La UE, un objetivo asegurado
Cerrado el plan de privatizaciones y la reconversión industrial, el país afronta con garantías el ingreso en la UE, aunque le queden algunos flecos por resolver como el repunte del déficit presupuestario
La caída del muro de Berlín y la posterior fracción de Checoslovaquia en dos países (República Checa y Eslovaquia) son los dos hitos que marcaron la historia reciente de la República Checa, uno de los países más industrializados del antiguo bloque comunista y que mejor situado se encuentra en la actualidad para la integración en la Unión Europea. De hecho, es el candidato que mejores indicadores tuvo durante los seis primeros años de la década de los noventa, el que tiene actualmente mayor renta per capita (cerca de 15.000 euros en poder adquisitivo) y el que goza de la economía más abierta (el comercio exterior supone el 123% del PIB). A pesar de su actual buen estado, el Gobierno checo tuvo que hacer frente a una crisis entre ambos periodos de bonanza por los malos resultados de la balanza comercial.
El modelo económico se quebró a mediados de 1997 como consecuencia de un exceso de demanda interna y de las importaciones por la incapacidad del mercado interno para poner en marcha toda la industria heredada de la etapa comunista. El sistema de privatizaciones (mediante cupones-participaciones exclusivos para la población checa de las grandes compañías estatales) puso de manifiesto las carencias de una economía incapaz de mantener un buen ritmo de crecimiento sin tener que recurrir al exterior y de acabar con algunos de los vicios de anteriores regímenes como el clientelismo o la corrupción.
El PIB creció tan sólo un 1% en 1997 y entró en números negativos en la primera mitad de 1998, por lo que el Ejecutivo tuvo que tomar decisiones drásticas para controlar la situación: permitió la entrada de socios extranjeros en las empresas estatales descapitalizadas, emprendió una campaña para fomentar la inversión extranjera y puso los cimientos para la promoción de una ley de función pública que acabara con determinados privilegios y beneficios de la clase política. La recuperación no se produjo hasta el año 2000, en el que el producto interior bruto volvió a registros positivos y las exportaciones crecieron por encima de las importaciones gracias sobre todo a la mejora de las relaciones comerciales con la Unión Europea, que se ha convertido en su mejor socio.
Los países comunitarios aglutinan en la actualidad el 70% de las exportaciones y el 63% de las importaciones checas. Entre los socios destaca Alemania por el crecimiento de sus intercambios comerciales (recibe un 39,2% de las exportaciones y el 5,4% de las importaciones checas) y por su capacidad de inversión, ya que el número de empresas instaladas en el país supone el 25% del total de la inversión extranjera acumulada.
Sin embargo, el fantasma del déficit presupuestario reapareció a finales del pasado año cuando el actual Gobierno presentó unos presupuestos con un déficit superior a 1.500 millones de dólares, es decir, un 9,4% del PIB y tres veces superior a lo estipulado en Maastricht. Tras varias advertencias del Banco Mundial y la Unión Europea, el Ejecutivo revisó a la baja el déficit presupuestado, aunque no contaba con el repunte de la inflación (lo que le va a suponer disponer de mayores partidas para el pago de pensiones) ni con la perdida de 1.000 millones de euros que tenía previsto recaudar por las tres licencias de telefonía de tercera generación (UMTS) que no se han concedido.
Este desajuste se ha visto compensado en parte por el empuje de la inversión extranjera, ya que ha sido el segundo destino en la zona tras Polonia. De hecho ya hay más de 250 implantadas tan sólo en el sector de la automoción y algunas han trasladado una gran parte de su producción por la alta preparación técnica de los trabajadores checos y la mejora de los beneficios frente a otros países. Así, Volkswagen formalizó hace dos años la compra del 100% de la compañía automovilística checa Skoda, por la que pago 355 millones de euros, y la compra ha empezado a dar sus primeros frutos como muestra el hecho de que la compañía haya entrado en beneficios y haya aumentado sus ventas un 14% en tan sólo dos años. A finales del pasado año fueron PSA (Peugeot y Citroën) y Toyota las que eligieron la República Checa para crear una fábrica conjunta donde rebajar los costes para el próximo diseño de un utilitario que estará en la calle a principios de 2005. El acuerdo contempla una inversión de 1.500 millones de euros para el desarrollo del modelo y la construcción y equipamiento de la nueva fábrica, que tendrá una extensión de 240 hectáreas y estará situada en la localidad de Kolin, a 60 kilómetros de Praga.
