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INTERNACIONAL

Rusia asume el liderazgo de los emergentes tres años después de la crisis

El 17 de agosto de 1998, Rusia declaraba la suspensión parcial del pago de su deuda y devaluaba el rublo. El sistema bancario, más de 5.000 entidades con poca o ninguna liquidez, se derrumbó por completo al estallar la burbuja en que se sustentaban créditos fáciles y beneficios rápidos de hasta el 300% anual.

Más de la mitad de la población pasó a encontrarse por debajo del umbral de la pobreza, los despidos se multiplicaron y el campo se convirtió en el único refugio para muchos rusos.

Tres años más tarde, los mercados otorgan a Rusia el mejor perfil de riesgo entre los países emergentes y su cuadro macroeconómico registra una notable mejoría.

"Desde la suspensión de pagos de 1998, Rusia ha experimentado una fuerte recuperación de sus exportaciones y el aumento del precio del crudo ha mejorado su capacidad crediticia, acompañada por la implementación de serias reformas económicas que han reforzado su economía", aseguraba JP Morgan en un reciente análisis.

Para ello, Rusia debió abandonar la política de un rublo fuerte, que era la base de la economía planificada de la época soviética, y reestructurar buena parte de su deuda, aunque siempre cumplió con los pagos de los títulos denominados en euros. La deuda externa asciende a 140.000 millones de dólares (152.600 millones de euros).

Los analistas coinciden en que la estabilidad política ha resultado decisiva para restaurar la confianza de los inversores y el saneamiento macroeconómico. De hecho, muchos atribuyen a la confrontación interna del Gobierno de Boris Yeltsin el origen de los grandes déficit presupuestarios que desencadenaron la crisis. El actual presidente, Vladimir Putin, goza de un amplio apoyo parlamentario que nunca tuvo Yeltsin.

Reformas estructurales

En estos tres años, Rusia ha utilizado el respiro que le otorgó la devaluación y la suspensión de pagos para empezar a aplicar una serie de reformas que pasan por una mejora del régimen fiscal y mayor estabilidad legal para las empresas.

"Rusia ha venido aplicando un riguroso programa fiscal. Tiene un fuerte superávit por cuenta corriente y está implementando las reformas necesarias", sostiene el Deutsche Bank.

Sin embargo, el presupuesto ruso muestra una fuerte dependencia de los ingresos procedentes del crudo. El petróleo, el gas y los metales suponen el 75% de las exportaciones del país.

"No está claro si el actual crecimiento económico es resultado de una mayor competitividad de la industria o se debe al aumento del precio del crudo y una política cambiaria proteccionista", aseguraba hace poco la entidad financiera Troika Dialog.

Bajo estas premisas, Rusia registró un crecimiento del 3,5% en 1999, del 8,3% en 2000 y prevé crecer un 4,5% este ejercicio.

 

Los analistas minimizan el riesgo de contagio

Una hipotética suspensión de pagos de Argentina afectaría sin duda a la deuda rusa, pero el país se recuperaría con rapidez ante la ausencia de riesgo intrínseco de sus títulos. æpermil;sta es la principal conclusión de los analistas ante la actual incertidumbre que afecta a los mercados emergentes.

Sin embargo, las perspectivas tampoco resultan fáciles para la deuda rusa. En el año 2003, Rusia acumula pagos por 18.000 millones de dólares (19.620 millones de euros).

Si el panorama mundial sigue como hasta ahora no tendrá problemas para afrontar esos pagos, pero existen riesgos que pueden poner en serios aprietos al Gobierno ruso. Entre éstos, una caída del precio del crudo, el alto nivel de inflación (12,7% hasta julio) y el exceso de liquidez del sistema, así como la posibilidad de que el Ejecutivo no acabe de aplicar el programa de reformas.

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