectarias con el Congreso y las provincias, así como la guerra desatada en el seno del partido peronista no permiten hacer ningún pronóstico definitivo.
El riesgo en Argentina sigue y seguirá siendo importante, a pesar de lograrse un acuerdo con el Fondo Monetario. Sin embargo, el acercamiento de esta posibilidad constituye un primer paso positivo.