En el lado contrario se encuentra la inversión española 'prácticamente testimonial', según lo expuesto en la última reunión del comité de cooperación empresarial hispano-checo, celebrada a principios de este mes. El presidente español del comité, José María Vizcaíno, afirmó en la reunión que la inversión acumulada española hasta julio de 2001 en la República Checa fue de 82 millones de euros (un 0,2% del total de los miembros de la UE), inferior a las inversiones españolas en otros países de la zona como Hungría o Polonia. Vizcaíno destacó la importancia que tendría para la dinamización de estas relaciones que se cerrara una gran operación de compra en el país, como el intento de Iberdrola por hacerse con la compañía eléctrica nacional Cez y seis compañías regionales.
La eléctrica vasca presentó, junto a la italiana Enel, una oferta a finales del mes pasado para adquirir el 67,6% de la compañía, que debía competir frente a la presentada por Electricité de France (EDF). Ambos consorcios revisaron sus ofertas a la baja al considerar excesivo el precio de venta fijado (6.240 millones de euros) y el Gobierno no cedió a sus pretensiones, por lo que no se alcanzó un acuerdo y la concesión de la eléctrica ha quedado suspendido sine die.
Grandes ausentes
Sin embargo, la última reunión del comité hispano-checo ha dejado al descubierto el interés creciente del empresariado español por implantarse en el mercado checo; frente a la escasa afluencia a anteriores foros, a este último han acudido más de 70 empresas españolas y 15 checas y se han producido más de 70 contactos bilaterales. Entre todas ellas destaca el interés de los 'grandes actores ausentes en la República Checa', como los bancos (BBVA, Popular, Banesto y Banco Atlántico) que no tienen abierta ninguna línea de comercio en el país y algunas grandes compañías como Acerinox, OHL o Indra.
Según Pavel Smidt, asesor del Ministerio de Economía, las mejores oportunidades de inversión para las empresas españolas 'se encuentran en el sector del automóvil (especialmente en la industria auxiliar y los proveedores de piezas de automóviles), en el sector de la maquinaria y las herramientas, en pleno desarrollo y con mucha presencia en ferias internacionales, y en la privatización de los bancos y las redes de agua, luz y electricidad'.
A pesar de la escasez de inversión, el terreno de las relaciones comerciales sí se ha reactivado en los últimos años, aunque ha estado íntimamente ligado a la coyuntura macroeconómica y a la mejora del sector del automóvil, según un informe de la Oficina Comercial de España en Praga. Para Smidt, la pauta a seguir en los próximos años es diversificar estos intercambios 'porque con una recesión en la producción o fabricación de vehículos, el país se va a ver seriamente dañado'.
Tras tres años de descenso continuado en los intercambios comerciales entre ambos países, el año 2000 supuso el punto de partida para la revitalización de las exportaciones españolas, que crecieron un 50,8%, con un saldo comercial positivo de 106 millones de euros, tras un saldo negativo de 94 millones de euros en el ejercicio anterior. Esta tendencia de crecimiento se ha mantenido en el primer trimestre de 2001, en el que las exportaciones han sido de 437 millones de euros, frente a los 352 del mismo periodo en 2000. En la clasificación por partidas destaca el alto grado de concentración de las exportaciones y las importaciones en el sector del automóvil. Los vehículos y sus piezas suponen el 31,1% de las exportaciones y el 45% de las importaciones. Otros capítulo importante es el de receptores de televisión, que aglutinan el 4% de las exportaciones y el 2,8% de las importaciones.
El ejemplo de la vasca Eika
Una de las últimas compañías que se ha implantado en la República Checa ha sido Eika, la división de componentes del grupo MCC. Jokin Mujica, director financiero de la compañía, estuvo presente en la última reunión del comité hispano-checo para contar su experiencia personal en el mercado checo.
Mujica señaló que 'observamos que el negocio de placas eléctricas se estaba desplazando hacia los países del Este. La idea de implantarnos era tanto para abarcar el mercado de aquella zona como para cubrir la concentración de demanda en esos países'.
'También realizamos un estudio comparativo con nuestro principal competidor en Europa (sólo hay dos fabricantes a nivel europeo) y encontramos dos carencias importantes: un sobrecoste en las ventas y ciertas carencias en la automatización de los procesos. Con todo eso tomamos dos decisiones: integrar el proceso de fundición con la compra de una fábrica en Moravia en 2001, a la que trasladamos parte de nuestra producción, y aliarnos con un nuevo proveedor'. En la actualidad, Eika emplea a 500 trabajadores y vendió por valor de 46 millones de euros. Las previsiones apuntan a un aumento de las ventas hasta 56 millones y de los trabajadores hasta los 579.