Medio ambiente huérfano
Tras una semana de receso el Senado reanuda su actividad en Washington con un agenda en la que se incluye el debate para la aprobación del Plan Energético. En este año electoral la discusión de este programa promete polémica por dos motivos. Primero porque es la regulación que se elaboró desde la Casa Blanca, a decir de la mayoría de los expertos, al dictado de Enron, y segundo porque propone la explotación petrolífera del terreno protegido de Alaska.
Bush se comprometió en su discurso del Estado de la Unión con el cuidado del medio ambiente pero también habló de rebajar la dependencia de EE UU del petróleo extranjero y puestos en la balanza ambos compromisos, el segundo ha pesado más que el primero. Los medioambientalistas, buena parte de la comunidad científica y no pocos editorialistas del país han puesto el grito en el cielo por el intento de poner a prueba la fragilidad de Alaska.
En su discurso radiofónico del sábado, Bush dijo que los habitantes de Alaska entendían la necesidad de su plan. En esta misma alocución, Bush se refirió también al cambio en la ley que creó el llamado Superfondo. Creado en 1970, ésta requiere que los responsables por una contaminación paguen la limpieza. En resumen, quien contamina, paga. Este Superfondo, que también se ocupaba de zonas donde no se había identificado al contaminante, estaba alimentado en un bajo porcentaje por impuestos de ciudadanos, pero en 1995 y por la presión de la industria se congeló. Los 3.800 millones de dólares de dotación en 1996 se han reducido a 28 millones. Como solución, Bush restringirá el área de aplicación del fondo y aumentará por encima del 50% las aportaciones ciudadanas.
Algunos americanos, especialmente los de Nevada, donde se quiere convertir una montaña en cementerio nuclear, empiezan a entender por qué en algunos países a su presidente se le conoce como ¢el Tejano Tóxico¢. Este apelativo lo ganó en uno de sus más relevantes actos de unilateralismo, la no adhesión al Protocolo de Kyoto, aceptado por el resto del mundo para unir esfuerzos en la rebaja de emisión de dióxido de carbono, presumible causante del efecto invernadero.
El presidente de EE UU ha presentado un plan que quiere ser alternativa a Kyoto. El Senado tendrá que revisarlo atendiendo a las críticas que se le han hecho por no atacar el crecimiento de los gases que causantes del calentamiento del planeta. Según el plan, las emisiones de dióxido de carbono se reducirán en función del crecimiento de la economía y se habrá facilidades fiscales en los próximos cinco años para animar a las compañías reducir estas emisiones, algo que es voluntario.
Las críticas no sólo han llegado del otro lado del Atlántico. Las más benévolas dicen que éste plan es un giro de 360º, es decir, que deja las cosas como estaban. The New York Times no fue tan generoso en su editorial. ¢La conclusión obvia que se puede extraer del proyecto del presidente Bush es que no contempla el calentamiento del planeta como un problema¢. Y continuaba diciendo que esta política ¢demanda muy poco de los americanos, mientras insulta a los aliados¢. ¢La Casa Blanca ha descrito la estrategia del señor Bush como agresiva y audaz. Lo único audaz son las tácticas contables utilizadas, dignas de Enron, diseñadas para hacer parecer que un incremento de emisiones parezca una rebaja¢. Entre otros, este rotativo, ha pedido al Congreso que se pongan a trabajar para hacer la política medioambiental de EE UU creíble.