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La UE inicia la senda constitucional con 2004 como meta

Bélgica remató el sábado su presidencia semestral de la UE con una ambiciosa declaración política del Consejo Europeo que marcará el rumbo hacia una Constitución europea y "una Unión de Estados que gestione competencias federales". Tras el entrecomillado se esconde Valéry Giscard D'Estaing, 76 años, designado presidente de una convención que, a partir del 1 de marzo, intentará responder a las principales preguntas sobre el futuro modelo político que se plantean en la histórica declaración.

El presidente de la República francesa, Jacques Chirac, se apresuraba a matizar el integracionismo de su predecesor en el cargo (entre 1974 y 1981), al resaltar que Giscard D'Estaing no ha suscrito el reciente manifiesto de personalidades europeas (entre ellas Felipe González) en favor de un auténtico gobierno europeo. Pero el hábil primer ministro belga, Guy Verhofstadt, ha sitiado la presidencia de la convención con dos puntales federalistas. Jean-Luc Dehaene (61 años), ex primer ministro belga, y Giuliano Amato (63 años), ex primer ministro italiano y profesor de derecho constitucional.

Ambos han formado parte de un selecto grupo (el llamado grupo de Laeken, en el que también se encontraba Jacques Delors) que desde el mes de julio han guiado a Verhofstadt en la redacción de una ambiciosa declaración en la que no falta ninguna pregunta crucial. "Ya no hay tabúes", anunciaba el sábado un eufórico Verhofstadt y hasta el primer ministro británico, Tony Blair, tuvo que corroborar esa valoración.

Se abre la posibilidad de elegir al presidente de la Comisión Europea por sufragio universal, de crear distritos electorales con criterios europeos en lugar de nacionales (lo que desembocará en partidos políticos también de ámbito continental), de suprimir la presidencia rotatoria del Consejo (que el próximo 1 de enero corresponde a España). Todas las preguntas han salido ya del Palacio Real de Laeken.

"En Europa también necesitamos más imaginación", advertía el primer ministro belga al comienzo de la sesión. Aunque Verhofstadt no debe ignorar que la respuesta a la mayor parte de los imaginativos desafíos planteados en Laeken aparecen ya en el discurso del ministro de exteriores alemán, Joschka Fischer ante la Universidad Humboldt que en febrero de 2000 lanzó el debate sobre modelo político de la Unión.

Pero por primera vez en la historia de la UE, es cierto, la responsabilidad de redactar el nuevo Tratado, que puede ser ya una Constitución, no corresponderá en exclusiva a los gobiernos. La convención, formada por un representante gubernamental y dos parlamentarios nacionales de cada país, 16 euro parlamentarios y dos comisarios europeos, debatirá previamente sobre el futuro texto. Los países candidatos a la adhesión también participarán en este foro, aunque sin derecho a veto en las propuestas. Y, por primera vez, se reconoce en calidad de observadores a las regiones con poderes constitucionales, para inquietud del Gobierno de José María Aznar. Otra victoria de Verhofstadt con sello alemán.

La troika D'Estaing, Dehaene y Amato dirigirá los doce meses de trabajo de la convención, asistidos por un presidium de nueve miembros en el que Aznar ha logrado colocar un vigía permanente amparándose en la condición de la próxima presidencia semestral.

La edad de la troika (entre los tres suman 199 años) provoca escepticismo en algunos observadores sobre su capacidad para proponer soluciones revolucionarias. Pero la veteranía y bagaje de estos antiguos miembros del Consejo Europeo (entre los tres han asistido a más de 40 cumbres) garantizará, según otros, que los debates de la convención fermenten en un resultado asumible por los primeros ministros cuando rematen la labor en 2004.

 

El reparto de sedes queda aparcado para mejor ocasión

El reparto de las sedes para varias Agencias europeas, con las que Verhofstadt había hipnotizado durante las últimas semanas a algunos Estados miembros, quedó en el tintero de la Comisión. Entre ellas se encontraba la Alimentaria, a la que aspiraba Barcelona y que Aznar cambió en el último momento por la de Tecnología, para sorpresa de Suecia que bloqueó, junto a Francia, el reparto. Silvio Berlusconi se sumó al "no".

A Verhofstadt, con su misión cumplida, ya le daba igual. A las ocho de la tarde del sábado ponía fin a la fructífera sesión y los líderes de la UE despejaban el Palacio Real de Laeken, residencia del príncipe heredero al trono belga, Philippe, y su esposa, la princesa Mathilde, que gentilmente habían abandonado el lugar durante los dos días de la reunión. Un pequeño sacrificio real en aras de una Constitución que fijará como "única frontera de la Unión Europea la democracia y los derechos humanos". Figura así ya en la Declaración.

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