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Estados Unidos rebaja los tipos al 2%, la tasa más baja en 40 años

La Reserva Federal de EE UU bajó ayer los tipos de interés interbancarios en 50 centésimas, colocándolos en el 2%, el nivel más bajo desde 1961. Además, dejó la puerta abierta para seguir abaratando el crédito en el futuro y citó como motivo la "preocupación por el deterioro" económico tanto dentro como fuera de EE UU.

Alan Greenspan y su equipo se ajustaron ayer a las previsiones de la mayoría de los expertos y recortaron los tipos interbancarios otras 50 centésimas, para dejarlos en el 2%. Además, bajaron la tasa de descuento (para préstamos de la Reserva Federal a los bancos) del 2% al 1,5%. Y dejaron la puerta abierta para seguir abaratando el precio del dinero porque la "balanza de riesgos" económicos "sigue inclinada hacia condiciones que pueden generar debilidad económica".

El banco central justificó su decisión aduciendo una creciente "incertidumbre y preocupación por el deterioro del clima de negocio tanto aquí como en el extranjero" que está dañando la actividad económica.

Según los gobernadores, la "necesaria recolocación de recursos para reforzar la seguridad puede frenar los avances en la productividad durante algún tiempo". Pero, a largo plazo, las perspectivas siguen siendo buenas tanto para los aumentos de productividad como para el conjunto de la economía.

El comunicado oficial del banco no cita los atentados de septiembre, pero sí dice que la mejora de la economía empezará a ser evidente "cuando desaparezcan los factores no habituales que están frenando la demanda".

La de ayer fue la décima bajada de los tipos oficiales de EE UU en lo que va de año y la tercera desde la ofensiva terrorista. Con ella, los interbancarios se colocan al nivel más bajo desde septiembre de 1961, cuando John F. Kennedy ocupaba la presidencia.

La Reserva Federal empezó a bajar agresivamente el precio oficial del dinero en enero, justo después de que se confirmara el triunfo de George Bush en las polémicas elecciones presidenciales de 2000. Sin embargo, las señales de reactivación económica siguen brillando por su ausencia.

El PIB se contrajo un 0,4% en el tercer trimestre y muchos economistas auguran un declive del 1% o más para el cuarto. Incluso el Departamento del Tesoro, que hasta hace poco mantuvo un optimismo contracorriente, reconoce ahora que es "probable" que haya crecimiento negativo en el último trimestre del año. Con lo cual EE UU habrá entrado oficialmente en su primera recesión desde 1990-1991, durante la presidencia de George Bush padre.

Uno de los aspectos que más preocupa a los economistas es el fuerte aumento de la tasa de paro registrado tras los atentados. El desempleo pasó del 4,9% al 5,4% en octubre, un mes en el que se destruyeron 415.000 puestos (el mayor recorte de empleo en 21 años).

El temor a perder el empleo y la sensación de crisis permanente debido a la guerra en Afganistán y los ataques con carbunco dentro de EE UU han hecho que la confianza de los consumidores caiga al nivel más bajo en siete años y medio.

El consumo de los particulares, que representa dos tercios del PIB de Estados Unidos, cayó un 1,8% en el mes de septiembre (lo que supone el mayor declive en casi 15 años).

En el terreno empresarial, los leves signos de mejora detectados en agosto se han disipado tras la ofensiva terrorista. El sector industrial cerró octubre con el peor dato desde la última recesión y el de servicios sufrió un desplome espectacular en octubre.

Los congresistas aseguran que pondrán su grano de arena para la recuperación con un plan de estímulo fiscal valorado en unos 100.000 millones de dólares. Pero el proyecto está bloqueado en el Senado por discrepancias sobre el tipo de incentivos que deben aprobarse.

 

El dinero barato puede no ser suficiente

Los tipos de interés oficiales de EE UU ya están por debajo de cero en términos reales, porque la inflación de los últimos 12 meses es del 2,6%. Y algunos economistas creen que pueden bajar hasta el 1% el año próximo. Sin embargo, no hay garantías de que ello vaya a reactivar la economía a corto plazo.

Por mucho que baje el precio del dinero, los ciudadanos seguirán mostrándose reticentes a utilizar crédito para financiar nuevas compras si han perdido su empleo o tienen miedo a perderlo en el futuro inmediato. Y los anuncios de despidos masivos se han convertido en cotidianos.

Lo mismo le sucede a los inversores: pedir dinero prestado para comprar acciones no tiene sentido a menos que mejoren los retornos en Bolsa.

Además, los estrictos criterios establecidos por la Reserva Federal (y aplicados a rajatabla por muchos bancos) para la concesión de créditos hacen que algunos ciudadanos y empresas que sí están dispuestos a endeudarse no puedan hacerlo.

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