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Columna
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Lo que el BCE no puede ignorar

David Vegara sostiene que el panorama económico ha cambiado tras los atentados del martes en EE UU, y afirma que el BCE debe reducir hoy los tipos para dar una decidida señal de confianza y tranquilidad.

Después de la tragedia del martes, desde una perspectiva estrictamente económica, debemos preguntarnos qué papel puede y debe jugar la política monetaria instrumentada por los bancos centrales.

Las reacciones a la situación creada por los atentados deberían venir en dos direcciones. Por un lado, los bancos centrales deberían transmitir tranquilidad a los ciudadanos asegurando la disponibilidad de toda la liquidez deseada.

Existe el riesgo de que en la actual situación de incertidumbre los ciudadanos opten por incrementar su demanda de liquidez y en ningún caso deben encontrar dificultades para ello. De hecho, tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo (BCE) ya han hecho pública su predisposición a actuar en este sentido.

Ayer miércoles, sin ir más lejos, el tensionamiento de los tipos a un día en la zona euro, que superaron el 5%, fue respondido ágilmente por la autoridad monetaria europea con una subasta de urgencia al 4,25%, su tipo oficial.

La otra respuesta debería ser en términos de tipos oficiales. El deterioro de las expectativas de crecimiento en la zona UEM y en EE UU a lo largo de los últimos meses ha sido evidente. En el caso de la UEM, con la información disponible, es bastante probable que el crecimiento del PIB no alcance el 2% este año y difícilmente superará esta cifra en el siguiente.

Por el lado de los precios, se ha observado alguna sorpresa positiva que permite anticipar una tendencia hacia el objetivo del Banco Central Europeo (2%) hacia principios o mediados del próximo año, mientras el precio del crudo y el tipo de cambio del euro mantengan los niveles actuales. El propio presidente del BCE, Wim Duisenberg, comentó ayer ante el Parlamento Europeo que la autoridad monetaria espera que en términos de media la inflación se sitúe en 2002 y 2003 por debajo del 2%.

¿Cambia esta situación después del atentado del martes? En mi opinión, sí, y de forma muy significativa. No parece en absoluto descabellado anticipar que la ya evidente desaceleración a ambos lados del Atlántico puede verse reforzada por esta tragedia.

En un contexto como el que tenemos después de los atentados, es muy probable que las familias norteamericanas y europeas reduzcan su confianza en la situación económica, aplacen sus planes de gasto en bienes duraderos (vivienda incluida), incrementando, mucho más allá de lo observado recientemente en el caso estadounidense, la tasa de ahorro. Las inversiones empresariales no sólo podrían verse afectadas por la reducción de expectativas de negocio, sino también por un cierto racionamiento del crédito por parte de las entidades financieras. Por no hablar de las empresas y sectores más directamente afectados por el suceso: los atentados pueden afectar seriamente a las grandes empresas financieras, a los servicios inmobiliarios, a las compañías de seguros y a los servicios de transporte de viajeros, que verán reducidos sus volúmenes de ventas.

No se plantea un escenario catastrófico. Se plantea un escenario en el que existen claros riesgos de que la ya evidente desaceleración se refuerce. Y la política monetaria debe responder ante estos riesgos.

Cabe aplaudir la prudente política del Banco Central Europeo a la hora de no seguir a la Reserva Federal en sus reducciones de tipos en los últimos meses. Los motivos de la desaceleración y la dinámica de los precios en la zona euro responden a factores distintos de los estadounidenses, más relacionados con la caída de la inversión.

Pero ante los riesgos aparecidos, ahora hay que pedir a los responsables de la política monetaria europea que manden una decidida señal de confianza y tranquilidad, reduciendo hoy su tipo de interés oficial. No cabe, como afirmó ayer Wim Duisenberg, aludir a que cambios en los tipos de interés en estos momentos "inspirarían una reacción de pánico más que de estabilidad y calma". Los riesgos están ahí y hay que actuar para atajarlos.

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