El satélite irrumpe en la banda ancha para sobrevivir
Las compañías de satélites han dirigido su mirada hacia Internet y la banda ancha. Intelsat, Iridium, Inmarsat, New Skies... no hay un plan de gestión que no contemple esta alternativa para sacar adelante el negocio
En los últimos días, algunas de las compañías que gestionan constelaciones de satélites han lanzado al mercado nuevos servicios. Y la mayoría, parecidos. Intelsat anunció su prestación para proveer acceso a Internet (ISP) llamado Internet Trunking, Inmarsat publicó un informe en que desafiaba al mercado señalando que la transmisión de datos a través de sus redes puede ser una de las formas más baratas que el escaparate de las telecomunicaciones ofrece, SES Astra comunicó la firma de nuevos acuerdos con instituciones para estudiar las conexiones bidireccionales vía satélite...
Sí, la industria de los satélites se enfrenta a cambios. Así lo reconocen las empresas y la mayoría de expertos. De fondo, una coincidencia, Internet y la banda ancha comienzan a ser el centro del negocio de muchas compañías. A pocos observadores se les escapa que sin esta clase de servicios, es difícil alcanzar la ansiada rentabilidad. 'La tendencia es clara, la web es un punto de convergencia entre las firmas de satélites que operaban en el tradicional área de la televisión y las empresas que explotaban casi en exclusiva el negocio telefónico puro. Ahora son todos competidores en el mismo mercado', explica Miguel Ángel Panduro, director de Sistemas de Hispasat.
Desde luego el peso de Internet es muy notable en algunos casos. Un ejemplo sería Inmarsat. Según sus ejecutivos, un 40% de sus ingresos en 2001 vino del segmento del tráfico de datos. 'Es un punto central de nuestra estrategia', señalan fuentes de la compañía en Londres.
Y hay quien recuerda que la antigua Iridium quebró entre otros motivos por la ausencia de servicios de valor añadido, puesto que la oferta se centró en el negocio puramente telefónico. Los gestores de la nueva Iridium Satellite, que adquirió sus activos por sólo 25 millones de dólares tras una bancarrota que provocó unas pérdidas de 5.000 millones de dólares (según algunos analistas en una de las grandes gangas de la historia), parecen haberlo tenido en cuenta. 'A mediados de febrero lanzamos cinco satélites para completar nuestra red de voz y datos', señala un portavoz de la firma en el Reino Unido.
Esta irrupción de la tecnología vía satélite en la banda ancha, que comenzó hace dos años, pero que ha ganado fuerza en los últimos meses, ha vuelto a suponer un choque con las infraestructuras terrestres. Los expertos más favorables a la vía espacial insisten en la facilidad para alcanzar una cobertura territorial total inmediata, una vez que se ha instalado la antena parabólica, además de en la celeridad con que puede conseguirse porque 'no hace falta hacer zanjas'.
Por el contrario, los detractores recuerdan que el precio es todavía mayor que el cable o el ADSL. Así las cosas, fuentes del sector señalan que una vez que las economías de escala vayan en aumento, el precio de los equipos vía satélite de conexión a Internet (incluida la instalación) podría caer desde los cerca de 1.100 euros actuales hasta casi 400 euros. 'En Europa, operadores y fabricantes nos hemos unido con esa intención', afirman estos observadores. Ahora bien, dadas las actuales tendencias, la tecnología espacial y las terrestres no son sólo rivales, en muchos casos empiezan a ser complementarias. 'El satélite nos lleva a sitios donde no estamos', afirma un ejecutivo de una compañía española de LMDS.
En este punto, los acuerdos de colaboración entre sociedades de satélites con empresas que explotan comunicaciones terrestres han ido en aumento. En España SES Global firmó un trato con NEO para llegar a zonas de acceso más complicado, y la holandesa New Skies se ha convertido en el vehículo de transmisión de algunos proveedores de acceso a Internet en la antigua Yugoslavia. En este escenario, las firmas de satélites estudian la rentabilidad de llegar al cliente final, es decir, al consumidor de a pie. 'Tenemos que ver la viabilidad del proyecto además de seguir con las pruebas', dice una portavoz de New Skies.
