Domingo Mirón (Accenture): “Nos preocupan la transparencia y los sesgos de la inteligencia artificial”
Eva García San Luis, socia responsable de inteligencia artificial en KPMG, no cree que esta tecnología alcance al conocimiento humano a corto plazo
La inteligencia artificial generativa ha irrumpido en el mundo empresarial como un vendaval y está obligando a las compañías a elaborar a toda velocidad estrategias sobre cómo relacionarse con ella. El presidente de Accenture España, Domingo Mirón, matemático de formación, ha recordado que el concepto no es nuevo: se habla de inteligencia artificial desde la década de los cincuenta del pasado siglo, pero cree que el bum en marcha auspiciado por la sorprendente ChatGPT promoverá una auténtica transformación: ayudará a las firmas en su toma de decisiones, mejorará el servicio al cliente e impulsará una mayor eficiencia operativa que implicará más calidad y más rapidez con menos recursos.
El directivo intervino en el acto de celebración del 45º aniversario de CincoDías justo el día en que la consultora anunció una inversión global para los próximos tres años de 3.000 millones de dólares (unos 2.775 millones de euros) en su área de datos e inteligencia artificial, con el objetivo de ayudar a sus clientes a navegar en un entorno tan complejo como prometedor.
La intención de la compañía es duplicar el talento con conocimientos en este área hasta las 80.000 personas a través de contrataciones, adquisiciones y formación. Mirón estima que quienes sean capaces de reinventarse en estas nuevas tecnologías serán los mejor parados en un mundo “en permacrisis”. “Aquellos que adopten esa reinvención serán capaces de mejorar sus ingresos en un 10% por encima de la media de su sector, reducir costes un 13% y mejorar la cuenta de resultados un 17%”, dijo citando un reciente estudio.
En medio de la euforia por la fulgurante aparición de la inteligencia artificial generativa, también mencionó sus peligros. “Nos preocupa mucho la transparencia, la trazabilidad y la ausencia de sesgos, es decir la neutralidad en la aplicación”, ha señalado.
Mirón llamó al sector público a no quedarse atrás en esta revolución, porque redundará en un mejor servicio. “Muchas administraciones locales, autonómicas y el Gobierno central han hecho esfuerzos en el uso de los datos. Ahora va a haber recorrido con la inteligencia artificial generativa: hay una oportunidad para servir al ciudadano muchísimo mejor con mucho menor coste”.
Sobre la misma cuestión trató la intervención de Eva García San Luis, socia responsable de Data Analytics e Inteligencia Artificial de KPMG. En su opinión, la inteligencia artificial no alcanzará la humana en poco tiempo. “Pueden ganarnos al ajedrez o leer millones de documentos y detectar patrones más rápido, pero nosotros somos capaces de ganarnos la confianza de otra persona, de utilizar el pensamiento lateral, elaborar hipótesis fuera del protocolo o trasladar informaciones de un contexto a otro”, comparó.
Eso no implica que la evolución de esta tecnología no sea un acontecimiento mayor con el que convivimos cada vez más a menudo. “Los últimos 10 años han sido una buena época. Se ha metido poco a poco en nuestras vidas. Está en nuestro Siri, en Alexa, en el coche, cuando vamos a elegir una película en Netflix y nos recomienda cuál, ver o cuando vamos a elegir un pantalón en una tienda online”.
También entró en el difícil debate sobre los beneficios y riesgos. Entre los primeros citó aplicaciones médicas para detectar antes el cáncer de mama, y en los segundos los problemas de privacidad de los datos, discriminación o incluso su potencial influencia en la manipulación de elecciones. Aunque la enorme velocidad a la que se mueve vuelve impredecibles muchas amenazas. “Lo que más me preocupa es lo que está por venir, se desarrollan cosas cada día”.
Para Eva García, a la hora de utilizarla, es clave ser capaces de medir el alcance y la probabilidad de que la inteligencia artificial cometa errores. “No es lo mismo que me diga mal una película en Netflix o que diga de forma incorrecta un tratamiento para un cáncer”, puso como ejemplo. Y enunció algunos de los conflictos por venir en sectores como el del coche autónomo, donde puede lograr una reducción de accidentes pero abrir frentes legales inexplorados. “¿Si hay un accidente, quién tiene la culpa?”, se preguntó.
Sobre las consecuencias catastróficas sobre el empleo, al poder suplir con esta tecnología el trabajo de millones de personas, la experta de KPMG volvió la vista al pasado. “En todas las revoluciones hay trabajos que desaparecen, nuevos que están apareciendo y otros que no tenemos ni idea de cómo van a ser. Tenemos que preparar a nuestros hijos para que tengan empleabilidad en el mundo por venir y promover una simbiosis entre el humano y la máquina para que no haya una generación perdida”.