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Industria agroalimentaria: la espiral inflacionista pasa factura a la despensa

El difícil equilibrio entre competitividad y rentabilidad de una industria en la que el 80% de sus empresas son pymes y que reclama un Perte alimentario para incentivar la digitalización

Dos técnicos alimentarios.
Dos técnicos alimentarios.andresr (Getty Images)

El encarecimiento de los costes energéticos y otros insumos como piensos o fertilizantes, por un lado, e impactos adicionales que presionan al alza los precios como la sequía, por otro, han sumido a la industria de alimentación y bebidas en una espiral inflacionista.

Un sector que “trabajó intensamente para la recuperación económica y que demostró su resiliencia y fortaleza durante la pandemia manteniendo su actividad, y al que, de nuevo, el revés de la invasión de Ucrania ha traído consigo una carestía de las materias primas y de la energía. Una situación que ha tensionado las cadenas de suministro y ha provocado una crisis de transporte e inflación de costes”, relata Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas.

El 80% de las empresas de la industria alimentaria son pymes con menos de 50 empleados y “el problema de los costes está lastrando su rentabilidad. Los datos de nuestro informe económico muestran que la producción de alimentos y bebidas presentó una tendencia decreciente en 2022 a causa de los incrementos de los costes de producción y la reducción de la demanda. Es decir, hay muchas empresas que no pueden asumir producir por los costes”, explica el directivo.

A pesar de los reveses, la producción del sector en 2022 creció (1,5%) y alcanzó los 139.655 millones de euros, frente a los 126.354 millones del año anterior; mejoró el empleo, con 454.800 trabajadores (440.600 en 2021), y también las exportaciones, que alcanzaron los 41.653 millones (9%), si bien el superávit comercial se redujo en un 20,1% para alcanzar la cifra de 10.640 millones, por debajo de los 13.314 millones anotados en 2021. Además, creció el número de compañías del ramo a 30.159, y aunque continúa la tendencia de concentración empresarial con un aumento de las firmas de mayor tamaño, la mayoría siguen siendo pymes.

El dato

El 64% de los consumidores quiere conocer el impacto medioambiental de los productos que adquieren, según una de las conclusiones de un estudio realizado por KPMG.

En este contexto de incertidumbres internacionales y de impactos sobre los precios, hay que tener en cuenta que “otros sucesos climáticos adversos limitan la disponibilidad del producto –además de la sequía–, el difícil relevo generacional en el sector primario, las crecientes exigencias regulatorias e impositivas o el reequilibrio de costes y precios asociado a la nueva ley de la cadena alimentaria”, señala Enrique Porta, socio responsable de consumo y distribución de KPMG en España.

Línea de producción en una fábrica.
Línea de producción en una fábrica. Edwin Tan (Getty Images)

De este modo, los fabricantes llevan meses soportando sustanciales subidas de costes de todo tipo: energéticos, materias primas, transporte, envases…, que “no están pudiendo repercutir al precio en su totalidad por diferentes motivos, como la existencia de contratos a largo plazo, riesgo de desposicionamiento ante el consumidor o riesgo de que sus clientes les reemplacen por otros proveedores, entre otros”, añade el socio de KPMG.

Por tanto, la mayoría de las empresas del sector están viendo sus márgenes tensionados y están aplicando diferentes actuaciones “orientadas a proteger la rentabilidad y mejorar su eficiencia operacional, para lo cual están revisando todos sus procesos, como operaciones de back office, envases, ingredientes, consumos energéticos, procesos industriales y más”, advierte.

En consecuencia, prosigue Porta, “alcanzar un equilibrio óptimo entre competitividad y rentabilidad es más necesario que nunca y la búsqueda de eficiencias se ha convertido en una prioridad absoluta del sector”. Entre tanta adversidad, la necesaria digitalización del sector y la sostenibilidad de los alimentos pudieran verse comprometidas. En opinión de Porta, “la situación actual no frenará la doble transformación, sostenible y saludable, en la que se halla inmersa la industria alimentaria, ni tampoco la digitalización de sus empresas, ya que la tecnología es un habilitador necesario para obtener muchas de las mejoras de eficiencia que exige el entorno inflacionario y para acometer muchos de los cambios que exige esa doble transformación”.

Desde la patronal FIAB aseguran que “las empresas llevan tiempo adaptando sus modelos de negocio para integrar la sostenibilidad como factor clave y estratégico. Todas las inversiones que la industria realiza tienen como objetivo una producción sostenible, porque es el presente y el futuro. Y en este proceso la innovación y la digitalización son pasos obligados para alcanzar estos objetivos”, declara Mauricio García de Quevedo, quien avisa de que “en un contexto de costes disparados como el actual, es difícil para las empresas del sector, en su mayoría pymes, abordar inversiones nuevas”.

Por ello, “esperamos medidas que incentiven la apuesta por la digitalización, entre ellas, el Perte alimentario y el impulso que puede suponer para la digitalización del sector”, concluye el portavoz de FIAB.

Ayudas, retos y producción sostenible

    Rebaja del IVA. La FIAB propone extender la bajada del IVA a otros productos de la cesta de la compra y reclama un periodo transitorio para implementar costes regulatorios medioambientales y ayudas directas al sector. 

    Desafíos. Atajar la situación inflacionista, reforzar la competitividad de la industria y ganar cuota en los mercados internacionales son algunos de los retos. 

   Transformación. Sostenibilidad y competitividad son compatibles y hay que incentivar una transición hacia un nuevo modelo de producción.

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