En una línea parecida se manifiestan los ejecutivos de Intelsat. 'Estamos comprometidos con la banda ancha y hemos impulsado nuestros proyectos para atacar la última milla en el segmento residencial', insisten fuentes de la compañía en EE UU. Parece que al final será así. La mayoría de constelaciones está preparando sus nuevos satélites de cara al negocio de la banda ancha. En los próximos meses, SES Global, Iridium, Eutelsat, Hispasat, Intelsat, New Skies o Inmarsat tienen previsto el lanzamiento de más vehículos espaciales. Y casi todos tienen maximizada su capacidad de cara a un aumento del tráfico de datos. Intelsat, por ejemplo, valora este incremento en el 40%.
Claro que las compañías no deben tenerlo del todo claro. ¿Miedo a invertir en negocios no rentables? Quizá. De momento, las alianzas, incluidos intercambios accionariales, han ido en aumento. Sin ir más lejos, en España, Eutelsat tomó hasta un 21% de Hispasat. No es la única. SES Global, tras la adquisición de la estadounidense GE Americom, podría estar negociando un macroacuerdo con Echostar (que buscaría cubrirse ante un eventual veto por parte de las autoridades de la competencia de su fusión con Hughes), según desvelaba la pasada semana la prensa francesa. Ambas firmas atacarían el mercado local de televisión y banda ancha en EE UU, en especial en áreas no cubiertas por las cableras y, según los expertos, eso supone más de un 30% de la población, es decir, en torno a 70 millones de personas. SES Global ha tejido una red de participaciones que incluye NSAB en Escandinavia, Nahuelsat en Argentina o AsiaSat.
Este escenario se está materializando en un periodo de crisis en las telecomunicaciones que ha tenido sus efectos sobre el segmento del satélite. Algunas de las compañías han visto como sus beneficios caían. æpermil;se es el caso de Inmarsat, que presentó sus resultados la pasada semana. Pese a incrementar sus ingresos un 6% en 2001, las ganancias cayeron un 3%. También la burbuja bursátil se ha dejado sentir en algunas de las acciones espaciales. Así, la israelí Gilat ha visto como sus títulos caían en el Nasdaq desde los 168 dólares en marzo de 2000 a los cuatro dólares actuales.
Las perspectivas no son buenas y las previsiones de resultados para este ejercicio no son demasiado positivas. Referente a esta última compañía, bancos de inversión como US Bancorp o Lehman Brothers señalaban que en 2002, pese a una reducción de los números rojos, todavía continuaría en pérdidas. No es la única en esta situación.
Y a veces es peor. Otras empresas caminan al borde del colapso. El ejemplo de Globalstar, la aventura de Loral y Qualcomm, es el más claro. La firma se acogió al capítulo 11 de la Ley de Quiebras de EEUU a la espera de presentar un plan para reestructurar la deuda. De momento, un tribunal ha autorizado a Globalstar a seguir con su actividad. Estas perspectivas han sembrado las incertidumbres, por lo menos para algunos. Lógicamente con sus consecuencias. Diversas compañías han anunciado el abandono de diversos proyectos. Por ejemplo, France Télécom parece haberse planteado la venta de su 23% en Eutelsat en su desesperado intento por reducir deuda. Los franceses, que no han querido comentar la operación, podrían recibir cerca de 450 millones de euros, con lo que la sociedad se valoraría en más de 2.100 millones.
Otros han confirmado su salida. Softbank vendió su participación en la plataforma nipona Sky Perfect, mientras que, a mediados de enero, los ejecutivos de Lockheed Martin anunciaron la venta de sus participaciones en Intelsat, Inmarsat y New Skies. En una línea parecida, su rival en el sector aeronáutico, Boeing, confirmó la reducción de su plantilla en su división de satélites en casi un 12%. Por culpa de la caída de la actividad.
Si los accionistas de las firmas de satélites toman decisiones de este tipo, las propias empresas no van a exponerse a más riesgos de los necesarios y también han frenado diversas operaciones. Por ejemplo, Intelsat o Inmarsat han decidido retrasar sus salidas a Bolsa. Desde la primera no se han querido dar ningún tipo de explicaciones, mientras que, desde la segunda, se excusa la paralización en la crisis. 'Hasta que las condiciones de los mercados financieros no sean más apropiadas, nuestra IPO estará congelada', confirman.
