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EE UU

El Foro Económico Mundial habla de justicia social parapetado en la policía

El Foro Económico Mundial (FEM) abrió ayer sus puertas en Nueva York en medio de medidas de seguridad extremas. Unos 3.000 políticos, empresarios, líderes religiosos, académicos y representantes de organizaciones sin ánimo de lucro (ONG) debatirán los retos del 'liderazgo en tiempos frágiles'. La primera cita tras los atentados del 11 de septiembre intenta revestirse de un carácter más social. Pero los discursos contra la globalización se escucharán sobre todo en las calles y en la cumbre paralela de Porto Alegre (Brasil).

La élite mundial dejó este año el lujoso enclave vacacional de Davos (Suiza) para celebrar su reunió anual en Nueva York, capital del capitalismo y la ciudad más golpeada por los atentados terroristas del 11 de septiembre.

La reunión de este año viene marcada, precisamente, por aquel trágico acontecimiento. De ahí que el lema elegido sea el de 'liderazgo en tiempos frágiles'. La agenda aparece plagada de intervenciones relativas a la 'seguridad global', la 'lucha contra el terrorismo', la búsqueda de 'visiones comunes' y el recorte en las diferencias entre 'ricos y pobres'.

El empresario Bill Gates, fundador de Microsoft, acudió presentando sus credenciales de filántropo, testificadas por su publicitado donativo de 100 millones de dólares para la investigación sobre el sida.

El presidente mexicano, Vicente Fox, pidió a los presentes que no se olviden de los 1.200 millones de personas que viven con ingresos de menos de dos dólares por día.

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, que optó por acudir a la cita neoyorquina en lugar de ir a la cumbre paralela de Porto Alegre, avisó en un encuentro con periodistas que el proceso de globalización puede sufrir importantes reveses si no se vuelve más integrador.

Ejecutivos como Gates y Larry Ellison (Oracle), financieros como George Soros y políticos como el canciller alemán Gerhard Schröder dedicarán cinco días de su apretada agenda a hablar sobre cómo construir un mundo que sea, a la vez, global y justo. Mientras, casi 4.000 policías garantizan su seguridad parapetando los alrededores del lujoso hotel Waldorf-Astoria.

La ciudad ha establecido puestos de policía en las calles y avenidas circundantes para identificar a todo aquel que intente cruzar las barreras y patrullas con perros especializados en la detección de explosivos. En caso de emergencia, está previsto que se clausuren las paradas de metro cercanas al hotel.

Ley de los años cuarenta

La policía ha desempolvado, además, una ley del año 1945 que impide manifestaciones de enmascarados. Esta norma sirvió en 1999 para detener a miembros del grupo racista Ku Klux Klan, pero un juez determinó más tarde que la ley sólo debía aplicarse en caso de manifestaciones violentas.

El republicano Rudolph Giuliani, que era alcalde de Nueva York cuando se produjeron los atentados de septiembre, dijo que 'somos una ciudad pacífica, pero la policía también es muy profesional y está acostumbrada a estas situaciones. Si pasa algo, que no va a pasar, la policía lo solucionará con tanta rapidez como para que nadie se entere... ni siquiera ustedes' (por la prensa)'.

En la mañana de ayer, los únicos manifestantes que podían verse en los alrededores del Waldorf-Astoria eran unos 150 seguidores de la secta Falung. La policía era, pues, mucho más numerosa que los protestantes.

El clima no ayudó a los activistas antiglobalización, porque Nueva York amaneció ayer con el primer día de lluvia en mucho tiempo. Y el atasco de tráfico en la isla de Manhattan fue monumental durante todo el día.

Muchos de los asistentes tenían un ojo puesto en las reuniones neoyorquinas y otro en la cumbre alternativa de Porto Alegre. Entre ellos, el empresario brasileño Roberto Civita, presidente del Grupo Abril y uno de los copresidentes del FEM.

Civita dijo que el Foro Mundial Social de Brasil 'se ocupa no sólo del mundo desarrollado, sino también del mundo en desarrollo'.

El norteamericano Raymond Gilmartin, otro de los copresidentes del FEM, salió en defensa de la globalización diciendo que 'tiene ventajas para los países en desarrollo'.

Pero no todos los ejecutivos parecen tener clara esta idea. La consultora PricewaterhouseCoopers aprovechó la cita neoyorquina para publicar un sondeo entre ejecutivos de todo el mundo a los que pregunta sobre los efectos de la globalización. Un 79% afirma que es una 'fuerza positiva para el cambio económico y social'. Sin embargo, una tercera parte de los ejecutivos reconoce que ampliará las diferencias entre países ricos y pobres.

Solidaridad con límites

Civita habló también sobre la crisis argentina y destacó que 'el resto del mundo ha hecho lo que razonablemente ha podido por ayudar' a este país. Sin embargo, añadió, 'hay que reconocer que la responsabilidad mayor está en manos de los argentinos y no lo han hecho bien en los últimos años. El mundo puede ayudar, pero no tanto'.

Y es que la solidaridad tiene sus límites, incluso en un año marcado por los mensajes integradores.

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