La segunda siderúrgica de EE UU, al borde del colapso
LTV, la segunda siderúrgica por ventas el año pasado en EE UU, espera recibir un préstamo que le permita seguir con su actividad. El plazo para conseguirlo vencía a media noche de ayer. Si el dinero no llega, la compañía pedirá hoy al juez que lleva su suspensión de pagos que extinga los contratos de sus empleados. Esto dejará a 70.000 personas, entre plantilla y jubilados, sin prestaciones salariales, médicas y de jubilación.
El pasado martes la industria mundial del acero acordó la reducción de la capacidad, una medida que han buscando las empresas siderúrgicas de EE UU, aunque desde este país se deseaba un compromiso más ambicioso. Pero este acuerdo, cuyo fin es la recuperación de los precios, llega tarde para algunas empresas estadounidenses, en especial para LTV.
La siderúrgica de Cleveland apuraba ayer hasta el último minuto para conseguir un préstamo avalado por el Gobierno de 250 millones de dólares (280 millones de euros) que le permita poner en marcha su maquinaria, prácticamente parada el último mes. Si el préstamo no llega, el juez a cargo de su suspensión de pagos decretará la terminación de los contratos. Según informaba ayer el rotativo The New York Times, la mayoría de ellos se quedarán sin pensiones o éstas se verán fuertemente reducidas y sin cobertura sanitaria. Las expectativas de que finalmente llegue el dinero no son elevadas. Desde la compañía ya se ha avisado de que este dinero es insuficiente para continuar porque para ello serían necesarios, al menos, 1.000 millones de dólares. Los acreedores consideran que no tiene sentido mantener en marcha una compañía que prácticamente no tiene clientela y no es competitiva. A pesar de que el mensaje es claro, los trabajadores han continuado en sus puestos de trabajo en un gesto de resistencia. Esta posición ha tenido una cierta influencia en la agónica cotización de las acciones. Los títulos que han llegado a cotizar a 1,8 centavos de dólares experimentaron recientemente una pequeña subida hasta los ocho centavos. El consejero delegado, Glenn Moran, dijo ayer que, tras 12 trimestres consecutivos de pérdidas, las acciones no tenían "ningún valor". Moran añadió que probablemente los accionistas no conseguirán nada de la venta de activos. La compañía dejará de informar de los movimientos a la SEC.
Una crisis con decenas de bajas
La crisis del acero está siendo especialmente seria con EE UU. Hasta ahora y desde 1998 han sido 12 siderúrgicas las que han tenido que cerrar sus puertas y 17 más se han declarado en suspensión de pagos, según los datos del sindicato United Steelworkers of America.
Ante la caída de los precios y el aumento de las importaciones de Europa y Asia, la industria está protagonizando una intensa campaña para que el Gobierno aumente las tarifas a la importación de productos siderúrgicos hasta un 40%.
Estas medidas proteccionistas están siendo vistas con buenos ojos desde la Casa Blanca, pero están ya siendo fuertemente contestadas desde la Unión Europea. El comisario de comercio, Pascal Lamy, ya ha expresado su malestar a su colega estadounidense, Robert Zoellick. Pero también los propios consumidores de acero en EE UU están en contra. Según éstos, donde figura el también poderoso grupo de las empresas automovilísticas y compañías como Caterpillar, Procter & Gamble, el aumento de las tarifas supondría un coste adicional para ellos de 2.000 millones de dólares anuales.