Aquí hay un problema. Si no obtienen el dinero, algunos de los proyectos podrían sufrir un cambio de planes. Por ejemplo, Intelsat va a lanzar varios satélites con una inversión de casi 1.800 millones de euros. Si no sale a Bolsa, según algunos expertos, sus gestores deberán buscar el dinero en otra parte aunque, aseguran que ya cuentan con la financiación necesaria. Eso sí, estas firmas se han beneficiado de un cambio en la legislación de EE UU. Hasta octubre, la Administración de este país podía retirar la licencia de operación, así como los permisos orbitales a sociedades que no cotizaran en Wall Street. Ahora, este plazo se ha aumentado hasta diciembre de 2003.
El sector del satélite se enfrenta a fuertes movimientos. Hay dudas, incógnitas. Eso sí, tienen algo a favor. El hundimiento y colapso de las redes tras el atentado del 11 de septiembre fueron resueltos gracias a las infraestructuras espaciales. Desde luego, un buen reclamo para los posibles nuevos clientes.
entre sociedades de satélites con empresas que explotan comunicaciones terrestres han ido en aumento. En España SES Global firmó un trato con NEO para llegar a zonas de acceso más complicado, y la holandesa New Skies se ha convertido en el vehículo de transmisión de algunos proveedores de acceso a Internet en la antigua Yugoslavia. En este escenario, las firmas de satélites estudian la rentabilidad de llegar al cliente final, es decir, al consumidor de a pie. 'Tenemos que ver la viabilidad del proyecto además de seguir con las pruebas', dice una portavoz de New Skies.
En una línea parecida se manifiestan los ejecutivos de Intelsat. 'Estamos comprometidos con la banda ancha y hemos impulsado nuestros proyectos para atacar la última milla en el segmento residencial', insisten fuentes de la compañía en EE UU. Parece que al final será así. La mayoría de constelaciones está preparando sus nuevos satélites de cara al negocio de la banda ancha. En los próximos meses, SES Global, Iridium, Eutelsat, Hispasat, Intelsat, New Skies o Inmarsat tienen previsto el lanzamiento de más vehículos espaciales. Y casi todos tienen maximizada su capacidad de cara a un aumento del tráfico de datos. Intelsat, por ejemplo, valora este incremento en el 40%.
Claro que las compañías no deben tenerlo del todo claro. ¿Miedo a invertir en negocios no rentables? Quizá. De momento, las alianzas, incluidos intercambios accionariales, han ido en aumento. Sin ir más lejos, en España, Eutelsat tomó hasta un 21% de Hispasat. No es la única. SES Global, tras la adquisición de la estadounidense GE Americom, podría estar negociando un macroacuerdo con Echostar (que buscaría cubrirse ante un eventual veto por parte de las autoridades de la competencia de su fusión con Hughes), según desvelaba la pasada semana la prensa francesa. Ambas firmas atacarían el mercado local de televisión y banda ancha en EE UU, en especial en áreas no cubiertas por las cableras y, según los expertos, eso supone más de un 30% de la población, es decir, en torno a 70 millones de personas. SES Global ha tejido una red de participaciones que incluye NSAB en Escandinavia, Nahuelsat en Argentina o AsiaSat.
Este escenario se está materializando en un periodo de crisis en las telecomunicaciones que ha tenido sus efectos sobre el segmento del satélite. Algunas de las compañías han visto como sus beneficios caían. æpermil;se es el caso de Inmarsat, que presentó sus resultados la pasada semana. Pese a incrementar sus ingresos un 6% en 2001, las ganancias cayeron un 3%. También la burbuja bursátil se ha dejado sentir en algunas de las acciones espaciales. Así, la israelí Gilat ha visto como sus títulos caían en el Nasdaq desde los 168 dólares en marzo de 2000 a los cuatro dólares actuales.
