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Un tribunal de apelaciones de EE UU anula la división en dos de Microsoft

Microsoft se anotó ayer una sonora victoria judicial. El tribunal de apelaciones anuló la orden de división de la compañía emitida por Thomas Penfield Jackson aduciendo que el comportamiento del juez fue "inadmisible". El tribunal sigue considerando, sin embargo, a la compañía culpable de abuso de monopolio en sistemas operativos y reenvía el caso a otro juez para que decida los castigos a aplicar.

Lydia Aguirre Nueva York

El Tribunal Federal de Apelaciones anuló ayer la orden de división forzosa de Microsoft emitida por el juez Thomas Penfield Jackson hace ahora un año. Los siete jueces que integran el panel votaron unánimemente a favor de un dictamen que, sin embargo, sigue considerando a la compañía culpable de abuso de monopolio en sistemas operativos.

Microsoft acusó a Penfield Jackson de actuar con imparcialidad y citó como prueba las duras declaraciones contra la compañía que el juez hizo a los medios de comunicación antes, incluso, de emitir la orden de división forzosa (entre otras cosas, comparó a Bill Gates con Napoleón y a Microsoft con una banda de forajidos).

Según el Tribunal de Apelaciones, aunque no puede demostrarse que el juez actuó con parcialidad, sus "entrevistas secretas" con la prensa y sus "ofensivos comentarios" son "inadmisibles" y generan "una apariencia de imparcialidad".

Culpable, pero menos

El Tribunal de Apelaciones también desestimó la acusación de que Microsoft utilizó prácticas ilegales para monopolizar el negocio de navegadores por Internet. Según el nuevo dictamen, aunque Microsoft incluyó el Explorer en el Windows, millones de usuarios han seguido cargando en sus ordenadores el Navigator de Netscape (que ahora pertenece al grupo AOL Time Warner). Con lo cual no está demostrado que Microsoft haya bloqueado la distribución del navegador de la competencia.

Pero la victoria de Microsoft no es, ni mucho menos, completa. El Tribunal de Apelaciones considera probado que Microsoft "se comportó de manera anticompetitiva" y que estas actuaciones "contribuyeron al mantenimiento de su monopolio" en sistemas operativos para ordenadores personales (Windows).

No habrá, pues, un nuevo juicio empezando desde cero, sino una nueva fase del proceso en la que debe decidirse qué castigos aplicar a la compañía. Y esta fase debe ser instruida por un juez diferente a Jackson.

Entre los comportamientos "ilegales" que se consideran probados están los contratos restrictivos firmados por Microsoft con fabricantes de ordenadores personales, con otros fabricantes de programas informáticos y con proveedores de acceso a Internet.

Además, el tribunal considera demostrado que Microsoft amenazó a Apple Computer con no facilitarle una versión del Microsoft Office a menos que se comprometiera a utilizar sólo su navegador. Y también que diseñó el Windows para que funcionara mejor con el Explorer que con el Navigator.

El fiscal general John Ashcroft calificó el dictamen como "una victoria significativa". Y Microsoft dijo en un comunicado que el veredicto "reduce drásticamente" el alcance del caso y "elimina la amenaza de división" forzosa de la compañía.

Bush amaga con pactar

El presidente George Bush señaló a través de su portavoz, Ari Fleisher, que "esperará a que el Departamento de Justicia revise" el veredicto con detenimiento.

Sin embargo, Fleisher también dijo que Bush piensa que las partes implicadas "deben trabajar duro para alcanzar acuerdos" y que "existen demasiados litigios en nuestra sociedad ". Una frase con la que parece invitar a que se negocie un pacto que ponga fin al juicio.

Bill Gates, cofundador y presidente del consejo de Microsoft, recogió el guante de inmediato diciendo que su compañía intentará "resolver el resto de las cuestiones sin necesidad de litigio". Y destacó que "no hay nada en este dictamen que cambie nuestros planes para productos futuros, incluido el Windows XP".

En Wall Street, los inversores dispararon al alza la cotización de la compañía (que cerró ganando un 2,25%) porque están convencidos de que, ocurra lo que ocurra, la división forzosa de Microsoft ya está descartada.

 

El panorama ha cambiado de forma radical

La guerra judicial del Gobierno de EE UU contra Microsoft se remonta a 1994. Pero este proceso empezó oficialmente en mayo de 1998, cuando el Departamento de Justicia y 20 Estados demandaron a la compañía por abuso de monopolio (Carolina del Sur se retiró más tarde).

Y el panorama ha cambiado de forma radical desde entonces. En 1998, Bill Gates todavía ocupaba la presidencia ejecutiva de Microsoft, en la Casa Blanca estaba el demócrata Bill Clinton y la combativa Janet Reno era fiscal general de EE UU.

Hoy es Steve Ballmer quien lleva las riendas ejecutivas de Microsoft. Gates, que tuvo una intervención muy poco lucida durante el juicio, se mantiene ahora en un segundo plano como presidente del consejo. Y la Casa Blanca y la fiscalía general están en manos de George Bush y John Ashcroft, dos políticos considerados proclives a retirar la demanda.

En el caso de la querella contra las tabacaleras, Ashcroft ya se ha ofrecido a negociar un pacto que evite llegar a juicio.

En el caso contra Microsoft, el Gobierno puede utilizar este último veredicto como excusa para retirarse del caso, aduciendo que la posición de los acusadores se ve muy debilitada con el dictamen del tribunal de apelaciones.

O puede seguir en el caso para no ser acusado de beneficiar a Microsoft, pero adoptando una posición menos beligerante.

Además puede quitar el dinero necesario para pagar a los abogados que llevan la acusación federal, como también ha hecho en el caso de las tabacaleras.

Por lo pronto, Bush ha lanzado señales de que le gustaría poner fin al juicio con un pacto negociado. Pero en esta demanda participan también 19 fiscales estatales y algunos han avisado que seguirán dando la batalla aunque el Gobierno federal se retire del caso.

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