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La carrera europea para no quedarse sin chips

Alemania lidera el esfuerzo para garantizar el suministro a coches y maquinarias

Escaneando un sensor.
Escaneando un sensor.Comezora (Getty Images)

En un mundo sin fricciones, concentrar más de la mitad de la fabricación mundial de microchips en Taiwán era una decisión inteligente. Allí se habían ido aglutinando las gigantescas inversiones tecnológicas que requiere su fabricación y allí estaba la mano de obra más barata y mejor capacitada para su producción.

Hasta que la pandemia disparó la demanda de chips para televisores, ordenadores y dispositivos electrónicos, y tiró por los suelos la de chips para coches y maquinaria pesada. Un cambio que, en palabras del profesor del IESE Mike Rosenberg, “hizo que los fabricantes adaptaran su producción a los chips más pequeños que precisa la electrónica de consumo”. Como experimentaron entonces muchas firmas de automoción, el problema vino cuando se recuperó la demanda de coches y las “líneas de producción de chips ya estaban ocupadas”.

Si la pandemia fue un toque de atención, la rivalidad creciente entre EE UU y una China decidida a lograr la reunificación con Taiwán ha terminado de convencer a Washington y a Bruselas sobre la necesidad de desarrollar capacidad propia en fabricación de chips. En Europa, Alemania lidera la apuesta por desarrollar los de entre 30 y 65 nanómetros que requiere su industria de automoción y de maquinaria pesada, tras grandes anuncios de inversión por parte de la estadounidense Intel (30.000 millones de euros) y la taiwanesa TSMC (3.500 millones), con el soporte de un ecosistema de empresas en Francia, Italia y España. La UE solo fabrica el 10% de los chips mundiales.

“En España tenemos mucho por recuperar. Creemos que tenemos que focalizarnos en la parte de mayor valor, la de diseño”, dice Mayte Bacete, presidenta del Valencia Silicon Cluster. En opinión de Carlos González Triviño, secretario del clúster, el ecosistema valenciano ha demostrado su fortaleza liderando la adjudicación de cátedras del Perte Chip y la creación del Campus Internacional de Semiconductores, con una competitividad “comparable a la de los mejores territorios de Europa”.

Dotado con 12.250 millones de euros, el Perte Chip al que se refiere González Triviño era esperado por el sector, que felicita la iniciativa pero se queja de la lentitud en la ejecución. “Hay que acelerarlo”, opina Alfonso Gabarrón, de la Asociación Española de la Industria de Semiconductores. “Quedan dos años para comprometer el total y todavía no hemos llegado a los 1.000 millones en ejecución”, explica. “Es como que han puesto un Fórmula 1 y lo han dejado sin ruedas”, ilustra.

Inversión


La ley de chips que Joe Biden aprobó en 2022 preveía una inyección pública de 50.000 millones de dólares para aumentar la producción en EE UU. Un monto comparable a los 43.000 millones de euros que la UE aprobó ese año con igual fin. 

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