Las perspectivas no son buenas y las previsiones de resultados para este ejercicio no son demasiado positivas. Referente a esta última compañía, bancos de inversión como US Bancorp o Lehman Brothers señalaban que en 2002, pese a una reducción de los números rojos, todavía continuaría en pérdidas. No es la única en esta situación.
Y a veces es peor. Otras empresas caminan al borde del colapso. El ejemplo de Globalstar, la aventura de Loral y Qualcomm, es el más claro. La firma se acogió al capítulo 11 de la Ley de Quiebras de EEUU a la espera de presentar un plan para reestructurar la deuda. De momento, un tribunal ha autorizado a Globalstar a seguir con su actividad. Estas perspectivas han sembrado las incertidumbres, por lo menos para algunos. Lógicamente con sus consecuencias. Diversas compañías han anunciado el abandono de diversos proyectos. Por ejemplo, France Télécom parece haberse planteado la venta de su 23% en Eutelsat en su desesperado intento por reducir deuda. Los franceses, que no han querido comentar la operación, podrían recibir cerca de 450 millones de euros, con lo que la sociedad se valoraría en más de 2.100 millones.
Otros han confirmado su salida. Softbank vendió su participación en la plataforma nipona Sky Perfect, mientras que, a mediados de enero, los ejecutivos de Lockheed Martin anunciaron la venta de sus participaciones en Intelsat, Inmarsat y New Skies. En una línea parecida, su rival en el sector aeronáutico, Boeing, confirmó la reducción de su plantilla en su división de satélites en casi un 12%. Por culpa de la caída de la actividad.
Si los accionistas de las firmas de satélites toman decisiones de este tipo, las propias empresas no van a exponerse a más riesgos de los necesarios y también han frenado diversas operaciones. Por ejemplo, Intelsat o Inmarsat han decidido retrasar sus salidas a Bolsa. Desde la primera no se han querido dar ningún tipo de explicaciones, mientras que, desde la segunda, se excusa la paralización en la crisis. 'Hasta que las condiciones de los mercados financieros no sean más apropiadas, nuestra IPO estará congelada', confirman.
Aquí hay un problema. Si no obtienen el dinero, algunos de los proyectos podrían sufrir un cambio de planes. Por ejemplo, Intelsat va a lanzar varios satélites con una inversión de casi 1.800 millones de euros. Si no sale a Bolsa, según algunos expertos, sus gestores deberán buscar el dinero en otra parte aunque, aseguran que ya cuentan con la financiación necesaria. Eso sí, estas firmas se han beneficiado de un cambio en la legislación de EE UU. Hasta octubre, la Administración de este país podía retirar la licencia de operación, así como los permisos orbitales a sociedades que no cotizaran en Wall Street. Ahora, este plazo se ha aumentado hasta diciembre de 2003.
El sector del satélite se enfrenta a fuertes movimientos. Hay dudas, incógnitas. Eso sí, tienen algo a favor. El hundimiento y colapso de las redes tras el atentado del 11 de septiembre fueron resueltos gracias a las infraestructuras espaciales. Desde luego, un buen reclamo para los posibles nuevos clientes.
El sector aéreo congela sus planes
Los ajustes tras los atentados del pasado 11 de septiembre en Nueva York han tenido graves consecuencias para los planes de ofrecer Internet vía satélite en los aviones. Uno de los más llamativos era Conexion.
En dicho proyecto, Boeing unió sus fuerzas a United Airlines y Delta Air Lines para ofrecer servicios de acceso a Internet y correo electrónico desde los aviones en pleno vuelo. A Conexion se unió la germana Lufthansa en su pretensión de comercializar estos servicios en Europa y así ser una de las firmas más vanguardistas en el Viejo Continente.
Ahora, este proyecto ha sufrido una ralentización al no ser estratégico para las empresas, que no parecen dispuestas a poner más dinero. La idea de Boeing, que también participa en planes como el Teledesic de Bill Gates, era ofrecer acceso a Internet así como televisión en directo.
No es el único. News Corp y Rockwell se unieron en la sociedad Flight Network para ofrecer servicios similares con tecnología de Qualcomm y los satélites de Globalstar. Pero la crisis de esta última ha sido determinante para que el plan haya quedado en segundo plano.