El consumo de vacuno vuelve a los niveles anteriores a la crisis
El mercado de vacuno en la UE se recupera, según la Comisión Europea, lenta pero firmemente tras el descalabro de precios y consumo provocado hace un año por la llamada enfermedad de las vacas locas. La caída real del precio de la carne de vacuno se limita ya a un 10,2% respecto al nivel de 1999. Bruselas confía, además, en levantar pronto la prohibición del chuletón.
La incidencia de la encefalopatía espongiforme bovina en la cabaña vacuna sigue la evolución prevista por Bruselas cuando hace un año se detectó el brote de la enfermedad en casi todos los países de la UE. Así lo indicó ayer el comisario de Salud y Protección del Consumidor, David Byrne, que recordó que entre enero y agosto de este año se registraron 381 casos de animales infectados en todo el territorio comunitario. En total, se aplicaron test a 4,6 millones de reses.
Byrne indicó, durante el encuentro del Consejo de Ministros de Agricultura celebrado ayer en Luxemburgo, que la mayor incidencia de la enfermedad sigue produciéndose entre los animales considerados de riesgo y entre los que mueren en la finca o son sacrificados como consecuencia de alguna enfermedad. En los países como España, donde la enfermedad se descubrió durante el año 2000, la enfermedad parece ensañarse especialmente en los animales más jóvenes.
Aun así, Byrne considera que la prohibición del consumo de la columna vertebral en todo animal mayor de 12 meses puede ser una precaución excesiva. "La edad del animal más joven infectado continúa siendo 42 meses", reconoció ayer el comisario. Desde el 1 de abril, la Comisión prohíbe el consumo de chuletón con hueso de un animal de más de un año. "Puede ser demasiada cautela", valoró ayer Byrne, y anunció que los expertos veterinarios de la UE estudiarán próximamente la conveniencia de levantar esa prohibición.
No habrá tregua, en cambio, para las harinas animales. La Comisión sigue negándose a desterrar definitivamente el uso de esos piensos (elaborados a partir de los restos de huesos y carne), por falta de evidencias científicas sobre su vinculación con la propagación de la encefalopatía. Pero Byrne considera que la estricta prohibición de su utilización en el alimento de los rumiantes depara resultados positivos.
La eliminación de esos piensos, sin embargo, constituye otro riesgo sanitario. La UE sólo tiene capacidad para incinerar el 46% de los excedentes que se están generando, según indicó ayer el comisario, lo cual obliga, por ahora, a almacenar casi un millón de toneladas. "Mi preocupación", reflexiona Byrne, "es que puedan surgir problemas por una gestión inadecuada o ilegal de la eliminación o almacenamiento" de las harinas. "No podemos prohibir un producto potencialmente peligroso e ignorar la necesidad de asegurar que esa prohibición es efectiva".
El comisario de Agricultura, Franz Fischler, también hizo ayer balance de las consecuencias de la encefalopatía bovina 12 meses después de que se conociese la presencia de la epidemia en el continente. La primera semana de octubre, el mercado mayorista pagaba 1,57 euros (unas 260 pesetas) por cada kilo de carne de vaca. Hace un año, antes de que se desatase la crisis, el mismo kilo costaba un 30% más (2,25 euros). La Comisión estima, sin embargo, que la caída real del precio se sitúa en un 10,2%, porque la evolución del precio en el año 2000 fue excepcionalmente al alza, mientras que las subvenciones de la UE a los ganaderos se habían calculado para compensar una caída del 6,7% anual en el precio.
El ajuste de la oferta este año ha exigido, según los datos del departamento de Fischler, el sacrificio y destrucción de casi un millón de animales (más de 300.000 toneladas de carne). La carne intervenida que puede llegar al consumidor finalmente supera, además, las 240.000 toneladas. Bruselas reconoce, asimismo, que numerosas explotaciones han retrasado el sacrificio de reses ante la debilidad de la demanda, pero "gradualmente empiezan ya a llegar al matadero".