El Gobierno rebaja las expectativas para evitar que fracase la cumbre
El Gobierno español ha optado por hacer un alarde de pragmatismo y rebajar el listón de sus objetivos para la cumbre de Barcelona. Lo suficiente, al menos, como para que sea posible el consenso de los Quince en algunos puntos esenciales, como la apertura parcial del mercado energético o la integración de los mercados financieros. Aznar parece resignarse a ejercer de maestro de ceremonias sin medir siquiera sus dotes negociadoras para lograr compromisos más ambiciosos.
El Gobierno ha excluido de la agenda el plan para un cielo único y la liberalización del ferrocarril se topará con la dura oposición de la delegación francesa. En Barcelona tampoco se puede esperar que salgan plazos concretos para la plena liberalización del sector de la energía.
Francia se niega en redondo a abrir por ahora el mercado para clientes particulares, y el Gobierno de José María Aznar ha preferido plegarse y conseguir, al menos, el compromiso a Quince para liberalizar el mercado energético para clientes empresariales (que representa un 60% del total).
El proyecto de satélites Galileo flota todavía como un expediente que la presidencia no acaba de asumir.
Sustituto para Noyer
En esa misma tónica, en el consejo de Barcelona no se debatirá la sustitución del francés Christian Noyer como vicepresidente del BCE, porque el acuerdo, condicionado también por la aspiración de Francia a la presidencia, no se encuentra aún maduro.
Alemania, por su parte, ya ha declarado su firme resistencia a una armonización legal de las opas. Y Berlín se resiste a cualquier iniciativa que exija una inversión sustancial, como ha demostrado en el boicoteo del banco de desarrollo para el Mediterráneo o su resistencia a aumentar las ayudas al Tercer Mundo. 'Seguimos siendo ambiciosos', se defendían ayer fuentes diplomáticas españolas. 'La posición del Gobierno español no ha cambiado en absoluto'.
Las mismas fuentes indicaban que en asuntos como la liberalización energética 'las cartas están sobre la mesa y todavía hay un rato de partida que jugar'. La mayoría de los observadores, sin embargo, opinan que el resultado está cantado y, en todo caso, cualquier falta de tacto o diplomacia sólo podría exacerbar las posiciones de París y Berlín.
La cascada de renuncias atañe a casi todas las áreas que el Gobierno marcó como prioridades para la cumbre de Barcelona al inicio de su presidencia semestral.
En energía, debería conseguirse un acuerdo político para 'la apertura completa de los mercados de electricidad y gas', aunque se dejó abierta la puerta, es cierto, a que fuera 'de forma prioritaria para las empresas'.
En transporte, se hablaba de un plan de construcción de redes transeuropeas con el horizonte de 2004, conjugado con un segundo programa que ampliase la liberalización del ferrocarril al transporte de mercancías. La guinda, el mismo año, sería un espacio aéreo europeo con beneficios sustanciales en 'la reducción de tiempos de vuelo y de costes'.
En telecomunicaciones, Europa debería ser líder mundial en infraestructura de banda ancha en el año 2010. En mercados financieros se debería avanzar en directivas esenciales como la de armonización de ofertas públicas de adquisición (opas) de empresas. Y, de paso, se resolverían en Barcelona problemas de gestión diaria, como el relevo del vicepresidente del BCE.
A sólo dos días de la cumbre, sin embargo, la presidencia española ha rebajado sus expectativas. Y aunque el viernes por la tarde, a partir de las 16.30, José María Aznar dedicará la tercera sesión de trabajo del Consejo 'a las áreas que requieren un impulso prioritario', muchos de los objetivos iniciales ya no llegarán a la mesa de reuniones.
Candidatos del Este
La presidencia española prefiere ahora poner el acento en una reunión con los países de Europa Central y del Este candidatos a la adhesión. El encuentro -absoluta 'novedad', según fuentes españolas- se centrará en la incorporación de esos 13 países al proceso de modernización económica pactado por los Quince hace dos años en Lisboa.
Tema tabú fijado por España: cualquier asunto relacionado con las negociaciones de adhesión.
De todos modos no parece probable que hubiera tiempo para abordarlo. La cita de los 28 primeros ministros durará sólo dos horas. Apenas cuatro minutos de intervención para cada uno. La presidencia, no obstante, espera 'un debate intenso e interesante'.
El Banco Mediterráneo, pendiente del Ecofin
Al ministro de Economía, Rodrigo Rato, le corresponderá mañana por la noche la difícil tarea de defender una vez más el Banco Europeo de Desarrollo para el Mediterráneo, una de las propuestas estrellas de la presidencia española de la UE.
España, la Comisión Europea y el Banco Europeo de Inversiones ultiman una posible solución de compromiso que supere los escollos que la iniciativa ha encontrado en el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas (Ecofin).
El Gobierno español aceptó rebajar su ambición inicial de un banco independiente, en favor de una filial del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Aun así, los países del norte de Europa se han negado a suscribir la propuesta y sólo aceptan, como mucho, una línea de crédito en el BEI.
Los ministros intentarán resolver sus diferencias a escasas horas de que lleguen a la capital catalana sus jefes de filas.
'Todo va a depender de lo que suceda en el Ecofin', afirman fuentes diplomáticas españolas. 'La ambición española es sacar adelante una institución financiera viable ligada al BEI', reconocen. El Consejo Europeo del viernes asumirá el resultado del Ecofin.
España considera esencial una institución financiera que canalice créditos hacia el Magreb, como hace el BERD con los países del Este. Sin embargo, fuentes comunitarias acusan al Gobierno español de plantear la iniciativa sin haber consultado siquiera con los supuestos beneficiarios.