Olazábal reanuda la aventura americana
Nueva dieta, sesiones en el gimnasio y asesoramiento de Butch Harmon, el entrenador de Tiger Woods. El nuevo Olazábal apuesta fuerte
El pasado domingo José María Olazábal consiguió la mejor clasificación en Estados Unidos desde su segundo Masters de Augusta en 1999. Su quinta plaza en el AT&T Pebble Beach National Pro-Am, que le reportó un premio de 180.300 euros, conlleva importantes cambios en la vida del golfista vasco. Olazábal, por el que los aficionados sienten una admiración que va más allá de lo deportivo, después de superar la lesión que en 1996 estuvo a punto de postrarle en una silla de ruedas, ha decidido apostar fuerte y se ha lanzado con osadía a seguir la frenética marcha que dos jovencitos, Tiger Woods y Sergio García, imponen en el circuito mundial.
Hogareño, amante de su tierra, de sus gentes y de sus costumbres, Olazábal ha retomado la aventura americana. Cansado de que las cosas no salieran como él esperaba, no dudó en dejar que Butch Harmon, entrenador del mismísimo Tiger Woods, entrase a formar parte de su entorno. Con él estuvo la semana pasada en Carmel y, a raíz del resultado, los consejos han sido provechosos, tanto que el número uno mundial se clasificó por detrás del vasco.
Olazábal está dispuesto a asumir el sacrificio: 'No sé cuántos años me quedan al máximo nivel y quiero probar hasta dónde soy capaz de llegar', confiesa. El, que ha llegado tarde para convertirse en el héroe del golf del siglo XXI, ha roto sus esquemas tradicionales comenzando por la dieta. Se han acabado los postres de chocolate, su debilidad. A sus largos entrenamientos en el campo se han añadido sesiones en el gimnasio (ahora busca hoteles que ofrezcan este servicio) y procura quitar trascendencia a un mal golpe.
'El golf ha evolucionado muchísimo desde la llegada de Tiger, antes nadie hacía pesas ni gimnasia ni seguíamos ningún programa de preparación física', confiesa. 'De todos modos he aprendido que hay cosas más importantes, aunque el golf es casi toda mi vida, aprecio lo que es estar con los amigos o ser tío', dice el nuevo Olazábal que sigue sin creer en los psicólogos que pululan alrededor del golf moderno. Sin embargo, desde que Retief Goosen cuenta con este apoyo ha ganado el US Open y la Orden de Mérito Europea: 'Hay cosas que funcionan, considero que te pueden ayudar a dar lo mejor de ti, pero ellos no meten los putts'.
En su bolsa lleva los mismos palos que la pasada temporada: 'Llevo el mismo putt y el mismo driver aunque los aplico de una forma más adecuada'. La madera es una Taylor Made y el putt un Kevin Burns, un hierro artesanal que acaricia la bola sobre el green para que ésta camine hacia el hoyo. Las estadísticas de Pebble Beach reflejan una mejora increíble: en las dos últimas vueltas del torneo Olazábal no perdió ni una sola calle. Las herramientas que hay en su bolsa no tienen precio. 'No hay otro juego de palos igual en el mundo'. Aparecen nuevos materiales que él adapta poco a poco: 'Los hierros sufren un desgaste, pero están hechos de un material muy duro, igual que el dueño, que es muy cabezón'. Cambiar un palo es un disgusto y cuando no queda otro remedio, Olazábal es partidario de llevarlos a fábrica para que los vuelvan a cromar. 'Don White, que por cierto es negro, es quien me los hace en los talleres de MacGregor en Estados Unidos'.
Ha pasado una semana en San Francisco y no ha hecho turismo. 'No dispongo de tiempo para hacer otras cosas, paso todas las horas de luz en el campo de golf o si no en el gimnasio. Lo único que conozco es el camino del hotel al campo y al aeropuerto y un par o tres de restaurantes que es donde vas a cenar toda la semana y punto'.
Su quinto puesto le valió para ascender seis puestos en el ranking mundial, Olazábal no quiere marcharse sin probarse a fondo. Si todo marcha como ahora, no se volverá a ver a Harmon hasta dos semanas antes del Masters, será el momento de afinar los últimos detalles.