Inercias
El problema más importante de las empresas son las inercias. Para Santiago Satrústegui, cuando se producen cambios de planes, quedan elementos funcionando que nadie se ocupa de frenar
Después de dos años de crisis en los mercados, las previsiones sobre el futuro inmediato no animan demasiado al optimismo. Decir que el segundo semestre será mejor que el primero suena a que los analistas se dan un mus hasta que se aclare un poco el panorama. Desde el punto de vista de valoración, las empresas no están baratas y aunque el bajo nivel de rentabilidad de los activos hace que el dinero trate continuamente de volver al mercado, la inseguridad del mismo es causa de rápidas tomas de beneficios.
Mientras las aguas vuelven a su cauce, y probablemente también para que esto suceda, tendrán que resolverse cuestiones de mucha más trascendencia para el sistema financiero mundial que la evolución de las cotizaciones. Cuestiones que han aflorado con la crisis, pero que en muchos casos han sido algunas de las causas que la han producido y en su última fase han multiplicado sus efectos.
Echar la culpa a la globalización o al capitalismo sería una simplificación excesiva que no aporta ninguna solución al problema, ya que son solamente los excesos y no el sistema los causantes de la situación actual. En todos los casos modelos más controlados no habrían permitido alcanzar el nivel de desarrollo mundial actual, con independencia de que su distribución se pueda considerar injusta.
Son cuestiones relativas al tamaño de las empresas, a las economías de escala, a la utilidad de las sinergias o al empleo y el acceso al capital las que al resolverse marcarán el paso a una nueva etapa.
La situación actual de Argentina no tendría solución si no hubiera un conjunto de empresas globales dispuestas a invertir otra vez en ese país cuando se den las condiciones adecuadas y esta esperanza es la que mantiene el valor de sus empresas y evita una confrontación civil mucho mayor. Pero para que esto suceda será necesaria una purga importante que lleve a la transparencia y a la credibilidad.
De todos los problemas que puedan tener actualmente las empresas fruto de la carrera por el tamaño, las fusiones y la optimización, de todas las sinergias imaginables, el más importante son las inercias. Para poner en movimiento algo grande se requiere un esfuerzo mayor que para hacerlo en una cosa pequeña, igual que para frenar una cosa de gran peso es necesario también un esfuerzo adecuado.
Perogrullo podría firmar esta teoría, pero en las empresas la dedicación a todo lo que signifique lanzamiento no es simétrica respecto a los movimientos en sentido contrario. Cuando se producen cambios de estrategia, suelen quedar elementos funcionando que nadie se ocupa de frenar. Sería como si un coche al tomar una curva perdiera una de sus ruedas y ésta siguiera su camino en otra dirección condenada a buscar su propio destino pero sin poder actuar sobre el volante.
El proceso no ha hecho más que comenzar. La lógica de las fusiones, de la internacionalización por la vía de la adquisición y el capital, la apuesta latinoamericana de las empresas españolas o la europea de las compañías americanas dará paso a nuevos modelos y a la aparición de una lógica distinta que hará subir la valoración de las empresas que decidan aplicarla.
Mientras ese momento no llegue, empezar a ver la luz al final del túnel demasiado pronto tiene el riesgo de que detrás de la luz venga algo con forma de locomotora.