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La peseta presta su último servicio

A las pesetas apenas les quedan cuatro meses para acabar achatarradas en las plantas de Berango (Vizcaya) y Zaragoza. El objetivo es la reutilización del cobre Texto Kirru Artea

La política de desmonetización, es decir, la destrucción de las monedas, ha llegado a España. La ingente cantidad de pesetas acuñadas durante largos años está pasando por las trituradoras y éstas han empezado a ser sometidas a un proceso de extracción del cobre que contienen y que supone uno de sus componentes fundamentales. En total, 35.290 toneladas o, según la versión moneda, 7.621 millones de unidades.

En este achatarramiento están colaborando dos compañías españolas, Botrade y Elmet, participadas por la compañía belga NFI, que cuenta con plantas en Berango (Vizcaya) y Zaragoza. Estas sociedades ganaron el concurso de la Fábrica de la Moneda y el Timbre para hacer desaparecer las monedas españolas hasta ahora en circulación. Asimismo, se han adjudicado la subasta del Banco Central de Irlanda, que tiene en marcha una estrategia similar.

A la vez esperan ahora que otros Estados de la Comunidad Europea, que han apostado por la unión monetaria, den acta de achatarramiento a sus respectivas divisas una vez confirmada su acta de defunción.

El proceso es, en principio sencillo. Las monedas, cargadas en grandes sacos de plástico, llegan en contenedores a las fábricas. Allí se las separa del plástico, se trituran y, después de diversas fundiciones y procesos electrolíticos, se logra recuperar el cobre que contienen, hasta un pureza típica superior al 95%, y se producen cátodos con un mínimo de contenido de cobre del 99,99%, es decir, casi la reciclabilidad total.

¿Pero dónde está el cobre reciclado? Se calcula que el 80% de todo el material extraído de este producto a lo largo de los siglos se sigue utilizando hoy en día. El cobre se considera el metal con más tradición para acuñar monedas por su buenas propiedades, y su capacidad de reciclaje es ilimitado, según asegura The Euro-Cooper Coin Recycling Tour, la organización que está aprovechando el tirón de la desmonetización para ensalzar las virtudes de este metal.

En la planta que el grupo NFI tiene en Berango se exprimirá el cobre a 1.024 millones de monedas irlandesas. La de Zaragoza, en la que se han invertido 1,70 millones de euros para ponerla en marcha, se trabajan ya las pesetas españolas.

Las aplicaciones de la chatarra son múltiples, pero destaca la fabricación de barriles de cerveza (con las monedas de una peseta), tuberías de refrigeración (con las de 10, 50 y 200 pesetas) y hélices para barcos (con las de 5, 25, 100 y 500 pesetas).

Una de las empresas relacionadas con el proceso, Daewoo International, ha anunciado ya su intención de destinar parte del material a la construcción de hélices de hasta cinco metros para su división de transatlánticos. Otras de las aplicaciones pasan por la construcción de estatuas, piezas de motores de vehículos y cuberterías.

De las pesetas aún puede obtenerse una rentabilidad, no así de los billetes, ya que las tintas de impresión entrañan serios problemas medioambientales. Por lo que las 1.780 toneladas de papel moneda acabarán convertidas en cilindros de papel prensado (briquetas) que una empresa trasladará a los correspondientes vertederos autorizados.

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